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Fernando Alonso merece un homenaje

Fernando Alonso, hace pocos años, junto a la bailarina Gretell Morejón. Foto: Gabriel Dávalos
Fernando Alonso, hace pocos años, junto a la bailarina Gretell Morejón. Foto: Gabriel Dávalos

Hace pocos días se cumplió el primer aniversario de la muerte de Fernando Alonso, uno de los fundadores del Ballet Nacional de Cuba y de la escuela cubana de ballet. Este año, además, es el del centenario del nacimiento de este importantísimo maestro, sin duda, el más grande de la historia de la danza clásica en Cuba. En medio de tantos homenajes nacionales por aniversarios cerrados, llama la atención el relativo olvido de este. Téngase en cuenta de que estamos hablando de uno de los pilares del ballet cubano, un arte que le ha dado a este país reconocimiento universal.

En algún momento se propuso que la Escuela Nacional de Ballet asumiera el nombre de Fernando Alonso, pero hasta donde sabemos, esa iniciativa no ha prosperado. Es extraño, sobre todo por el hecho indiscutible de que nadie hizo más por la enseñanza del ballet en Cuba, por la consolidación de una metodología que el maestro Alonso. Si esa escuela debe tener un nombre, no se nos ocurre otro más adecuado.

Este año se celebrará el Festival Internacional de Ballet de La Habana. Esperemos que al menos se conciba una gala en su honor, pues se la merece.

Si hay ballet en Cuba, si hay compañía grande, si hay escuela prestigiosa, se debe fundamentalmente a la maravillosa conjunción de dos grandes figuras: Alicia Alonso —bailarina extraordinaria, impulso creador, paradigma de generaciones de intérpretes— y Fernando Alonso —organizador, maestro de maestros, estudioso incansable. La tan reconocida escuela cubana de ballet no se hubiera cristalizado sin la labor generosa y comprometida de esas dos personalidades. Claro que un ballet no es obra de dos personas. Un ballet se construye con la participación de muchos: bailarines, coreógrafos, diseñadores, técnicos… y con el apoyo decidido de las instituciones.

Pero repetimos, sin Alicia y sin Fernando no hubiera sido posible. La historia está ahí, muy cercana. No permitamos que la desmemoria haga de las suyas. En diciembre se cumple el centenario del maestro. Merece un homenaje nacional, en el que participen todas las instituciones en las que trabajó: el Ballet Nacional de Cuba, el Ballet de Camagüey, la Escuela Nacional de Ballet. Un homenaje de sus alumnos y sus compañeros de trabajo, de las nuevas generaciones, del público todo. Hay tiempo, se lo debemos al maestro.

 

 

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