Lo que hizo Guillermo “Memo” Ochoa, lo que le hizo México esta tarde a Brasil en Fortaleza, será recordado por los aficionados aztecas durante mucho tiempo. Porque dejar a los sudamericanos en cero, jugando en casa, es una proeza que el Memo y los suyos llevarán tatuada en la retina por siempre.
El Tri no era favorito de nadie, ni siquiera de ellos mismos. Sin embargo desenfundó todo el orgullo nacional y puso el freno a la canarinha, frente a más de 60 mil espectadores que se mantuvieron de pie durante los 90 minutos de batalla campal a la que asistieron.
La defensa mexicana hizo maravillas para evitar que los delanteros brasileños llegaran cómodamente al área, y una vez que eran superadas las últimas barreras aparecía un Memo inmenso que se vistió de héroe, una y otra vez.
Seis paradas de leyenda hizo Ochoa. Traducidas en seis gritos de gol ahogados uno tras otro en las gargantas de la torcida; en seis suspiros de los mexicanos en las gradas, en el banco, en Xalapa, en Chihuahua o el D.F; seis momentos en los que San Memo le negó al local la oportunidad de ratificarse como favorito.
Dos cabezazos le exigieron un extra: uno de Neymar, para el cual sacó el Memo una estirada de ensueño; y otro ajustado al segundo palo, casi a boca de jarro y que le rebotó en el cuerpo.
En México todo hicieron lo suyo. Incluso sus atacantes, quienes por momentos hicieron temblar el arco de Julio Cesar bajo un bombardeo desde fuera del área con disparos fortísimos pero que no encontraron un espacio donde anidar.
Por Brasil las individualidades intentaron revertir lo que, como equipo, no consiguieron. Neymar en la ofensiva, y David Luiz, Marcelo y Thiago Silva en la última línea, trabajaron incansablemente para inmovilizar los contraataques mexicanos y ganar las espaldas a los defensores.
Fue un gran partido, un verdadero regalo para quienes hoy dedicaron su tarde a vivir el espectáculo que regalaron estos dos monumentales equipos en el Estadio Castelao. Decir otra cosa sería demeritar la actuación de ambas plantillas que se enrolaron en una verdadera lucha por el triunfo. Una en la que marcó la diferencia la figura del Memo Ochoa, un hombre que esta tarde, allá en Fortaleza, se convirtió en leyenda.
Bélgica y los titulares
Existe la interesante inclinación en este Mundial de no abrir con todos los titulares. Por una razón u otra, hombres como Luis Suárez, Didier Drogba y MarouaneFellaini vieron los inicios de sus primeros choques desde el banco.
Drogba tuvo que entrar para que Costa de Marfil encaminara una victoria ante Japón, pero con Uruguay no hubo remedio y los charrúas vieron cómo un Costa Rica enardecido destrozaba los pronósticos.
En el caso de Fellaini, una de las estrellas belgas, pocos entendieron las razones de su ausencia sobre el campo en los inicios. Sin embargo, Argelia puso los vaticinios patas arriba al abrir el marcador en el 24’. El empate de Bélgica llegaría antes de irse al descanso, pero de regreso se vieron impotentes para burlar la defensa y la cabaña argelina.
Fellaini hizo su debut en el 65’ y las cosas cambiaron radicalmente. La velocidad y calidad del jugador inclinó la balanza y apenas precisó cinco minutos para poner a ganar a los suyos. Porque, a pesar de inconcebibles tendencias, los titulares son necesarios para ganar.
Courtois, quien encandiló por su actuación en la pasada Liga Española, no tuvo demasiadas preocupaciones bajo los tres palos, y tendrá que esperar para lucirse ante rivales de mayor calibre.