No es la primera vez que lo escribimos: el espacio de la telenovela cubana exhibe habitualmente cierta indefinición genérica. Va más allá de la calidad puntual de los productos que propone. Algunos han llegado a ser casi incuestionables por sus méritos intrínsecos. El talón de Aquiles ha sido la transmisión en un horario en el que el público espera una telenovela, con todo lo que eso implica. No es que este cronista abogue por la pureza a ultranza de los géneros (algo de por sí imposible en los tiempos que corren), pero es difícil romper con el imperio de la tradición. El espectador se rebela.
Playa Leonora, la teleserie que acaba de concluir por Cubavisión, fue un ejemplo fehaciente. Los realizadores apostaron por una historia bastante original en nuestro contexto: la verdad es que esta propuesta no se pareció a nada de lo que antes se había producido. Pero al concretarla, faltó distensión, equilibrio. Hemos sido testigos de un regodeo casi morboso en situaciones desagradables, sórdidas, espinosas… sin que mediaran acercamientos más nobles, menos peliagudos, que establecieran un contraste. Las notas de humor —poquísimas— no contribuyeron a aligerar la carga.
Por supuesto que los realizadores tienen el derecho de recrear cualquier cara de la realidad, por muy sucia que parezca. Pero lo repetiremos hasta el cansancio: el espacio de transmisión implica determinados compromisos.
De cualquier forma, los problemas de Playa Leonora trascienden esa circunstancia. Quizás si hubiera estado mejor contada el espectador hubiera podido identificarse mejor con los conflictos y los personajes. Pero la edición fragmentó más de la cuenta, hasta el punto de romper la línea más elemental de exposición.
Hubo cierto descuido en el acabado, algo que no es raro en las producciones nacionales. Se extrañó también una dirección de actores que aunara intenciones e intensidades del elenco. No es que faltaran buenos desempeños, pero en ocasiones pareció que cada intérprete iba por su lado.
Hay que decirlo: en esta historia coral había potencial, las singularidades pudieron haber sido mejor aprovechadas. Playa Leonora no marcó hitos importantes en la producción de dramatizados en la Televisión Cubana. Tampoco es que todas las obras deban marcarlos, por supuesto.