Su atracción marca el retorno de la mirada una y otra vez. Cada detalle de la estructura se muestra imponente desde la esquina en que domina el paisaje en el parque Serafín Sánchez. La biblioteca Rubén Martínez Villena acentúa su belleza por estos días, para esperar deslumbrante el medio milenio de la villa.
Toda el área del hall, incluido los sinuosos detalles que le adornan, quedó revitalizada tras las acciones de pintura. También la cúpula que destaca en lo más alto de la otrora Sociedad Artística y Literaria El Progreso recuperó la luminaria responsable de distinguir los relieves que la hacen única entre las construcciones de la urbe. Los vitrales de esa especie de bovedilla quedaron en manos de restauradores de la Oficina del Conservador de La Habana para ofrecer al público los traslúcidos de antaño.
Ernesto Vargas, quien ha pasado parte de su vida entre las paredes que resguardan miles de libros, aclaró a la prensa: “Repusieron muebles sanitarios y remozaron con lozas los baños. Además, la sala general, ubicada en el tercer nivel, quedó totalmente reparada. Techos, paredes, lámparas, puertas, e incluso el cielo raso, están como nuevos”.
Las Venus que custodian la entrada de la impresionante construcción también renovarán sus imágenes a manos de jóvenes trinitarios. Así, la Rubén Martínez Villena seguirá desprendiendo ese encanto instantáneo que solo ella provoca, apenas ingresamos en el corazón de la eterna villa del Espíritu Santo.
