A unos muchachos, de los que viven detrás de Internet y las redes sociales y gustan de decir “rebeldías” en sus blogs se les ocurrió la idea, y la Unión de Jóvenes Comunistas los aplaudió.
La sede de la Asociación Hermanos Saíz, cerca del Casino Campestre, parque urbano más extenso de Cuba, fue el punto de arrancada de chicos, quienes en un trencito ataviado con banderas y consignas detenían el tránsito y contagiaban a los transeúntes con la alegría.
El barullo continuó hasta el lugar escogido para la siembra en el parque Camilo Cienfuegos, bien cerca de la recientemente remozada estrella, que pasó 20 años de inactividad.
Estudiantes de varios preuniversitarios de las provincias de Cienfuegos, Villa Clara y la tierra agramontina participaron en la siembra, gracias a la complicidad de un evento científico que los unió el día exacto.
Manos jóvenes fueron las ejecutoras, las mismas que segundos más tarde seguían demandando libertad en Facebook y Twitter porque como dijera Martin Luther King: «Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol».