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En este oficio nunca se deja de aprender

Jesús Arias cree que está en buen momento de su carrera. Foto: Yuris Nórido
Jesús Arias cree que está en buen momento de su carrera. Foto: Yuris Nórido

Jesús Arias Pagés vivió su infancia en Guáimaro, “un pueblo de campo”. ¿Imaginó que llegaría a ser bailarín? “Ni soñarlo. Yo nunca fui un niño de soñar mucho. Además, no hay nadie de mi familia en el arte. Un día estaba en la escuela y llegó una profesora a hacer pruebas de aptitud. Aprobé. Mi madre dudó al principio, pero al final me apoyaron. Mi padre no quería definir mi futuro, eso tenía que ser una decisión mía. Y me fui a Camagüey a estudiar”.

Estudiaste ballet clásico, pero lo que haces ahora es más contemporáneo.

En algún momento me di cuenta de que mi cuerpo tenía más que ver con lo contemporáneo. Después de graduado entré en el ballet Endedans, que dirige Tania Vergara. Y hasta el día de hoy.

¿Para qué sirve la danza?

Para muchas cosas, supongo. Pero en mi caso me ha ayudado a perder un poco de miedo, a enfrentar los obstáculos de la vida. He tenido que bailar cosas muy difíciles, chocantes para mí. Pero me he dicho: debo hacerlo, es la única manera de crecer.

¿Ha sido fácil el camino?

Para nada, los que me conocen saben el trabajo que he pasado. Durante un tiempo tuve incluso que viajar todos los días de Guáimaro a Camagüey. Es lejos, tenía que madrugar. Y cuando estaba en mi casa, ayudaba a mi familia. Llegaba a la escuela y los muchachos me decían: estás muy tostado, ¿fuiste a la playa? En realidad había estado en el campo, trabajando.

Ahora vives en Camagüey, que tiene tradición en la danza.

Sí, ahora vivo con Lisandra Gómez, mi pareja, que también es bailarina de Endedans. Eso ayuda mucho, claro. Pero siento que seguimos en desventaja. Pocos vienen a Camagüey a montar coreografías, a hacer talleres. A uno le queda aprovechar bien las experiencias, las oportunidades.

De lo que has bailado, ¿qué te ha marcado más?

Me gustó mucho hacer La Carmen, la coreografía de Tania a partir de la famosa historia. Hice de todo: fui hombre de pueblo, travesti… por fin interpreté a la Carmen y por último asumí el papel de José. Cada personaje demandaba cosas muy particulares. Ver y bailar la obra desde tantos puntos de vista me enriqueció.

Precisamente por tu interpretación de José recibiste el Premio de Coreografía de la Uneac este año…

Sí, fue una sorpresa. El premio me ha dado más confianza, me siento más maduro. Aunque en este oficio uno nunca termina de aprender. Creo que estoy en un buen momento y no voy a perder tiempo, no me voy a confiar. Quiero ponerle más vida a lo que bailo.

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