Los Domadores de Cuba se convirtieron en la cuarta franquicia triunfadora en la Serie Mundial de Boxeo de la AIBA, tras Paris United (2011), Trueno de Italia (2012) y Promesas de Astana (2013). Nuestra selección nacional puso fin, de paso, a la sequía de ocho años sin alzar el trofeo de una gran lid universal, tras haber ganado la Copa del Mundo del 2006, precisamente en Bakú.
Los alumnos de Rolando Acebal pasearon la etapa preliminar y dejaron sentadas sus opciones de éxito: barrieron a México y Polonia (10-0), y dieron palizas a Kazajistán (8-2) y Rusia (7-3). El elenco azerí Fuegos de Bakú, a la postre segundo, les ofreció la mayor resistencia (6-4) como presagio de un epílogo impensado.
Nocauts de Estados Unidos (8-2) y Rusia (8-2) poco pudieron hacer contra los fajadores antillanos en el inicio de la postemporada, de manera que el avance a la final fue menos tenso de lo esperado. Dos razones vienen a mi mente: el indudable poderío de la escuela cubana, ausencias y deserciones aparte, y las debilidades de una justa en la que no siempre subieron al ring las mejores figuras de cada elenco. Sobre el formato de competencia, la entrega de premios y otros aspectos deberá meditar la WSB si quiere sostener con altas calidad y aceptación un evento de este rango.
La final resultó difícil para los cubanos, por la sencilla razón de que fallaron Yasniel Toledo (64 kg) y Lázaro Álvarez Estrada (60), amen de fallos arbitrales polémicos. Afortunadamente, Veitía (49), Iglesias (69), La Cruz (81), Savón (91), y sobre todo Arlen López (75) y Arisnoidys Despaigne (69), salieron airosos y cargaron con la bellísima copa dorada que arriba esta tarde a La Habana.
El triunfo de los Domadores pudo y debió ser más claro, incluso porque nos faltó en la comitiva el rey olímpico Robeysis Ramírez, quien debe meditar profundamente sobre sus recientes problemas de disciplina. Su victoria en 56 kg habría evitado, seguramente, la veleidosa muerte súbita que en esta ocasión nos favoreció gracias a un Despaigne crecido, inteligente y muy valiente.
Una pincelada más sobre la final de Bakú. Los organizadores y la AIBA quisieron variar el orden de las peleas en favor de los locales. No hay otra explicación sensata. La Federación Cubana de Boxeo (FCB) protestó y obtuvo la razón, pero luego accedió a un cambio en cada cartelera. Las reglas, mientras existan, deben cumplirse. Beneficiar al equipo de casa o al espectáculo, a estas alturas, era inadmisible. Los azeríes ya tenían suficiente ventaja con ser anfitriones. Y pareciera que no costó, pero La Cruz debió empatar a cinco éxitos, un reto bien tenso que en condiciones normales le hubiera tocado vivir al gigante Arslambek Makhmudov (+91).
Nuestros Domadores se adjudicaron sus ocho compromisos de la Serie, sumaron 63 peleas a favor y 18 en contra, y festejaron lideratos individuales de Veitía (1172 puntos), Álvarez Estrada (1032), Iglesias (745), La Cruz (885) y Savón (1176).
Ahora comienza la preparación para la V Serie, a iniciarse a fines de este año. A la directiva del equipo nacional le toca calibrar bien la inscripción de sus hombres, pues recuérdese que no se permite cambiar de peso a los púgiles. A la FCB corresponde alimentar el espectáculo en casa, revitalizarlo, y una variante a mano es sacarlo alguna que otra vez de la muy amplia Ciudad Deportiva.