Este 29 de abril el pueblo del Alto Oriente cubano conmemora el aniversario 170 del natalicio del Mayor General Pedro Agustín Pérez, el militar de más alta graduación que tuvo este territorio en las guerras de independencia y quien fuera además el primer alcalde de Guantánamo.
En el histórico poblado de San Anselmo de los Tiguabos nacía el 29 de abril de 1844 Pedro Agustín Pérez Pérez, tercer hijo del matrimonio formado por Eligio del Carmen Pérez y de Lucía Antonia Pérez y Céspedes, quien era prima Carlos Manuel de Céspedes.
Desde pequeño conoció del duro trabajo en el campo y llegó a sentir un odio visceral por los maltratos que cometían con los esclavos las partidas de rancheadores que dirigía su tío Miguel Pérez, el más famoso rancheador de Oriente.
Según cita el historiador de la ciudad de Guantánamo José Sánchez Guerra en su libro Pedro A. Pérez El Mayor General del Alto Oriente, el héroe guantanamero era de estatura mediana y depies pequeños —de ahí el apodo de Periquito—. Se distinguió por sus habilidades en las carreras de caballos, en las competencias de tiro y en la caza de venados. Medianamente robusto, de buena figura, siempre garboso, ágil y vigoroso. Su apariencia exterior armonizaba con su manera de vivir.
Bien parecido, aún después de los cincuenta años, tenía facciones regulares: frente alta, ojos negros y penetrantes, pelo negro y dentadura fuerte y bien cuidada, así como el peinado, el bigote y las patillas. Distinguía por su atildada elegancia en el vestir. Se dice era parco en el baile y en el canto, aunque le agradaba asistir a los bailes del campo y participar cada cierto tiempo a observar una corrida de toros o jugar dinero en la valla de gallos. Los que lo observaron quisieron verlo como un hombre deseoso de no desagradar, era atento y prudente con los hombres y cortés con las mujeres. Solo bebía vino con discreción.
Periquito, siguiendo las influencias familiares se incorporó muy joven a las filas del ejército español y es allí donde su pensamiento va evolucionando hasta convertirse en un conspirador de las fuerzas mambisas en la primera guerra de independencia.
Su vida está llena de momentos épicos que serían magnífica trama para una novela de aventuras. Baste recordar la forma extraordinaria en la que logró fugarse de las mazmorras de la fortaleza del Morro en Santiago de Cuba, donde estuvo preso por los españoles por sus actividades revolucionarias.
Pero en su larga hoja de servicios, en las que se pueden nombrar innumerables combates en los que acompañó a los hermanos Maceo, Gómez, Calixto García y otros patriotas, tres hechos resultan verdaderamente destacables.
El primero, su poder organizativo en la preparación de la Guerra Necesaria de 1895 y su posterior alzamiento el 24 de febrero de ese año en la finca La Confianza. El segundo, el papel jugado por Periquito y su tropa en la preservación de la vida de los principales jefes de la revolución (Maceo, Martí y Gómez) tras sus respectivos desembarcos por tierra guantanamera.
El tercero de estos hechos históricos es la actitud digna del Mayor General guantanamero al conocer que las tropas tercer regimiento yanqui emplazadas en Guantánamo negaban a las fuerzas mambisas su entrada a la ciudad.
El 8 de agosto de 1898 en entrevista concedida a periodistas norteamericanos el General Pedro A. Pérez señalaba: “El ejército cubano no ha estado peleando por la anexión, ni por el dominio y control de los Estados Unidos. Nuestra lucha ha sido por la independencia y el ejército cubano no se satisface con ninguna otra cosa….”
Un año más tarde, en misiva al Generalísimo Máximo Gómez deja plasmada su incondicional decisión de seguir batallando por la independencia real de la patria al expresarle: “Usted sabe que yo estoy a sus órdenes incondicionalmente, y que estoy dispuesto a obedecer las órdenes que usted crea conveniente, porque para vivir en la incertidumbre más vale, General, echarlo todo de paso”.
El 13 de abril de 1914 fallecía, a los 70 años de edad el Mayor General Pedro Agustín Pérez, la figura más excelsa del mambisado guantanamero, quien es y será faro y ejemplo para las nuevas generaciones de hijos e hijas del Alto Oriente, llamados hoy a continuar preservando nuestra soberanía.