Costa Rica está haciendo historia. Su llegada a cuartos de final en Brasil 2014 estuvo marcada por los penales, una lotería que los llevó a derrotar a Grecia 5-3 tras 120 minutos que finalizaron igualados a un gol por plantel en la Arena Pernambuco de Recife.
Luego de un partido sufrido y falta de brillo en el mediocampo de ambas selecciones, solo quedó a mano la desastrosa posibilidad de una ruleta en la cual los ticos fueron perfectos, al cobrar cinco penales de lujo después de aguantar más de 45 minutos con un hombre menos sobre la cancha.
Keylor Navas, el portero costarricense, se vistió de héroe cuando muchos apostaron porque había llegado el fin de los centroamericanos en esta Copa del Mundo; no solo por la parada ante Gekas en la definición, sino porque soportó los embates helenos que amenazaron con defenestrar a los suyos.
A Costa Rica le ha tocado un camino escabroso: tres campeones mundiales en el grupo, un campeón de Europa en octavos y ahora tendrá en cuartos de final un duelo con Holanda. Con semejante trayecto lo único inconcebible es que los ticos sigan vivos y festejando.
Pero allí están, poniéndole color y vida a una Copa que mantiene encendida la chispa de lo inaudito. Los costarricences, luego de cuatro partidos, ya pueden dormir tranquilos: para ellos cada victoria es una Copa Mundial ganada, cada gol un jolgorio y cada paso un desafío por extender su leyenda en esta lid.
Contra los holandeses las balanzas se inclinan por los del Viejo Continente, a pesar de la excelente cara con que se han visto los centroamericanos. Tienen pocas posibilidades, pero así llegaron también ante Italia e Inglaterra. Y ya vimos qué pasó entonces.
Por eso, y porque quienes nada tiene que perder son los más peligrosos, los ticos son hoy rivales temibles, a pesar del desgaste físico y el peso de la historia.
Material Relacionado
