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Hacia «Día Cero»

Por: Caridad Carrobello, Doctora en Ciencia de la Comunicación…

A falta de una suficiente información pública, mucho se especula en nuestro país en relación con el “Día Cero”, cuando se produzca la unificación monetaria. En el plano técnico, desde ese momento el Banco Central de Cuba emitirá una única moneda (el CUP) que funcionará como unidad de cuenta y para transacciones. Es decir, las empresas y las personas naturales no realizarán compras y ventas en CUC sino con el llamado peso cubano.

Se sabe que el proceso comienza por las empresas. Estas se han preparado para el cambio, que tal vez sea este año. La Resolución 19 del 2014, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, dejó sentadas al detalle las medidas financieras y contables a establecer en las entidades estatales.

Pero, ¿cuándo será exactamente la transición, qué beneficios habrá para el salario de los trabajadores de modo que redunde en el incremento de la productividad y el crecimiento económico del país?, son interrogantes a esclarecer sin más dilaciones.

La doble circulación monetaria se originó en los 90, cuando Cuba perdió las relaciones preferenciales de comercio con los antiguos países socialistas de Europa del Este, integrados en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (Came), y desde entonces la nación caribeña debió insertarse en un contexto económico diferente.

Según la doctora Vilma Hidalgo, profesora de la Facultad de Economía y vinculada a la Comisión para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, en aquella década Cuba sufrió un decrecimiento de su economía de hasta el 35 %; la escasa oferta de bienes y servicios, en contraposición con la liquidez monetaria requerida para mantener el nivel de empleo, erosionó las funciones monetarias del peso cubano. En otras palabras, había dinero en circulación sin poder emplearlo.

Fue preciso establecer la dolarización parcial. En el sector empresarial se permitió utilizar dicha moneda como unidad de cuenta y medio de transacciones, fundamentalmente en sectores vinculados al turismo, al mercado interno en divisas y a empresas extranjeras. El Estado, además, implementó un programa de saneamiento financiero y creó un sistema de tiendas para recaudar divisas, con fines redistributivos. Dichas acciones consiguieron bajar la tasa de cambio a favor del peso cubano y ayudaron a la afluencia de divisas al país. En el 2003 otras medidas se centraron en la desdolarización de la economía.

Pero para la empresa cubana la falta de un tipo de cambio realista que permitiera conectar los flujos financieros en pesos y dólares, ha dificultado la medición de los hechos económicos y la eficiencia. A la par, expresa Vilma, en un contexto de débil regulación, segmentación de mercados y ausencia del espacio cambiario empresarial, la dualidad obstaculiza la articulación de cadenas productivas y afecta a potenciales productores nacionales.

Para las entidades exportadoras el tipo de cambio de un CUP por cada dólar, vigente en el sector, reduce los ingresos. Si la tasa fuera de diez por uno, aunque todavía sea insuficiente para lograr un desempeño económico que cubra gastos, inversiones, salarios, entre otras actividades, posibilitaría que la empresa y su colectivo estuviesen más estimulados a producir.

La dualidad monetaria aquí se concibió como una medida parcial y transitoria, como el mejor mecanismo para no aplicar ajustes con efectos traumáticos para la población y la economía. Su gran problema es que se ha extendido demasiado. Los Lineamientos y reiteradas intervenciones de dirigentes de la Revolución han insistido en una solución en breve plazo. Toda Cuba espera por ello.

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