Ante una profusa herida, un nocaut fulminante o un golpe fuerte bajo la faja, el doctor Bárbaro Gutiérrez reacciona siempre con esa admirable profesionalidad en la que junta conocimientos, agilidad y mucha calma. Mientras la afición se muestra estupefacta, asustada, el experimentado médico teje una acción tras otra hasta que el púgil regresa al combate o baja del ring por sus propios pies. Triunfa la vida una y otra vez, gracias a hombres virtuosos casi anónimos.
Nuestro protagonista es oriundo de Pinar del Río, de niño practicó béisbol, baloncesto y boxeo, este último solo por unos días debido a la decisión de su padre. Nadie imaginaba entonces que Bárbaro pasaría décadas al servicio del deporte más premiado de Cuba.
Se graduó de médico en 1982 y en seis años hizo de todo: consulta en policlínico, misión internacionalista en Etiopía y director de salud en Viñales. Con tal aval, no pudieron negarle la posibilidad de cursar la especialidad en medicina deportiva, la cual inició en 1988.
Su vínculo con el boxeo surgió durante los estudios universitarios, laborando en competencias del territorio, y se afianzó al realizar la tesis de la especialidad en traumatología, tomando como base a esta disciplina en Pinar. Pasó por la EIDE, la ESPA y la academia provincial, hasta que en 1994 fue llevado al equipo nacional.
Alcides Sagarra le sorprendió con la invitación a trabajar en la Finca y aceptó sin dudar, aunque ello implicó vivir en un pequeño cuarto de la propia escuela. Estuvo a las órdenes de Raúl Follaca hasta concluidos los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, momento a partir del cual fungió como galeno principal del plantel hasta el 2008.
Sus grandes contribuciones al equipo llegaron rápidamente: “En 1994, durante un torneo en Cárdenas, el campeón olímpico Rogelio Marcelo peleaba contra un habanero y me percato de que cuando este le giraba a la izquierda lo golpeaba con facilidad. Se lo dije a Sagarra, él lo corroboró y detuvimos la pelea. Vinimos para La Habana y le diagnosticaron un grave desprendimiento de retina, lo operaron, pero lamentablemente no recuperó la visión de ese ojo.
Entonces propuse hacer un pesquizaje a todos los boxeadores de la Finca y empezaron a salir lesiones que detectadas tempranamente pudieron resolverse. Varias figuras de renombre se salvaron de la ceguera por aquella acción. La experiencia se extendió a todo el país, surgió un grupo de especialistas en el hospital Pando Ferrer y se enviaron retinólogos a las provincias. Este trabajo se mantiene y ha arrojado éxitos indiscutibles en estos años”, relata orgulloso.
También resulta conmovedora la historia de cómo eliminaron las heridas sobre las cejas que acosaron por años a Juan Hernández Sierra: “En el Playa Girón de Holguín 1997, Sierra sufrió una herida enorme y Alcides me preguntó cómo acabar con aquel problema. Al regreso del torneo hablé con mi esposa, quien es especialista en cirugía plástica y laboraba en el hospital Hermanos Ameijeiras. Junto a otros expertos detectamos que tenía un borde filoso en el hueso frontal del arco superciliar, lo cual le ocasionaba roturas en la piel cada vez que le pegaban allí. Se le practicó una tomografía, apreciamos que había espacio para rebajar la estructura ósea y lo hicimos. Fue una operación grande, se echó el cuero cabelludo hacia delante y con un aerotol parecido al de estomatología se quitó lo más posible. Luego de tres meses de reposo, Sierra retornó al ring, cosechó nuevos éxitos y jamás volvió a cortarse”.
Gutiérrez fue propuesto para integrar la Comisión Médica de la AIBA desde 1998, pero ello no se concretó hasta el Congreso del 2006. Un año después recibió la condición de miembro distinguido de esa entidad, y en el 2009 la de mejor galeno del organismo.
“Nuestra misión es preservar la salud de los boxeadores. El trabajo es serio, la Comisión está formada por 25 doctores, nos reunimos dos veces al año, valoramos experiencias y elaboramos proyectos. En cada evento de la AIBA velamos porque los fajadores estén aptos para cada pleito. Durante el reciente proceso de eliminación de la cabecera demostramos que el correcto almohadillado del guante evitaría nocauts y así ha sido”.
¿Cuáles son las áreas más sensibles del cuerpo, aquellas a las que le brindan mayor atención?
“Sobre todo las heridas en el arco superciliar, la boca y otras partes de la cara. En la última reunión de la Comisión se presentó un medicamento profiláctico que está a prueba. Vimos sus propiedades y esperamos notables resultados. Se coloca antes del combate para evitar heridas, ya que produce endurecimiento en la zona de aplicación e impide que la piel se erosione”.
¿La AIBA tiene poco que perder en materia de salud en esta nueva era?
“El organismo consulta con nosotros todas las decisiones relacionadas con aspectos médicos. Tratamos de preservar la salud del atleta y de apoyar proyectos que mantengan al boxeo dentro del movimiento olímpico. La Serie Mundial, por ejemplo, implica un poco más de trabajo, pero ha dado un gran impulso a la disciplina”.
Hay parámetros muy rigurosos para permitir que un hombre suba al ring…
“El día de la pelea el boxeador se chequea en la mañana. Es un examen general para evaluar fundamentalmente la estructura anatómica de la cara, las manos, los hombros, pero incluye también análisis estomatológico, oftalmológico y cardiovascular. Cuando le decimos a un atleta que está apto, no hay riesgo de que surja un problema durante el combate”.
Se habla mucho de la eliminación de la cabecera en la categoría adultos, nadie duda que ha sido el paso más audaz de la AIBA en los últimos años. Sin embargo, también se le ha pedido al púgil más trabajo físico al aumentar los minutos de combate. ¿Qué impacto ha tenido eso?
“La extensión del combate afecta según sea la preparación del atleta. Cada entrenador confecciona su plan de entrenamiento, eso está bien establecido por lo menos en la escuela cubana. Hasta ahora se ha visto que nuestros boxeadores y los restantes no muestran signos de cansancio extremo. Terminan muy bien las peleas, se van dosificando a lo largo de ella. La incidencia de lesiones por este concepto es casi la misma entre la serie mundial (5 asaltos) y el llamado boxeo abierto de la AIBA (3). El aumento de rounds no ocasionó un incremento de las lesiones”.
La máxima autoridad de una pelea es el árbitro, pero el médico puede detenerla si la salud de un púgil está en juego…
“En la Serie Mundial, por ejemplo, trabajan ocho oficiales: el supervisor, el médico y seis jueces. El árbitro conserva toda la autoridad, pero se trata de un engranaje que funciona a la perfección. He tenido que subir al ring a atender boxeadores con heridas, pero como no han comprometido su salud, ni han sido en áreas peligrosas el combate ha continuado. En una serie semifinal en San Petersburgo fui felicitado por el supervisor, ya que se me presentaron tres heridas y en ninguno de los casos detuve las acciones. Repito no eran lesiones que comprometían la vitalidad del atleta. Ese es uno de los asuntos que preocupan a la AIBA, en eventos de primer nivel se han detenido muchas peleas que no lo ameritaban. De ahí la necesidad de especializar a los médicos una y otra vez”.
La carrera Bárbaro ha sido entonces de constante estudio. Para fungir como oficial ha debido superar ya seis seminarios, evaluados con temarios de 100 preguntas en idioma inglés y acciones prácticas igual de exigentes. En el último de ellos, celebrado en Italia, su alta calificación le permitió actuar en la reciente IV Serie Mundial, ganada por los Domadores de Cuba.
Su opinión sobre tanto rigor es admirable: “garantizar la vida de un boxeador exige mucha especialización, debes ser un experto en medicina y en las reglas del deporte”.
La adaptación de nuestros boxeadores al nuevo estilo de la AIBA fue rápido y exitoso…
“Los entrenadores cubanos están muy bien preparados, tienen un gran dominio de todos los aspectos. Tenían el antecedente de pelear cinco asaltos de dos minutos y rescataron muy bien aquellas experiencias. Varios atletas se alegraron del fin de la cabecera, porque les molestaba usarlas, les dificultaba la visión. El patrón técnico y táctico cambió porque ahora además de ganar deben cuidarse de un cabezazo o golpe que les ocasione heridas y los saque de competencia. Y lo han hecho perfectamente.
“Los profesores cubanos han incorporado también el uso de vaselina y epinefrina para controlar sangramientos, lo cual demuestra su ágil puesta al día con las últimas decisiones de la AIBA”.
Finalizada la IV Serie Mundial… ¿Cómo evalúa el estado de los principales fajadores del país?
“Saludable en sentido general, aunque se están haciendo exámenes de conjunto con el Instituto de Medicina del Deporte. Se incluyen ahí estudios electrofisiológicos, de umbral anaeróbico y de varias capacidades. Le estamos dando seguimiento al peso corporal, valorando el porciento de grasa del organismo para sugerir si un hombre puede o no mantenerse en una división. Casi siempre nuestros estrategas son respetuosos de esas consideraciones”.
En su larga carrera al lado del boxeo habrá momentos inolvidables en las últimas dos décadas…
“Luego de asistir a 15 campeonatos mundiales, cinco copas del mundo, dos juegos olímpicos, cuatro panamericanos y un par de centrocaribes guardo experiencias muy importantes. El Mundial de Houston 1999 fue duro por las injusticias, las peleas robadas, la retirada del equipo; en Sídney 2000 Félix Savón sufrió una herida en semifinales y estuve dos días sin despegarme de él, tratando de controlarla para que pudiera obtener su tercera corona olímpica; la Copa de Kazajistán 2002 fue emocionante, la ganamos con Michel López en el desempate, por ahí anda un video en el salgo con la bandera sobre el ring; en Atenas 2004 se consiguieron cinco oros y ocho medallas en total, un resultado muy destacado”.
¿Se disfrutan igual las victorias actuando como oficial de la AIBA?
“Como médico del evento asumo una posición neutral, debo evitar las emociones para que no me regañen, pero la alegría es inmensa”.
Si tuviera que diagnosticar la salud actual de nuestro boxeo…
“Está en un buen momento, hay talentos con muchas condiciones, jóvenes que vienen subiendo. El boxeo cubano nunca dejó de ser fuerte. Quizás no vuelva a ganar ocho títulos mundiales como en Tamperes 1993, porque esa época ya no existe, pero seguirá en la elite. Y sobre la Serie Mundial, los muchachos le cogieron el gusto a ganar y será difícil derrotarlos en las próximas campañas”.