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Una cadena de altos quilates

A El Trigal se traen mercancías de toda Cuba y se vende de forma mayorista y hasta minorista. Fotos: Heriberto Gónzalez Brito

Por Elisdany López Ceballos, Betty  Beatón Ruiz, Juanita Perdomo  Larezada y Ana Margarita  González 

La diversidad de  fórmulas para la comercialización  de los  productos agrícolas, puesta  en práctica durante los últimos  tiempos en el país, ha  acabado con los abarrotes en  los centros de acopio o las  pérdidas en el campo, males  que obstaculizaban la  llegada de estos a la mesa  y convertían en nada el esfuerzo  de los hombres y los  recursos empleados en la  producción.

Las ventas directas a las  instalaciones del turismo, por  las formas de pago y la seriedad  en su cumplimiento, tienen  un impacto para los productores  y esos centros que  logran garantías en el abasto  de alimentos frescos y a menos  precio que los importados.

Las ferias de fines de semana  —con surtidos de calidad  y costos más bajos que  los del resto del mercado—,  se han estabilizado en varias  provincias, con buena acogida  entre los consumidores.

Las nuevas políticas diseñadas  sobre la base de los Lineamientos  181 y 183, aconsejan  adecuar la producción  a la demanda, transformar  la comercialización y buscar  mecanismos de gestión  más ágiles que contribuyan a  reducir las pérdidas, al simplificar  los vínculos entre la  cosecha y el consumo.

En fase de evaluación,  para corregir defectos y extenderla  a todo el país, se  encuentra lo que todos quisieran  fuera una fórmula definitiva  para la comercialización  —La Habana, Artemisa  y Mayabeque—, que tiene en  cuenta desde la contratación,  ventas minoristas de productos  y de envases, trabajo por  cuenta propia, arrendamiento  de mercados y de los camiones,  y el abastecimiento  al consumo social.

Malpica viene a El Trigal porque Acopio de Matanzas le debe más de 200 mil pesos a su cooperativa; aquí le pagan al momento.

Son innegables los avances  que se experimentan, sin  embargo, está silenciado en  las legislaciones el hecho de  que contra los consumidores  atenta la inflación de los  precios de los productos que  se adquieren en cualquiera  de los mercados a cifras muy  superiores a las de los costos  de sus cosechas y la transportación.

Para comercializar hay que  producir 

Cuando preguntamos cuál  es el problema fundamental  de la comercialización, casi  todos los aludidos respondieron:  la insuficiencia de la  producción. Y aunque ciertamente  una depende de la otra,  se necesita una cadena de altos  quilates para atar todos  los mecanismos que llevarían  a feliz término el destino de  los productos que se obtienen  del campo.

Una investigación realizada  por Trabajadores reveló  varias aristas sobre el  tema. Antonio Sánchez Vargas,  director de la Empresa  de Acopio de Matanzas, definió  que el incumplimiento  de las formas productivas  dificulta el encargo social  de su entidad.

Según manifestó Gabino  Méndez, subdelegado de Economía  de la delegación de la  Agricultura de esa provincia,  durante el balance del Ministerio  de la Agricultura (MINAG)  del 2013, la citada entidad  debe cerca de 25 millones de  pesos a los productores, solo  por concepto de compra de  frijoles. Eso ha motivado que  no pocos desvíen cosechas de  este grano hacia otros destinos,  e incumplan con el encargo  social y, por ende, con  los contratos, dijo.

Lázaro Bello Rodríguez,  jefe del departamento de  Cultivos Varios de la propia  delegación, enumeró varias  de las acciones para resolver  ese déficit: “Trabajamos para  llegar a las cantidades de plátano  producidas antaño, pero  los resultados demorarán  unos dos años; al cierre del  2013 solo llegamos al 69 %  del plan.

“Este es un cultivo necesitado  de recursos que no tenemos;  peor sucede con el ajo  y la cebolla, que casi no podemos  conseguir para ofertar en  los mercados estatales”. En su  criterio, se precisa mejor planificación  y organización de  las producciones.

Las limitaciones con el  combustible fueron señaladas  por Roberto Santana,  presidente de la Cooperativa  de Producción Agropecuaria  (CPA) Ramón Martel, de Limonar.  “No nos llega a tiempo  el que tenemos asignado  y en la agricultura hay que  aprovechar el momento oportuno  y dar el golpe cuando lo  lleva”.

Consideró que “aparejado  a los mecanismos de la contratación  y del plan deben ir  los insumos, pero a veces no  vienen completos, como también  entran tarde los químicos  para la limpieza de los  potreros”.

Uno de los productores  que en esta parte de la geografía  cumple sus compromisos  es José Alberto Malpica,  de la Cooperativa de Crédito  y Servicios (CCS) José Hidalgo  Abreu, de Los Arabos. Lo  encontramos en El Trigal de  La Habana. “Concurro a este  mercado después de cumplir  mi plan de producción, que  son 800 quintales de piña.

“La traigo aquí porque  gano un poquito más y ha habido  dificultades con el pago  allá; desde diciembre pasado  Acopio no liquida sus deudas,  a mi CCS le debe más de 200  mil pesos”.

Otro enfoque del asunto  llegó desde Santiago de  Cuba. Waldemar Jaime García,  director de Acopio en la  provincia, señaló: “Una de  las dificultades que tenemos  en la comercialización es  que no alcanzamos la variedad  de las ofertas a las que  aspiramos; la mayor estabilidad  se da en las viandas,  no así en hortalizas y frutas,  donde hemos presentado  dificultades aun cuando  se trabaja con un balance  nacional que tiene la Unión  de Acopio para mandarnos  surtidos desde Ciego de Ávila,  Mayabeque, Artemisa y  otras provincias”.

Las producciones agrícolas  en Sancti Spíritus están  limitadas por la baja disponibilidad  del regadío. Así lo admitió  Víctor Santos, director  de Acopio en ese territorio,  quien aclaró que “al practicar  la agricultura de secano  dependemos de las bondades  del clima”.

“En La Habana no se  pierden producciones, y aunque  parezca poco lo que pueda  lograrse por lo reducido de  su superficie agrícola, garantizamos  el suministro a los  mil 599 centros del consumo  social y a los mercados, con  una vinculación directa entre  las unidades productoras  y estos”, afirmó Julio A. Martínez  Roque, director de la  Agricultura en la capital.

La creciente afluencia de vendedores a las ferias deviene motivo para la creación de nuevos quioscos en Sancti Spíritus. Foto: Vicente Brito

Contratar, planificar,  ordenar 

El contrato, definido en el  Lineamiento 10, de la Política  Económica y Social, es un  instrumento esencial para la  gestión económica, sin embargo,  las ineficiencias que  persisten en su elaboración,  ejecución y control son la  base de muchos de los incumplimientos  que arrastra el  Ministerio de la Agricultura.

Sucede a pesar de que  “para este 2014 se editaron  las políticas y procedimientos  de la contratación y se dieron  los seminarios en todos los  municipios. Pensamos que  existe la capacitación entre  productores y empresarios  para que este paso se haga  con la calidad requerida”,  afirmó José Puentes Nápoles,  director de comercialización  del MINAG.

El directivo informó que  el total de las producciones  que sustituyen importaciones  se debe conveniar con la  base productiva, sin embargo,  la Circular 01, del 2013,  del titular de ese organismo,  reconoce que “aun existiendo  producción se contratan bajos  niveles de renglones que  reciben aseguramiento porque  sustituyen importaciones,  permitiendo que buena  parte de ellos vaya a destinos  no definidos, lo que obliga a  erogar divisas para comprar  en el exterior más de lo planificado”.

También están influyendo,  refirió Puentes, los incumplimientos de la entrega de los  recursos a la base productiva,  y aunque se hacen grandes  esfuerzos para garantizarlos,  no llegan a tiempo”, y citó el  ejemplo de los insecticidas  para el cultivo de frijol.

Víctor Santos, director de  Acopio, en Sancti Spíritus,  opinó que la mala contratación,  la falta de perspectiva y  los problemas del transporte  entorpecen la cadena. “Nuestra  empresa debe ejercer un  mayor control sobre las producciones  pactadas con las  bases productivas. Retomamos  una práctica inviolable:  el ratificado y prestimado de  la cosecha; ese método nos  permite conocer y prever las  cantidades de productos que  obtendremos, y recontratar  en caso de que haya superproducciones”.

La realidad en Matanzas  ha sido desastrosa. Reynold  Hernández, comercial de la  dirección de Acopio, explicó  que al cierre del 2013, casi la  mitad de las 217 unidades productivas  de la provincia incumplió  sus contratos. El plan  de producción anual cerró al  91 %, y llegaron a esa cifra  comprando productos que no  estaban negociados.

“Nos sigue golpeando el  hecho de que el productor no  ve a Acopio como a la entidad  que tiene que entregarle  lo mejor, porque no pagamos  bien como los particulares”,  dijo Sánchez Vargas, director  de la empresa yumurina, “y  no somos malos en distribuir,  en cargar un producto y ponerlo  ahí. Tenemos los medios  de transporte con adecuada  disponibilidad técnica para  eso”.

Un ejemplo de las buenas  prácticas está en la CPA  Ramón Martel, de Limonar,  donde los 52 cooperativistas  tienen todas las producciones  contratadas, según informó su  presidente Roberto Santana.

Con los resultados de la  contratación tampoco están  conformes en Santiago de  Cuba, pues de un total de 30  mil 981 toneladas de productos  acordados para las ventas  el pasado año solo alcanzaron  24 mil 19, el 77,5 por ciento.

“La mayoría de las 387 estructuras  con las que tenemos  contratos incumplieron, en lo  fundamental las empresas estatales  que aportan los mayores  volúmenes: Laguna Blanca,  Agropecuaria Caney y Los  Reynaldo, aunque también  incidieron UBPC, cooperativas  agropecuarias, y de crédito  y servicios. De los nueve  municipios solo concretaron  los planes Tercer Frente, Contramaestre,  Palma Soriano y  San Luis”, comentó Waldemar  Jaime García, director de  Acopio.

Ante esta situación y tal  como está establecido, se realizan  reclamaciones comerciales,  demandas ante los tribunales  o el órgano de arbitraje  de la delegación provincial de  la Agricultura. Elizabeth Maturell  Isaac, asesora jurídica  de la empresa de Acopio santiaguera,  explicó que en el  2013, por el incumplimiento  de las relaciones contractuales,  hicieron 568 reclamaciones  comerciales a las estructuras  productivas, 34 demandas  ante la sala de lo económico  del Tribunal Provincial y siete  ante el órgano de arbitraje  de la delegación provincial de  la Agricultura.

El chequeo de los arribos es básico para determinar la calidad de los productos. Foto: Miguel Rubiera

“Aun así muchos continuaron  incumpliendo”, acotó  la jurídica, quien considera  que uno de los problemas  fundamentales se da con las  reclamaciones a las empresas  del propio sector, las cuales se  tramitan obligatoriamente en  el órgano de arbitraje, cuyas  decisiones no tienen el carácter  de ley que poseen las del  Tribunal, por lo que en muchas  ocasiones no se concretan  en la base”.

Por su parte, en Matanzas,  “de las 111 formas productivas  que no cumplieron  sus contratos, 91 están en proceso  de reclamación y 20 han  sido presentadas a la sala de  lo Económico del Tribunal  Provincial, para los correspondientes  procesos judiciales.  Tenemos que reconocer  la falta de calidad de los expedientes,  razón por la cual  unos cuantos fueron rechazados”,  afirmó Reynol Hernández,  comercial de la empresa  de Acopio.

Del surco a la mesa 

La fórmula más expedita  para la comercialización de  los productos agrícolas se da  actualmente en La Habana,  donde los agricultores llevan  sus frutos directamente a los  consumidores, ya sean del  consumo social, el turismo o  los mercados establecidos, explicó  Julio Martínez, director  de Agricultura en la capital.

Sin embargo, Víctor Santos  Melián, director de Acopio  en Sancti Spíritus, cree que en  esa región “resulta más complejo  debido a la existencia de  varias formas de mercadeo,  independientes de Acopio,  que son resultado del cambio  de modelo de gestión cubano.  “Considero a la entidad productora  como célula fundamental  en la cadena mercantil;  su accionar comienza en  la etapa de siembra, pues esta  última se concibe a partir de  una demanda para establecer  los destinos de las cosechas  planificadas y es ahí donde  empezaríamos a hablar de logros.

“El agricultor que no contrate  sus cosechas no podrá  culpar al Estado por carecer  de mercado para estas. Con  una comercialización objetiva  podemos trabajar para satisfacer  la demanda”.

“En Santiago de Cuba se  han diseñado diversas modalidades  para el expendio de  los productos agrícolas, entre  los cuales destacan las ferias  en los barrios, que se hacen en  todos los mercados de la provincia  y logran ventas significativas  en cinco puntos de alta  concentración de personas en  el municipio cabecera.Igualmente  situamos carpas en las  noches santiagueras que se  realizan los fines de semana”,  declaró Waldemar.

“Otra vía es la entrega  directa que hacen las formas  productivas a los mercados, lo  cual permite una distribución  más ágil y un vínculo directo  entre una y otro, lo que no significa  que siempre se cumpla  como corresponde”.

Misael Prado, de la finca  Prado, en San Diego de los  Baños, Artemisa, manifestó  que a veces hacen un contrato  con la empresa agropecuaria  pero esta no lo compra todo y  se echan a perder los productos,  por lo que elogió el surgimiento  del Mercado de Abasto  El Trigal, situado en las afueras  de la capital, al cual acuden  directamente y venden  todas sus mercancías.

Precio-calidad 

Cuando se trata de la comercialización  de alimentos vitales  como lo son en Cuba las  viandas, hortalizas, granos y  frutas, el precio y la calidad  emergen para otra parte importante  de esta cadena: el  consumidor.

Roberto Santana, presidente de la CPA Ramón Martel, de Limonar, asegura
que los precios de los productos son estimulantes para los agricultores.

“Soy campesina y considero  que el mercado está  utilizando al productor para  obtener ganancias. Deberíamos  vender los productos  directo a los mercados, así  evitaríamos que algunos negociaran  con otros entes que  desestabilizan la cadena comercializadora”,  declaró la  espirituana Amada Ceballos.  José Puentes Nápoles, director  de comercialización del  MINAG, estimó que con los  precios que se están pagando  a los productores, los cuales  superan con creces las fichas  de su costo, los productos  podrían tener importes más  asequibles en el mercado; y  citó el caso del frijol, que se  compra a 950 pesos el quintal  y se comercializa entre 15 y  10 pesos la libra.

Belkis Villa Tabares, directora  de Acopio en el municipio  de Santiago de Cuba,  aseveró que “la relación precio-  calidad es un reclamo  constante de los clientes. Aun  cuando los administradores  tienen facultades para cambiar  precios sobre la base de  la calidad, muchas veces no  se hace en el momento oportuno  y eso en ocasiones trae  aparejadas pérdidas.

“Todavía se dan indisciplinas  y violaciones, una de  las cuales es el peso por debajo  de lo establecido, y aunque  se aplican medidas disciplinarias,  incluida la separación  del puesto de trabajo, no  podemos decir que estamos  libres de problemas con el pesaje”.

En Matanzas falta personal  preparado para realizar  las compras por calidades.  “Si se trae de tercera para  beneficiarlo de primera, los  porcentajes de venta saldrán  muy malos. La calidad depende  de una buena selección  del producto en el momento  de adquirirlos”, afirmó el director  de Acopio de esa provincia.

El cooperativista Roberto  Santana, de Limonar, comentó  que están muy estimulados  con los nuevos precios  que tienen algunos surtidos,  y consideró que eso ayuda a  elevar la producción y a mejorar  los ingresos de los productores.

Esta mirada a un eslabón  esencial de la cadena que lleva  los alimentos del surco a la  mesa: la comercialización, reveló  muchas debilidades que  deberán sortearse para que al  menos todo lo que se produzca  llegue a su destino final. Una  nueva experiencia valida los  pro y los contra antes de extenderse  por el país; urge la  solución. Se requiere aumentar  la producción, contratar  bien, entregar los insumos a  tiempo y hacer un mercadeo  efectivo. Solo así los precios  de los productos podrán descender  a los niveles de los salarios  de los cubanos.

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