Estados Unidos se convirtió este domingo en la cuarta nación capaz de triunfar más de una vez en la Liga Mundial de Voleibol. Lo hizo en la urbe italiana de Florencia, ante un elenco de Brasil que sigue siendo sólido, incómodo, pero que ha perdido la magia del juego impecable y bonito que le regalara nueve trofeos en estas lides.
El auxiliar Taylor Sander (24 puntos), el opuesto Matthew Anderson (23) y el veterano central David Lee (siete bloqueos) guiaron el accionar de un equipo que llegó con susto a esta final, pero que a pasos cumplió la tarea de reeditar el triunfo de Río de Janeiro 2008.
La tropa de John Speraw acopió lo necesario para imponerse (31-29, 21-25, 25-20, 25-23) en el cierre dominical: buen juego y liderazgo indudable. Las estadísticas muestran desempeños loables en todos los órdenes: ataque (51,72 %), bloqueo (3,50 por set), aces (4), defensa (10,50 ps.), pase (9,75 ps.) y recibo (66,28 %). Y además exhibieron un estado psicológico envidiable, sobre todo cuando la desventaja los intentó agobiar.
La verdeamarella de Bernardo Rezende arribó a esta finalísima “pidiendo la hora”. Tuvo el peor arranque de su historia, y aunque se recuperó por el camino, quedó claro que no vive aquella etapa dorada de inicios de centuria. Desde el 2011 a la fecha ha caído en tres finales de Liga (2011, 2013 y 2014) y en la olímpica (2012).
¿Qué ha sucedido? Falta la figura estelar que tire todos los días del elenco; Murilo Endres y Leandro Vissotto requieren reemplazos; el juego medio del equipo se ha deteriorado, faltan ideas y exactitud en el manejo del balón; el ataque de sus hombres no sobrepasa el 50 % de efectividad; la calidad del contragolpe también cede; y lo peor, esta generación va perdiendo la mística que hizo invencibles a sus antecesores. Este Brasil seguirá en la elite por buen tiempo, pero si desea reinar otra vez deberá ajustar sus clavijas.
En cuanto a la selección anfitriona, otra vez quedó fuera de la disputa dorada víctima de una barrida brasileña en semifinales, así que sus sueños y deudas han quedado intactos. El país que fuera rey de estas lides en la década de los 90, y que posee la liga profesional más famosa del planeta, lleva diez años sin jugar un partido final y no se impone desde Róterdam 2000.
Otra aspiración azurri esfumada el sábado último fue la de igualar en títulos con Brasil (9), durante un pleito en que sus guarismos en defensa (8,67 por set), pase (12,33 ps.) y recibo (61,90 %) fueron positivos, pero los de ataque (45,95 %), bloqueo (4), aces (1) y calidad del servicio (recepción rival del 69,23 %) dejaron bastante que desear. Sin embargo, su lado más flaco fue la falta de empuje del opuesto Iván Zaytsev, quien apenas estampó nueve puntos.
Para los italianos quedó como consuelo la medalla de bronce —su decimoquinta presencia en el podio—, ganada la víspera ante Irán en mangas de 25-22, 25-18 y 25-22. En esa pugna se mostró mejor Zaytsev (14) y también destacaron Simone Parodi y Filippo Lanza, ambos con 10 tantos. Los persas parecieron desinflarse en el cierre de una competencia exigente desde el primer día, pero en la cual “arañaron” a gigantes como Brasil, Italia, Polonia y casi a Rusia.
Su cuarto lugar es la mejor demostración brindada en estas justas por un plantel asiático, lo cual se veía venir no solo por los éxitos alcanzados en las categorías inferiores en el presente siglo, sino por la impresión dejada durante su debut liguero el pasado año. En aquella ocasión, dirigidos por el genio Julio Velazco, pudieron batir a Serbia, Italia, Cuba y Alemania. ¡Son un peligro para el certamen mundial de Polonia 2014! En esa batalla surgirán nuevas historias.