El Teatro de Marionetas Acuáticas de Thang Long, de Vietnam, está ofreciendo por estos días en La Habana un espectáculo único en el mundo: Estampas vietnamitas.
Las funciones se extenderán hasta este martes en la carpa Trompoloco.
Algo que llama la atención de esta propuesta es la manera en que jóvenes titiriteros asumen una tradición de casi diez siglos. La maestría en el manejo de las marionetas es sorprendente.
Ayuda mucho el diseño de los muñecos, de hermosísimo acabado en la madera, de vivos colores… auténticas artesanías de una cultura de extraordinaria tradición en las manualidades.
Todo en este espectáculo (las estampas más o menos realistas o las de pura fantasía) tributa a la cultura popular vietnamita, estrechamente relacionada con el agua, fuente de riquezas o medio de supervivencia de un pueblo trabajador y esforzado.
Los cuadros son sencillos y diáfanos. Muchas veces desarrollan conflictos esenciales que se resuelven con sentido del humor y pirotecnia. Por eso los niños se conectan tan rápido con lo que sucede.
Lástima que el diseño de luces de estas presentaciones sea tan elemental. Mucho hubiera contribuido una mayor alternancia de valores tonales, y también más oscuridad en la sala, que resaltara el escenario acuático.