Más que el crítico estado constructivo en que se encuentra buena parte de la centenaria arquitectura del Museo municipal de Limonar, lo que hondamente me preocupa es la deplorable situación en que se encuentran las vitrinas, totalmente corroídas por el comején, las cuales en cualquier momento pudieran quebrarse y lanzar hacia su entorno los inmensos y gruesos cristales que las protegen.
Vale advertir que tal condición pudiera ser causa de un fatídico accidente en un centro recurrentemente visitado por niños que asisten a las numerosas actividades histórico-patrióticas que allí se organizan cada mes.
La vistosa y vetusta instalación fue construida en el año 1890 por la Sociedad Económica de Amigos del País, gracias al legado de buena parte de la herencia de Don Basilio Martínez y González, para acoger la Escuela Pública La Encarnación.
Entre el valioso patrimonio que allí se atesora se encuentra la colección completa de trofeos, medallas, diplomas y otros documentos, imágenes y objetos relacionados con la trayectoria deportiva de Javier Sotomayor, gloria del deporte nacional, nacido en 1967 en esa localidad matancera, considerado el mejor en la historia de la prueba de salto de altura, así como otros artículos, fotos y escritos sobre las primeras comunidades aborígenes (paleolíticos, mesolíticos y neolíticos) existentes en Limonar, y las luchas por la definitiva independencia nacional.
El Museo municipal de Limonar, vanguardia nacional del Sindicato de la Cultura, y querido y admirado por varias generaciones de lugareños, será próximamente propuesto como Patrimonio local. El pasado año, luego de anunciado, no pudo acreditársele el presupuesto necesario para su reparación. Ahora se prevé que para el 2015, esa cifra pueda satisfacer las urgentes necesidades de reanimación del inmueble y sus vitrinas.
