El espectáculo circense, con su itinerancia originaria, fue durante mucho tiempo una de las pocas ofertas recreativas que llegaba a los pueblos, bateyes y ciudades de Cuba. El encanto de una carpa cargada de extraños personajes, animales amaestrados, trapecistas y magos marcó la infancia de muchos que aún evocan con nostalgia aquel ambiente de alegría, deslumbramiento y sorpresa.
Muchos años hace que el circo ya no es tan itinerante. En el mundo ha prevalecido aquello de asentarse y apostar por el rigor artístico y técnico de espectáculos que son renovados sistemáticamente. Por ese camino ha transitado Cuba donde existe una sede permanente de mil 800 capacidades, la carpaTrompoloco,cuyo nombre evoca aquel payaso de cara triste, ingenioso y divertido, que interpretara Edwin Fernández.
Pero ni el público, ni los artistas de la isla dejaron morir la tradición del circo ambulante y a esa necesidad responde la carpa Azul (también la Fantasía, mientras duró) que ha recorrido casi todo el país. Este agosto ha estado anclada en los predios de la sala polivalente Ramón Fonst, en la avenida de Rancho Boyeros, acompañando la programación de Ecos del Circuba 2014,enlos teatros Karl Marx y Nacional(segunda y tercera semanas de este mes) y el periplo Circuba gira por Cuba, que concluirá el 7 de septiembre, en Cárdenas, Matanzas.
El tesoro mayor del circo cubano es la pléyade de estrellas que con total humildad, arriesgando a veces su propia vida, se presentan en cuanto cine, teatro, escuela, campo deportivo o explanada permiten improvisar un coliseo y montar un espectáculo. Para eso los preparan en la Escuela Nacional de Circo donde cada año se gradúan decenas de artistas en las distintas modalidades.
Muchos de ellos tienen su verdadero debut, la prueba de fuego, en el Festival de Circo en verano, Circuba. Los organizadores han conseguido, desde el 2007, sistematizarlo como una cita anual internacional aunque sus antecedentes se hallan en 1981, cuando apenas nacían los similares (en espíritu, no en presupuesto, claro está) de Montecarlo (Principado de Mónaco) y el llamado Pista Joven de París o Festival del Circo del Mañana (Francia).
Hoy el evento lucha por autofinanciarse, de ello depende su futuro y en parte el de la empresa que lo organiza, pero desde el punto de vista artístico se ha legitimado como un espacio para la confrontación, el estreno y también para constatar la reacción del público ante determinados actos. Los artistas saben que el implacable no miente, aplaude o abuchea según sea la ejecución, el nivel técnico o la novedad. Su sinceridad es un termómetro que les permite superarse constantemente.
Circuba es también vitrina donde se han lucido talentos del arte circense del mundo. Cada edición ha permitido a los cubanos disfrutar de propuestas diversas. El nivel no siempre ha sido parejo, pero algunos son portadores de toda una tradición circense y cultural que bien hubiera merecido una presentación especial más allá del exclusivo número en competencia.
Para los nacionales que compiten, el evento sirve de trampolín, les permite llegar al circuito internacional donde ha crecido el prestigio artístico y técnico de los cubanos. Prueba de ello son los más de cien artistas contratados actualmente en diferentes compañías del mundo. Ese empeño es también parte del Circuba y posibilitaseguir organizando una cita que cada verano se presenta como una de las ofertas recreativas más esperadas.
No obstante, Circuba tiene varios temas pendientes, uno de ellos es el de la climatización de la carpa Trompoloco, escenario obligado para la competencia pero que, incluso en horario nocturno, alcanza temperaturas tan altas que atentan contra el buen desempeño de los artistas y el disfrute del público.
