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Un veneno que da vida

La toxina de la mencionada especie de alacrán sirve para fabricar el Vidatox, importante complemento en la lucha contra el cáncer.
La toxina de la mencionada especie de alacrán sirve para fabricar el Vidatox, importante complemento en la lucha contra el cáncer.

La mayoría de las personas huirían despavoridas del aguijonazo de un escorpión, pero los trabajadores del Alacranario Cabaiguán cohabitan con esas especies y, cuando piensan en las posibles picaduras, entienden que el dolor es incomparable con el placer de convertir un “veneno” en esperanza de vida.

Durante casi 10 años, los Rhopalurus junceus, conocidos comúnmente como alacrán rojo o azul,  se reproducen en cautiverio para extraer la toxina que expiden al punzar y que resulta idónea para la fabricación de un bioterapéutico homeopático empleado contra el cáncer: el Vidatox.

El compuesto salido de estos animales, tiene bajo peso molecular y se obtiene después de que los mismos pasen una etapa de cuarentena en la que los clasifican por talla, peso y lugar de origen. “Durante ese tiempo solo comen y beben agua para acondicionarlos en pos de la extracción”, explicó Idania Méndez González, directora del Alacranario Cabaiguán, perteneciente a la Sucursal Provincial del Grupo Empresarial Labiofam.

La institución espirituana cuenta actualmente con 15 mil ejemplares y aspira a llegar a los 100 mil; por ello han materializado mejoras infraestructurales que permitan ampliar el desarrollo del vital producto: “Han sido construidas dos naves con medios para el manejo idóneo de los alacranes, también contamos con climatización, cada recipiente contiene agua en la tapa y zeolita en el interior, un mineral para preservar la frescura del entorno”, precisó Méndez González.

Por diferentes puntos geográficos de la provincia se repliegan seis cazadores para buscar al Rhopalurus junceus; siendo el municipio cabecera, Trinidad, Jatibonico, Yaguajay y Fomento fuentes importantes para aumentar las poblaciones de alacranes en el laboratorio.

Cerca de 2 mil 500 escorpiones atienden cada uno de los técnicos espirituanos diariamente. Conocedores de las características específicas de la especie, bien saben que necesitan una dieta rica en proteína y que solo se alimentan si su comida está viva. Sin embargo,  para estos trabajadores el desafío no es salir ilesos de los amagos del aguijón cuando los manejan, sino conseguir hasta la última gota de un veneno que para muchos significará una vuelta a la vida.

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