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En busca de la chequera perdida

Foto: Yaciel Peña de la Peña (tomada de Cubadebate)
Foto: Yaciel Peña de la Peña (tomada de Cubadebate)

La frase de ponerse en el lugar del prójimo debía ser una práctica e incluso adornar murales sobre todo en centros vinculados con los servicios. Ello hubiese evitado a Elsa María Espinosa Manchón dirigirse a esta sección, debido a las demoras y evidente negligencia en los trámites de la jubilación de su abuelo Hermes Mirtiades Espinosa Guevara.

Este tiene 75 años y vive con su esposa, ama de casa y enferma, en el municipio granmense de Buey Arriba, mientras quien nos escribe habita en el reparto bayamés de Siboney, en la avenida 26 de Julio número 39 A, entre las calles 12 y 14.

Para al menos entender el caso exponemos muchos de los detalles de su carta, en la cual quizás se vean reflejados otros trabajadores y responsables de tramitar algo tan serio como la jubilación.

Resulta que Hermes laboraba en el taller de artesanía Guanicuba, y el 17 de enero del 2014 la comisión de peritaje médico-laboral del hospital Céspedes falló a favor del retiro por enfermedad, pues tiene artrosis generalizada. Ese día por la parte de su trabajo estuvo Lina Guerra, Registradora Provincial del Registro Nacional del Creador, quien refirió que estaba haciendo un favor al ocuparse de las gestiones, de lo cual se había desentendido el jefe del taller, Felipe Silva.

La compañera se quedó con todos los papeles y planteó que los entregaría a la dirección municipal del Instituto Nacional de Seguridad Social (Inass) y en tres meses llegaría la chequera. Pero en mayo todo seguía igual. Mi abuelo la llamó por teléfono y esta le dijo que vería qué pasaba, cuenta Elsa María, quien conoce de la demora a finales de junio, por lo cual decide contactar con Lina Guerra.

Me expresó que en enero —refiere Elsa—, sin saber el día específico, había entregado los documentos y en mayo supo que quien los recibió, tampoco pudo decir el nombre, había pedido la baja sin radicar los papeles, que dejó en una gaveta. A esas alturas fue cuando dieron curso al proceso, pero tampoco me dijo en qué fecha.

La conversación tomó un giro inesperado, cuando le planteó que al volver a aquella institución la maltrataron, pues ni siquiera la dejaron pasar, y que ya ella estaba cansada y había hecho todas las gestiones y la responsabilidad era de la institución.

Con esos antecedentes, la promotora de la queja fue al Inass donde la atendió el director Calixto. “Me ayudó a pesar de carecer de número de radicación, el 623 del 27 de mayo, y aclaró que en julio, cuando llegara la aprobación desde La Habana, el dinero se pagaba a partir de ese mes, que los cuatro anteriores debían pagárselo a mi abuelo por el centro de trabajo.

“Esperamos hasta principios de agosto y el día 6 lo llamé porque todavía no teníamos el fallo del organismo nacional. Respondió que eso era responsabilidad de dicha instancia y que no estaba en sus manos resolverlo”, subraya.

Y en tanto sus abuelos paternos viven de la ayuda familiar, en el antiguo trabajo de Hermes, radicado nada más y nada menos que frente a la casa, se han desentendido de la situación. Con razón su nieta se cuestiona: ¿De quién es la responsabilidad? ¿Quién se va a ocupar de resarcir los daños por tanta irresponsabilidad?

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