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Ganar Copas es trabajo de grandes

Foto: FIFA.com
Foto: FIFA.com

Las maravillosas sorpresas del Mundial estuvieron bien para dar colorido a la fiesta, pero al final —más o menos sufridos— los históricos impusieron su peso y avanzaron. Una vez más queda claro: en el fútbol, el espectáculo es una cosa y ganar Copas es un trabajo de grandes.

Alemania, Brasil, Holanda y Argentina son semifinalistas, cuatro de los mejores equipos del planeta, cuatro de los que han escrito la historia de este deporte en los últimos 50 años. Tres de ellos han alzado el trofeo, el otro se ha quedado tres veces a las puertas de la gloria.

De los ausentes, Colombia y Costa Rica hicieron las delicias de la fanaticada. Con ellos regresó al Mundial la sensación de que, en medio de tanto tecnicismo y frío cálculo, el fútbol aún es un espacio repleto de poesía y magia.

Cómo si no, podría explicarse el avance de los dos “pequeños” hasta cuartos de final; cómo si no, podríamos entender que los cafeteros y ticos incluyeran en esta Copa dos variables que aún no suman otros: corazón y fe.

Sin embargo, como bofetada esclarecedora, los cuartos de final nos han bajado los humos. Otra vez regresa el duelo territorial: el Viejo Continente contra el Nuevo Mundo, la cuna del fútbol contra los parajes donde su práctica se convirtió en una forma de entender la vida.

Los europeos nunca han vencido en suelo americano. Jamás un plantel foráneo ha clavado su bandera aquí, pero por estos días —allá en Brasil— la historia ha demostrado estar en las gradas, disfrutando también de este Mundial.

Brasil y Argentina deberán cruzarse contra Alemania y Holanda, respectivamente. Hoy, por mucho que intentemos pegarle de zurda a la brazuca, la balanza se inclina hacia el otro lado del Atlántico.

Para ser francos, a la canarinha le queda su torcida, esas miles de almas devotas que nunca la abandonan. La torcida y las cinco estrellas cosidas sobre el corazón de sus camisetas. En tanto, la albiceleste precisa de un D10s sobre la cancha, pues el agónico gol de Higuaín no es presagio concreto de nada, aunque toda Argentina rece porque signifique el despertar que borde en su pecho la tercera Copa.

De los teutones y holandeses sabemos bastante: son duros, hipertécnicos, talentosos y pacientes. Son, como dijera el poeta, “golpes como del odio de Dios”, a los cuales hay que temer sobre el césped.

En resumen, Holanda y Alemania van por hacer historia; Brasil y Argentina por mantener la leyenda. Mas todos, tras los cuartos de final nos han dejado una lección evidente: en el fútbol vale la pena soñar, pero ganar las Copas siempre será un trabajo de grandes.

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