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Ropas de pueblo y armas en las manos

Significativamente importante fue la celebración del Primero de Mayo de 1959, cuando por primera vez trabajadores, soldados y pueblo en general desfilaron por las capitales de todas las provincias y de la nación.

Entre los participantes figuraban los integrantes de las primeras milicias populares voluntarias, surgidas a partir de una información publicada el 5 de marzo de ese año en el diario Noticias de Hoy, en la cual se convocaba a los pobladores de San Antonio de los Baños a reunirse esa noche en el círculo de trabajadores de la localidad, con el objetivo de discutir acerca de la conveniencia de crear una fuerza popular para defender la Revolución.

Se trataba de una zona eminentemente tabacalera, donde las tradicionales lecturas de tabaquería habían formado en los trabajadores de ese sector ideas más avanzadas que en los restantes. Esa singularidad permitió que, desde las primeras medidas adoptadas por la Revolución, se percataran de que era un proceso diferente y comprendieran la necesidad de organizarse para defenderla.

La respuesta a la convocatoria fue masiva, tanto que el local resultó pequeño y fue preciso instalar equipos de audio en las calles aledañas para garantizar que todos pudieran escuchar cuanto allí se debatía.

Dos días más tarde, el propio diario refirió que los participantes en el encuentro determinaron crear las milicias populares voluntarias y pedía al Gobierno los instructores necesarios para aprender el manejo de las armas en sus horas libres.

Asimismo, acordaron solicitar a Fidel la aprobación de la iniciativa, emprender de inmediato el reclutamiento, recabar el apoyo de los jóvenes al movimiento y contribuir a su desarrollo en todos los municipios. Las inscripciones comenzaron allí esa noche y se extendieron a la sede del Colegio Médico y a la Casa del 26.

Los trabajadores entre los primeros

Rápidamente, en San Antonio de los Baños fueron creados siete destacamentos de milicianos integrados por militantes del Partido Socialista Popular (PSP), del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), del Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR-13-M) y el pueblo en general, sin distinción de sexo ni edad. Los trabajadores figuraron entre los primeros.

Al principio el interés se centró en la obtención de la necesaria disciplina militar, y posteriormente comenzó el aprendizaje del manejo de las armas, para lo cual emplearon las ocupadas en el cuartel y la estación de policía tras la derrota del régimen tiránico de Fulgencio Batista.

Las prácticas las realizaban en diversos puntos del poblado, entre ellos el Centro Médico y la pasteurizadora Súper Milk; más tarde esta última devino cuartel general de los milicianos.

Un proceso de unificación de los destacamentos llevó al surgimiento de un batallón de siete compañías, al cual le entregaron mil fusiles R-2; con ellos se atrincheraron en la loma de El Cacahual en ocasión de la primera movilización popular convocada al finalizar diciembre de 1960 con motivo del cambio presidencial en Estados Unidos.

Concluida la movilización fueron enviados a pasar la Escuela de Milicias de La Chorrera, en El Calvario, donde recibieron la denominación de batallón No. 164, con mil 54 efectivos.

Lo acontecido en San Antonio de los Baños repercutió en todo el país. En el ingenio y las colonias del central Palma, más tarde denominado Dos Ríos, se crearon más de 30 destacamentos de milicias integrados por hombres y mujeres de todas las edades y procedencia. Manzanillo no se quedó atrás, y en asamblea celebrada el 20 de marzo los obreros del calzado acordaron incorporarse al movimiento militar; les siguieron los trabajadores del comercio y de otras esferas laborales.

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