Julia, Gilda, Ileana y Juan Antonio saben compartir lo que tienen en bien de los demás y eso les ennoblece el espíritu. Ellos, como otros, donan con periodicidad parte de los pesos cubanos convertibles que reciben como estímulo por la labor desarrollada o a través de las propinas, para contribuir a sufragar los enormes gastos de programas priorizados de la salud pública, como el materno-infantil y el de lucha contra el cáncer.
Como cualquier cubano de estos tiempos, también tienen carencias y necesidades y el mes les es mucho más largo que el salario. No obstante, sienten la necesidad de aportar y así lo hacen, a través de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Un reciente encuentro de quienes en la centromeridional provincia de Cienfuegos se destacan más por sus contribuciones con directivos del hospital pediátrico Paquito González Cueto y sobre todo, con los niños que son atendidos en la sala de Oncohematología y sus familiares dejó una estela enorme de sentimientos.
El doctor Alain Reyes Sebasco, director en funciones del centro asistencial, les explicó a los donantes la enorme significación de su aporte, pues los medicamentos resultan muy costosos y en su inmensa mayoría deben ser importados. Informó que con enfermedades oncológicas o hematológicas, sobre todo con ciclemia (anemia por causas hereditarias), atienden unos 20 niños y niñas, quienes reciben una atención médica esmerada y del más alto nivel.
José Luis Cruz Navarro, miembro del Secretariado Ejecutivo de la CTC en Cienfuegos, precisó que desde el año 1993 trabajadores cubanos aportan de manera voluntaria para esos programas y los fondos se han destinado a la adquisición de medicamentos, radiactivos, bolsas parenterales, piezas de repuesto y ventilados neonatales, entre otros elementos esenciales para la atención y los tratamientos correspondientes.
A la sala de Oncohematología del pediátrico cienfueguero también acudieron miembros de la Agencia de Seguridad y Protección (AGESP) del Ministerio de Transporte (MITRANS), quienes hicieron una donación de juguetes a los niños y niñas enfermos.
El propósito fue llevarles un hálito de alegría y compartir una sonrisa común salida de la solidaridad y el apego a los valores más genuinos del ser humano.
