En los últimos tiempos Occidente se muestra “más caritativo” con la empobrecida Moldavia. El Banco Europeo de Inversiones, otorgó un crédito de 75 millones de euros para recuperación de la industria vinícola, y el Gobierno estadounidense ofreció diez millones de dólares para la “seguridad fronteriza”, al respecto la subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, declaró que su Gobierno apoya la soberanía e integridad territorial del país, así como el derecho de los moldavos a elegir su futuro.
La UE también trata de atraer a las autoridades de Tiráspol, capital de Transnistria y el presidente ucraniano, Piótor Poroshenko, se pronuncia partidario de la integración europea de este territorio supuestamente por intereses empresariales, aunque hay que decir, que la guerra en Ucrania afecta a la población impedida de exportar parte de sus producciones hacia Rusia.
Al calor de los acontecimientos en Ucrania, en abril del presente año, el Parlamento de la República de Transnistria (Cisdniéster) aprobó un llamamiento para que se reconozca la independencia de este territorio situado en la República de Moldavia, y pidió su asociación a la Federación de Rusia; ya en el 2006, un referéndum arrojó que el 97,2 % de los votantes estaba a favor de esta unión.
Kishinióv, capital de Moldavia, una de las 15 repúblicas soviéticas hasta 1991, luego de varios meses de conflicto interno en 1992, perdió el control sobre esta franja de tierra ubicada a orillas del Dniéster, importante río de Europa Oriental que marca parte de la frontera con Ucrania. Desde entonces, el mantenimiento de la paz en el territorio corre a cargo de sus efectivos, así como también de Rusia, Moldavia y observadores militares de Ucrania.
Transnistria, donde unos 200 mil rusos, junto a los ucranianos, constituyen el 60 % de la población, que no llega a medio millón de habitantes en su totalidad, insiste en su separación de Moldavia desde poco antes de la desintegración de la Unión Soviética, por temor a una posible unificación de la parte occidental del país (Besarabia) con Rumanía, que los había dominado en el siglo XV, y posteriormente desde 1918 hasta 1940.
Moscú, está interesada en una solución del conflicto, aunque no descarta reconocer la independencia de la zona en caso de que Moldavia pierda su soberanía. En este sentido, se realizan negociaciones de paz entre Kishinióv y Tiráspol, en las que participan Rusia, Ucrania y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa como mediadores, así como la UE y Estados Unidos en condición de observadores.
Con la desaparición de la Unión Soviética, la depauperación de Moldavia se hizo evidente, el país famoso por sus viñedos y otros cultivos sufrió un retroceso, el trabajo, la salud o la educación no están asegurados. Se calcula que la tercera parte de la población ha emigrado y que el país se sostiene gracias a los envíos de dinero. Más de la mitad de sus ciudadanos viven bajo el umbral de la pobreza.
La esperanza de vida es de 61 años entre los hombres y de 69 en las mujeres. La población disminuye y se pronostican unos 3 millones de habitantes para el 2050, de 4,4 millones registrados en el 2006. La actual natalidad equivale a la registrada durante la II Guerra Mundial.
Según la prensa es uno de los países del Este europeo con más tráfico de mujeres hacia Europa Occidental destinadas a la prostitución forzada. La mortalidad infantil en menores de un año es de 13,65 por cada mil nacimientos. Asimismo, crece la cifra de personas infectadas con VIH SIDA, de unos 4 mil casos registrados en el 2001, aumentó a 12 mil en el 2011.
Más del 30 % de los niños laboran como asalariados y algunos en los peores trabajos, convirtiéndose en víctimas incluso de explotación sexual. Parte de los menores eligen irse del país, lamentablemente sus sueños se esfuman cuando llegan a su destino y muchos terminan abandonados en las calles.
A pesar de esta situación, la presidenta de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Anne Brasseur, acaba de señalar en el Parlamento moldavo, que el país debe ser puente entre Occidente y Oriente, y que las reformas gubernamentales aplicadas en el país todavía son insuficientes para ingresar en la Unión Europea.