Deseosa de una explicación convincente escribe Beatriz Arencibia Hernández. Se queja de irregularidades en el viaje Gerona-Habana y de deficiencias en la transportación desde la terminal de vuelos nacionales hacia el centro de la ciudad.
Su carta es una crónica de viaje, iniciada el 10 de mayo cuando salió hacia Isla de la Juventud en un trayecto aceptable, a pesar de que “la ventilación dentro de la aeronave no fue la adecuada y al llegar hubo demoras en el despacho del equipaje”, dice.
Este resultó el preludio de un retorno azaroso, pues 10 días después, el primer inconveniente fue que debió acudir la jornada anterior al aeropuerto para conocer la hora de chequeo del vuelo, por cuanto el boleto no lo consignaba. Al acercarse el momento de partir refiere que a destiempo se informó a los pasajeros la causa de la demora en el arribo del avión y durante el trayecto también carecieron de explicación acerca del porqué se movió tanto el aparato.
Fueron turbulencias, contestó el sobrecargo a quienes inquirieron, lo cual en mi opinión debió ser comunicado, amplía la lectora, quien facilita su teléfono (876- 4733) en espera de respuesta.
Lo que califica como desagradable sorpresa devino la gestión para trasladarse desde la terminal de vuelos nacionales hacia el centro de la capital, en tanto asegura que el servicio de taxis dista de como está expuesto en el salón. No hay quien indique en qué carro te puedes ir, ni el precio. Por otro lado, ya no existe el ómnibus asignado hasta el año pasado para esos menesteres, subraya.
Puede que varios de los avatares contados por Beatriz ocurran esporádicamente, o que todos y otros se hayan convertido en habituales. Lo que sí resulta inadmisible es que a los contratiempos por falta de recursos se sume un elemento indispensable en cualquier servicio, como la información adecuada y oportuna. Por eso se queja Beatriz
