Las calles cubanas indican que llegó la “fiesta de los paraguas y las sombrillas”. Nunca antes se habían visto tantos y tantas, sobre todo a la hora del mediodía, cuando el sol está justo sobre nosotros, al parecer con el afán de partir hasta las mismísimas piedras.
Contar unos y otras sería difícil, pues aproximadamente de cada tres personas una se cubre con esos aliados protectores que se han convertido en parte inseparable del atuendo personal. Pululan ya como los celulares, que aunque costosos, “aparecieron” y se establecieron con fuerza singular en la sociedad cubana.
Puede decirse que en este caluroso verano, un paraguas o una sombrilla resulta el mejor aliado del hombre y la mujer.
En una tienda del céntrico bulevar de la sureña —y súper calurosa— ciudad de Cienfuegos, una dependienta me confirmó que “las sombrillas y los paraguas vuelan”. No es que resulten mágicos o estén “danzando bajo la lluvia”;es que se compran como nunca antes, aseguró la joven.
A dos cuadras de mi vivienda, un señor entrado en años se dedica a repararlos. Conversé con él. “No doy abasto. Llegan aquí todos los días unas diez personas; hasta de noche me tocan a la puerta. Claro, a mí me conviene mucho”, afirmó mientras evocaba una sonrisa.
Es un reto salir a la calle sin tener con qué cubrirse. Los rayos del sol están excesivamente fuertes y el calor llega a ser insoportable. Los veranos son cada vez más intensos. Quizás sea “la venganza” de la naturaleza por el daño que le han hecho quienes residimos en este planeta.
Llegó la “fiesta de los paraguas y las sombrillas” y ciertamente, no se presenta mal, porque le da un colorido singular a las calles cubanas…, claro, vistas desde la sombra, porque como dice un amigo: “el sol está que pela”.