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Por Eduardo González Martínez y Yuneimys Silva Echevarria, estudiante de Periodismo
El bicitaxi ya es parte del paisaje en muchas de nuestras ciudades. Constituye el transporte alternativo para un sector de la población que prefiere trasladarse al ritmo del pedaleo y la música que casi siempre lo acompaña.
Este servicio comenzó en Cuba hace más de una década; no obstante, muchos de sus practicantes laboran sin patentes, escondiéndose de los inspectores. Entre los afectados, por supuesto, se encuentran aquellos que portan licencia.
Sus competidores ilegales les quitan el pasaje, pues suelen parquearse fuera de piquera, en lugares prohibidos pero estratégicamente mejor ubicados. A pesar del esfuerzo de las autoridades para enfrentar la situación, continúan las violaciones.
En la ciudad de Pinar del Río existen solo seis piqueras oficiales, aunque hay muchas otras identificadas por las fuerzas de enfrentamiento. “Entre ellas la avenida Rafael Ferro, una vía rápida con amplia circulación de vehículos. El parqueo de bicitaxis no acreditados en esta zona afecta a los integrantes de la piquera del Parque Colón, una de las más organizadas del municipio”, explica Deivy Marimón Luaces, jefe del grupo de enfrentamiento de la Dirección Integral de Supervisión (DIS) del municipio de Pinar del Río.
Por su parte, los que componen el grupo de Subirana y Carlos III en La Habana se quejan del acecho de bicitaxistas ilegales pues constantemente les roban los pasajes.
“Mientras esperamos en el lugar establecido uno de nosotros está en el punto de salida y otro en el segundo puesto. No nos permiten parquear en la esquina de Carlos III y esto nos perjudica porque los que están sin licencia esperan alrededor de la tienda y nos pueden quitar los viajes”, dice el bicitaxista Alberto Mestre.
“Hay que tomar medidas con los que están ilegales, que en definitiva, perjudican al país y al pueblo, porque no pagan los impuestos”, afirma uno de estos trabajadores en vueltabajo que no deseó dar su nombre.
“Su licencia, por favor”
“Yo trabajo sin licencia y es verdad que a veces tengo problemas pero no he querido someterme a ese trámite, prefiero quedarme como estoy”, expresó un chofer en Centro Habana, que tampoco reveló su identidad.
Si bien existen quienes prefieren correr el riesgo por no pagar los impuestos, las retribuciones de permanecer en la legalidad son comprensibles y expuestas por otro de estos cuentapropistas en Pinar del Río, quien argumenta la ventaja de realizar la cola en la piquera sin preocupaciones, pues “vienen menos inspectores porque saben que estamos organizados”.
Sin embargo, Mestre y Lázaro Leyé, perteneciente a la piquera de Amistad entre Dragón y Barcelona, aunque comparten el criterio de trabajar del lado de la ley, se quejan del chequeo constante: “A veces perdemos un viaje cuando nos detienen para verificar los documentos; el cliente apurado se baja y toma otro bicitaxi. Nos controlan más a nosotros que tenemos licencia que a los que no tienen”.
Marimón Luaces acotó que “la mayor parte de las medidas destinadas a los que poseen sus papeles en regla son por permanecer fuera de piquera. Por otro lado, a los ilegales se les imponen multas y cuando son reincidentes se les aplica la cuantía máxima de mil 125 pesos; además, no recuperan el bicitaxi hasta mostrar los documentos que lo acreditan como trabajador legal”.
Según Leticia Ramírez Rodríguez, miembro del Sindicato Provincial del Transporte en la capital, a cargo de los trabajadores no estatales, “el vínculo de los bicitaxistas con el sindicato existe, estamos representados en la mayoría de los municipios. Cuando los bicitaxistas tienen algún problema saben cuál es el mecanismo para comunicarse con nosotros.
“Ante cualquier incidencia vienen aquí y los acompañamos a la estación de policía, a la DIS o a cualquier otro lugar. De esta forma ellos se sienten representados”.
Mucho queda por hacer. Todos los días los bicitaxistas ilegales circulan en detrimento de quienes poseen sus documentos en regla y el riesgo de parqueo en zonas prohibidas es considerable.
El trabajo debe apuntar, precisamente, a empujar a la legalidad a quienes conducen sobre la ilegalidad. Las autoridades deben comprender que más allá de elevar las cifras de multas, lo importante es obtener resultados palpables que reflejen el triunfo de la ley.
