Esta semana en la tierra agramontina la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC) inauguró el estudio-galería Iris, un proyecto que vela el artista de las artes plásticas Oscar Rodríguez Lasseria, respondiendo a esa vocación de la oficina de “regalar” espacios para poder apreciar el arte bueno que se hace en la ciudad.
Ya lo había hecho con Larios y Martha Jiménez y desde hacía algún tiempo cocinaba la idea, hasta que el rincón de la calles Ignacio Agramonte y López Recio, otrora merendero de jugos, se aprestara a acogerlo.
Para Lasseria, quien también incursiona en la cerámica a través de los pintorescos temas de sexualidad y religión, esta “buena ubicación geográfica” le hace ser un hombre más responsable porque “me obliga a trabajar mucho y hacer las cosas mejor, para que desde esta esquina fluya el arte como un contraataque al mal gusto y la banalidad que a veces se promueve en otros espacios.
“Intentaremos dar una información más actualizada que dote a la gente de un poder de selección más intelectual, más consciente y logre mejorar el espíritu social. La intención es que se sientan más plenos y humanos”.
La ciudad cuenta con varias galerías, ¿qué ofrecerá esta?
“Más que nada, imaginación. Pero yo no puedo decirle a nadie qué va a descubrir, porque eso depende de las personas, ellos son los que encuentran. Las artes plásticas tienen un lenguaje silencioso que se comunica desde la perspectiva del individuo, del que observa, y desde su posibilidad cultural. Esas razones son las que crean un diálogo entre la obra y el espectador.
“Nosotros, los artistas, sencillamente planteamos una idea y las personas pueden ver otra, o encontrar ideas superiores a la del autor, incluso. Lo importante es que se establezca ese diálogo.
“El espacio expondrá obras mías y de los dos muchachos (sus hijos Leonardo Pablo y Oscar Jr., quienes también se dedican a la plástica ). Es personalizado, pero negociable, y aquí exponemos nuestro trabajo como producto, y oferta cultural, y cuya venta nos permitirá sustentarnos como mismo lo hace un albañil en lo suyo”.
¿Y será sitio solo para los Lasseria?
“Nos ha sido dado para la familia, pero invitaremos a otros artistas a compartir su obra con nosotros en este lugar. A mí me interesa sobre todo promocionar a los jóvenes, más que nada porque yo lo fui y sé que en la arrancada muy pocos te ayudan.
“Aunque por suerte en mi tiempo me promovieron Portocarrero y Lam, por lo que ahora siento que debo saldar esa deuda. Es como dice la máxima martiana: ´todo hombre, al venir a la tierra, tiene derecho a que se le eduque y, en pago, debe contribuir a la educación de los demás´. Yo en pago contribuyo a que esos muchachos se desarrollen y se puedan ganar la vida haciendo arte y vendiendo su obra porque es muy honesto que un artista viva de su quehacer y no tenga que acudir a otras cosas y en Cuba las condiciones están creadas para ello”.
¿Iris, por qué ese nombre para este salón de arte?
“La galería se llama así precisamente por mi esposa, la madre de mis dos hijos, que falleció luego de luchar contra el cáncer; y en una de las cosas que quedamos con ella antes de partir fue en crear un espacio como este para ayudar a aliviar el dolor de otros.
“Dentro de esta dinámica generaremos economía a través de donaciones dirigidas a la lucha contra esta enfermedad. Es un modesto aporte de arte contra cáncer, no lo podremos solucionar, pero podemos dar una pequeña contribución en aras de mejorar la calidad de vida de los enfermos y, más que nada, una manera nuestra de participar humanamente de la lucha mundial contra la enfermedad”.
Y mientras tanto abre las puertas de su nuevo hogar a todos, para que vean el pasado que también es moderno, porque como dice el artista: “la contemporaneidad tiene que ver con el espíritu de la obra, con su vigencia, no con la edad del artista”.