Hombres, mujeres y equipos desafían a las malezas que han desalojado a la caña de azúcar de sus propias tierras en la provincia de Ciego de Ávila.
La disputa es grande: “Tenemos 24 mil hectáreas vacías, el 80 % de ellas están cubiertas de marabú, el plan de siembra de caña se cumple solo al 90 % hasta la fecha; no obstante, ya logramos la misma cantidad de área plantada que el año anterior y nos proponemos crecer 2 mil hectáreas, esta es hoy nuestra tarea más compleja”, declaró Norelvis Gallo Saroza, director general de la empresa azucarera en el territorio avileño.
“El otro reto hay que ganarlo en las industrias desde las actuales reparaciones porque, si bien es cierto que nuestros centrales molieron fuerte en las últimas contiendas, no hemos tenido la misma recuperación en la eficiencia fabril, en lo fundamental, por factores que limitan un mejor aprovechamiento del rendimiento potencial azucarero que trae el jugo de la caña”.
Y, aunque la zafra 2013-2014 es como una asignatura vencida, le solicité al ingeniero agrónomo las notas sobresalientes de los azucareros avileños por las que su provincia volvió a puntear entre las mejores de Cuba, con un crecimiento de 12 % en la fabricación de azúcar crudo y refino.
Las utilidades superaron los 19 millones de pesos y la producción bruta sobrepasó los 340 millones. Influyeron las altas molidas, la disminución del costo de la tonelada de azúcar, el incremento de la productividad y el valor agregado que se refleja en el salario de los trabajadores con un promedio mensual de mil 200 pesos y 40 CUC, este último beneficio para los vinculados a los sistemas de pago en divisas.
Sin embargo, son palpables los resultados y no se premiaron los esfuerzos. El sacrificio y los avatares no congeniaron en esta temporada veraniega por la sonrisa de los trabajadores de la agroindustria azucarera de Ciro Redondo y Enrique Varona.
Verano subido de sal
Uno de los protagonistas de esos éxitos fue Esmeraldo Céspedes Sánchez, mecánico en el taller de maquinado del Enrique Varona, quien disgustado, declaró: “iNos quitaron el plan vacacional!, lo único que teníamos para disfrutar con nuestros hijos en la playa de Punta Alegre.
“Es cierto que ha mejorado el salario, los domingos dan un almuerzo y un pequeño estímulo, pero de forma integral hay poca atención. A pesar del descontento con el problema de la playa, seguimos batallando porque la laboriosidad es una conquista que no podemos perder”, subrayó el también dirigente sindical.
“Yo disfruté con mis muchachos porque a mi mujer le dieron un viaje por Educación que mantiene allí funcionando su instalación. Siempre a nuestros albergues en la playa les pasaban la mano 15 días antes de las vacaciones, este año nada le hicieron, están abandonados a su suerte”, alegó Pedro Mateo, obrero del propio ingenio.
Raúl Ojeda Cesar, jefe del área de fabricación de esa unidad empresarial de base, reconoció que “todos los años duros del período especial, que la economía estuvo en sus peores momentos, funcionó el plan vacacional; ahora cuando crece la producción azucarera y hay más oportunidades, los trabajadores se quejan que no tienen un lugar donde vacacionar”.
Aunque hay un mayor nivel de aseguramiento en las actuales reparaciones, a las industrias no llegó el recurso de la comunicación. “Me enteré en el pasillo que se trata de falta de comida”, opinó Tomás Jesús Brito, mecánico en el ingenio Ciro Redondo. “Ni el sindicato, ni la administración informaron la causa”, alegó Odelio Corzo Duarte, de la destilería Nauyú.
De acuerdo con el criterio de Isael Águila Ávila, miembro del buró del Sindicato Azucarero en el municipio de Chambas, varias quejas llegaron a sus oficinas y “nosotros nos encargamos de informar las inquietudes de los trabajadores a la CTC municipal, al Sindicato provincial…”.
La mala consejera
La soledad se adueña por primera vez de las instalaciones del verano para los azucareros. Allí Trabajadores dialogó con Elsa Rivera Cabrera, custodio en tiempo de calma y administradora en la temporada estival.
“Llevo aquí unos 20 años, de ellos 12 a tiempo completo. ¿Qué pasó?, solo me dijeron que no había actividades este año. Antes venían los trabajadores y su familia por cuatro días, disfrutaban de las ofertas de la cafetería, el comedor y el ranchón de la playa, se hospedaban en las 20 habitaciones con capacidad para 6 personas cada una.
¿El centro tiene las condiciones para la prestación de servicios?
“Hay que pasarle la mano a las tuberías de agua potable y del desagüe, traer pipas como siempre porque aquí el acueducto comunitario no satisface. Necesitan nuevas persianas siete cabañas, son de metal y se han deteriorado, el problema es que hace mucho tiempo los dormitorios requieren una reparación, solo le han hecho arreglitos antes de las vacaciones”.
En el muelle, después de un chapuzón, el campesino Emiliano Luis Alejo, comentaba que las aguas allí no son cristalinas como las de Cayo Coco, pero también refrescan. “Estoy en la casa de unos amigos pasándola bien, opino sobre el problema que cerraron los albergues de los azucareros porque a eso ya nadie le ‘tira’; chico, no tiene otro nombre que abandono”.
Con prisa…
Sobre el asunto en cuestión, Norelvis Gallo, respondió: “Este año tenemos limitaciones respecto a etapas anteriores, a partir de un grupo de decisiones en el proceso de reordenamiento de la economía nacional.
“Aquellas villas que en un momento determinado prestaban servicios al sector azucarero, pasan a otro organismo para que se pueda ampliar la atención a los trabajadores en sentido general y no solamente a los azucareros…”
Así, se apresuró a los cambios del país la dirección de la Empresa Azucarera de Ciego de Ávila. Si aún no se ha realizado el traspaso del inmueble, que en realidad no cuenta con las condiciones de motel o villa para un servicio especializado de recreación, ¿por qué no se aprovechó la última oportunidad –si lo es verdaderamente– para el recreo de sus fundadores?
El sol, el agua salada, los vendedores de alimentos, trabajadores de varios sectores, la gente de disímiles lugares está allí veraneando. La playa de Punta Alegre, al noroeste de Ciego de Ávila, nada más le echa de menos a los productores de caña y azúcar de los centrales Ciro Redondo y Enrique Varona.