Por Francisca López Civeira
Cuando Cuba se encontraba ocupada militarmente por Estados Unidos (1899-1902), la aspiración a la independencia se expresó por muy diversas vías y formas. Rastrear el sentimiento independentista, en sus múltiples y variadas maneras de manifestarse, permite acercarse a los modos en que el pueblo cubano hizo patente la persistencia de sus más caras aspiraciones. En una coyuntura tan compleja, esas expresiones se producían muchas veces a través de metáforas, modos indirectos, es decir, se trataba en muchos casos de no provocar al ocupante sin dejar de hacerle saber cuál era el sentir prevaleciente.
Esta actitud puede apreciarse en poemas como “La libertad de Cuba”, dentro de las “décimas que canta Ramitos”, cuando dice:
La tierra del siboney,
Que da el tabaco y la caña,
De la cruel garra de España
La libertó Mac Kinley.
Darle gracias es de ley
Por sus proyectos humanos
¡Vivan los americanos!
Sin cesar repetiremos;
Pero unidos les diremos:
Cuba para los cubanos.[1]
Otras veces, se recurría a expresiones directas, de denuncia al poder interventor, pero siempre con el propósito de afirmar la voluntad patriótica.
La aspiración a la plena independencia y, con ella, al establecimiento del estado nacional cubano, se acompañaba de una desconfianza cada vez más creciente acerca de los propósitos del poder interventor. El país que muchos habían percibido como aliado en la lucha contra el colonialismo español, ahora prolongaba su presencia en Cuba como máximo poder y articulada políticas que facilitaban y consolidaban su presencia en todas las esferas de la vida del país. La situación no se esclarecía, el futuro no se veía diáfano, por lo que el recelo se adueñaba de los estados de opinión.
Entre las muchas formas de reflejar la incierta y sospechosa situación que padecía Cuba, se encuentran poemas y canciones de diferentes géneros. Quizás uno de los más representativos –y desconocido– de aquel momento es “El Bolero de Marianao”, recogido en la antología publicada bajo el título La nueva lira criolla por alguien que se identificó como “Un vueltarribero”. El subtítulo de esta compilación aclara muy bien su contenido y época: “Guarachas, canciones, décimas y canciones de la guerra”. Este “Bolero”, que resulta también anónimo, se define como “canción patriótica” y comienza con una clara presentación de la naturaleza de la supuesta autora y sus propósitos:
Yo soy cubana, yo soy patriota,
Yo no transijo con la opresión;
Yo quiero libre ver a mi patria
De toda extraña dominación.
Y viva Cuba, viva el machete,
Viva el valiente que lo empuñó:
¡Hurra! A los montes hijos de Cuba,
Si nos engaña la Intervención.[2]
Se trata, por tanto, de la voz de una mujer que se califica de patriota y que exhorta a combatir “si nos engaña la Intervención”, con lo que pone en evidencia la desconfianza acerca de las intenciones del poder interventor. A continuación, presenta una especie de diálogo en el cual la creadora pregunta la causa de su pesar a “una cubana” que lloraba “en la playa de Marianao”. La respuesta es una definición de la circunstancia de ese momento:
–Lloro –me dijo la joven bella–
Sin que mi llanto puedan calmar,
Porque en el Morro aun no contemplo
Nuestra bandera libre flotar.
A esta respuesta sigue una especie de estribillo que, con variantes de formas, da vivas a Cuba y a quienes combatieron por ella. En ese estribillo se añaden sucesivamente nombres de sitios de combates y batallas como Saratoga, Peralejo o las Taironas, también se dan vivas a los combatientes, a los que hicieron la invasión y hasta a los caballos que sirvieron en aquella gesta y al machete que empuñó el mambí.
Entre cada estribillo se va colocando el diálogo, en el que inicialmente la autora se solidariza con la sufriente al decir:
–Santa es la pena que te acongoja,
Como tu llanto no hay otro igual;
Ven, dulce niña, que yo rendida
Tu noble frente quiero besar.
El “Bolero” expresa un fuerte rechazo al posible dominio de Estados Unidos y exalta el derecho de Cuba. Esto se ve en diferentes estrofas:
Cuba, la Perla de las Antillas,
Su virgen seno no desgarró
En cruda guerra, catorce años
Por cambiar solo de amo y señor.
……………………………..
Queremos todos la independencia
Sépanlo el yanqui y el español;
Nuestra divisa es Cuba libre
De toda extraña dominación.
En el discurso del “Bolero” hay también la ironía a partir de la gestión del gobierno de ocupación, lo que puede verse en unos versos muy llamativos:
El extranjero nos acaricia,
Barre las calles que es un primor,
Pero se lleva todo el dinero
De las aduanas a Nueva York.
Este “Bolero” termina reiterando su presentación de inicio, “Yo soy cubana, yo soy patriota (…)”, para cerrar con el llamado inicial: “¡Hurra! A los montes hijos de Cuba,/ Si nos engaña la Intervención.”
Como puede verse, la creación poética y musical fue una de las maneras de enfrentar la ocupación militar extranjera y afirmar la voluntad de alcanzar la independencia de “toda extraña dominación”.
[1] La nueva lira criolla. Guarachas, canciones, décimas y canciones de la guerra por un Vueltarribero. 5ta edición aumentada, La Habana, La Moderna Poesía, 1903, p. 120 [2]Ibíd. El texto completo aparece entre las páginas 195 y 197