A finales de marzo del 2013 Trabajadores una entrevista a Luis Carbonell, quien dos décadas atrás había sido distinguido con los premios nacionales de Música y de Humorismo. Fue uno de los primeros textos aparecidos en la prensa nacional a propósito de los 90 años que cumpliría el 26 de julio de ese año.
Conmovido llamó a la redacción para agradecer. Entonces confirmé que la humildad del Maestro, esa de la que tanto se habla actualmente cuando falta, no era pose sino tan real como su magisterio.
Le devolvimos el gesto y fuimos a su encuentro por segunda vez. La visita sería más bien de cortesía, pero se convirtió en una amena charla de confesiones y anécdotas. Algunas de ellas nos permiten ubicar a Carbonell entre lo más lúcido de la intelectualidad cubana del siglo XX. Aquí un fragmento de su testimonio de entonces:
“Virgilio Piñera fue mi amigo hasta su muerte, pero lo conocí después de un susto tremendo pues tuve que recibirlo, sin previo aviso, a las ocho de la mañana en mi casa. Eso fue por 1956, cuando hice mi primer recital de cuentos en el Hubert de Blanck, entonces sede del Teatro Estudio. Esa obra constituyó una novedad pues de ahí partió lo que se conoce hoy como la oralidad o narración de cuentos literarios. “Ese día Virgilio llegó a mi casa medio molesto pues alguien le había dicho que yo había montado un cuento suyo, La fiesta, y le había cambiado el texto. Le expliqué y lo invité al concierto. Esa noche se apareció con ocho invitados, entre ellos Guillermo Cabrera Infante, entonces importante crítico de la revista Carteles, y Mariano Rodríguez, el pintor.
“Cuando terminé fueron todos a saludarme al camerino y la primera palabra de Virgilio fue: ‘¡Fantástico!’ Eso me permitió volver a respirar pues estaba en un nervio, pero Infante me preguntó: ‘¿En qué tiempo ha montado eso?’ En ocho meses, estudiando sin parar. ‘Ahhhhhhh…’ fue su respuesta y también mi premio pues aquellas personas habían entendido lo que significó montar aquel espectáculo con 11 voces distintas. Ahí estaba el Tobías, de Félix Pita Rodríguez, con cuatro voces diferentes; ¿Por qué cundió brujería mala?, de Lidia Cabrera, con tres; El Antecesor, de Miguel Ángel de la Torre, con dos; Un hombre de teatro, de Miguel de Marcos, con cuatro; La fiesta, por supuesto, y otros cuentos. Las notas al programa las hizo Salvador Bueno.
“Un concierto así exigía madrugadas enteras, días sumergidos en esas historias, en ese mundo. Por eso cuando me preguntan cuándo aparecerá un sucesor mío les respondo: El día que haya una persona que estudie lo que he estudiado yo”.
Sugerimos «Esa negra Fuló», una pieza antológica de Luis Carbonell.
[youtube url=»http://youtu.be/_Z2kZ9-_iGI»][/spoiler][/spoiler] Video tomado por el musicólogo Oni Acosta en la entrada del Teatro Nacional, donde el pueblo cubano rindió homenaje a los restos de Juan Formell.[/youtube]