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Elementos de un buen teatro

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El grupo Teatro de los Elementos nació con raíces comunitarias.

En la década de los años 90 del pasado siglo, cuando eran muy notables las limitaciones de todo tipo, jóvenes estudiantes de cuarto año que se formaban como instructores de arte y a quienes el emprendedor José Oriol González impartía clases, solicitaron realizar su práctica profesional en comunidades de los denominadas marginales y en sanatorios, prisiones…

“Esa fragua contribuyó a forjar aspiraciones, enhebrar sueños y esperanzas, acompañando a los hombres y mujeres más humildes, convirtiéndose  en nuestra brújula para indicar el rumbo del camino”, recuerda Oriol, el director y fundador del grupo.

El periplo comenzó en el barrio Romerillo, en el municipio capitalino de Playa. “Investigamos los conflictos y trabajamos con técnicas de confianza y con juegos. Lo visitábamos semanalmente. Organizamos un pasacalles con música y tambores, en el que de manera indistinta añadíamos zancos, banderolas, cintas, estandartes con imágenes…”, agrega el reconocido teatrista.

Después tomaron un barco de pasajeros que los trasladó hasta la Isla de la Juventud. Llegaron a un pueblo de pescadores, carboneros y agricultores, en la costa sur, llamado Jacksonville, a 100 kilómetros de Nueva Gerona. Allí hicieron teatro a partir, sobre todo, de la historia de los primeros pobladores.

“Cuando nos tocó partir, las maestras y las madres nos pidieron que saliéramos de madrugada para que los niños no nos vieran. Confieso que fue doloroso no solo para ellos, sino también para nosotros, pues allí dejamos afectos, aspiraciones, sueños y esperanzas que habíamos construido juntos desde la utopía del teatro”, reseña Oriol.

En el año 1993 se trasladaron, a petición del escritor y etnólogo Joel James Figarola, director de la Casa del Caribe y fundador de la Fiesta del Fuego, a la  comunidad de Barrancas, en la provincia de Santiago de Cuba, reducto de inmigrantes venidos con sus amos franceses después del estallido de la revolución de Haití en 1879.

Seis años más tarde llegaron al poblado de Cumanayagua, en la centromeridional provincia de Cienfuegos, donde vivían más de la mitad de los alumno-actores de Oriol González. “Nos fijamos en un sitio verde, en la premontaña de la cordillera de Guamuhaya, llamado El Jobero, en los mismos llanos donde se asentaron, hace más de un siglo, mis abuelos de origen canario, mis padres y tíos; es el sitio donde nací”, apunta el merecedor del Premio Provincial de Teatro 2014.

“Desde entonces, afincados en esta tierra, nos hacemos llamar Comunidad Cultural Teatro de los Elementos. Por estas razones, hoy somos un proyecto de referencia  tenido en cuenta por la UNEAC, nominado Jobero Verde”.

Y andan y desandan los asentamientos, presentando obras a los serranos y campesinos que, en su inmensa mayoría, no han visitado nunca una sala teatral.

¿Cuáles son los proyectos inmediatos?

“Este año seleccionamos dos temáticas para nuestras obras: una es el agua, porque Cumanayagua está rodeada por dos ríos: el Arimao y el Hanabanilla, y atravesada por el arroyo El Tejar. Es importante hacer un llamado en las escuelas y comunidades, así como a los maestros, niños y adultos, a preservarla.

“La otra es muy cercana a nuestro entorno y está referida al porqué el campesino actual se va de la montaña. Pensamos montar una obra que trate ese asunto, porque mucho se necesita de la contribución de los hombres y las mujeres de la serranía, sobre todo en estos tiempos”.

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