El 8 de septiembre de 1993 el Consejo de Estado de la República de Cuba promulgó el Decreto-Ley No. 141, el cual legalizó el ejercicio del trabajo por cuenta propia; y, ese mismo día es aprobada la Resolución Conjunta No. 1 del Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social y del Comité Estatal de Finanzas que instrumenta su aplicación.
De manera paulatina se han ido dictando decretos, resoluciones y otros cuerpos legales que buscan, acuñados en la experiencia, el perfeccionamiento de estas nuevas prácticas en el universo cubano.
A partir de esa fecha, y hasta el cierre de febrero del presente año, 455 mil 577 personas asumían en Cuba esta novedosa fuente de empleo, que facilita la participación cada vez más creciente de toda la sociedad en el desarrollo económico del país.
De esa cifra, 57 mil 776 asumen la elaboración y venta de alimentos; y, un gran porcentaje de los 91 mil 978 trabajadores contratados están vinculados con esta actividad, según informes dados a conocer en el espacio de la Mesa Redonda, del 19 de marzo del 2014.
Incluso, muchos de los 29 mil 952 cubanos que están dedicados al arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios practican estos quehaceres, cuyo sustento tiene mayoritariamente en el empirismo su asidero.
Tal concurrencia constituye un reto a la calidad de ese vital servicio, el cual exige no solo la exquisitez para el paladar, sino además el estricto cumplimiento de las normas sanitarias y la buena presentación de las propuestas.
Una voz autorizada
“Hay muchas cosas que no deben hacerse en la elaboración y el montaje de alimentos que hoy son muy comunes en puntos de venta, cafeterías y en expendedores ambulantes”, sostiene Ricardo Ramón Velázquez, chef internacional, categoría otorgada por la Asociación Nacional Artechef, adscripta a la Asociación Culinaria de la República de Cuba.
El también Vicepresidente primero de la Asociación Culinaria en la provincia de Las Tunas fustiga la costumbre casi generalizada de dejar parte del producto: carne, jamón, hamburguesa, chorizo… fuera del pan, “puede ser atractivo a la vista y despertar el interés del consumidor potencial, pero viola las normas”, sentencia el especialista.
Agrega que otros desempeños equivocados son las ensaladas puestas por largo tiempo dentro del pan, ya que corren el riesgo de oxidarse (agriarse) y pierden sus propiedades organolépticas (textura, sabor y olor); y untar en exceso mantequilla o mayonesa sobre el pan.
Considera que en los restaurantes (paladares) sí cocinan bien, aunque “les falta mejorar la presentación y el montaje; así como el empleo de las nuevas tendencias en estas prestaciones.
Y Ricardo aclara: “La actualización del personal que atiende estas faenas en las nuevas tendencias de la cocina típica y tradicional estilizada no es otra cosa que enseñarlos a lograr los mismos platos, pero con menor presencia de grasas, sal y azúcar, ingredientes que, usados en exceso, dañan la salud humana; e incorporar formas novedosas a la presentación de las ofertas.”
La solución toca a las puertas…
Encarar estas realidades y poner empeño en la capacitación, son dos atributos esenciales para buscar soluciones que los clientes agradecerán; sin embargo, todavía ambos son asignaturas pendientes.
“Nuestra Asociación atesora unos 15 cursos y numerosos talleres que ofrecen conocimientos suficientes que ayudarían mucho a transformar la situación. Las puertas están abiertas a los afiliados y a todos los interesados, sin excepción.
“Ahora mismo seguimos tocando a las puertas de las empresas del Comercio y la Gastronomía, sector que aunque tiene su escuela pudiera aprovechar esta oportunidad. Nosotros disponemos de personal altamente calificado y de recursos que permiten combinar la teoría y la práctica sin limitaciones.
“No obstante, estas posibilidades no son bien aprovechadas, pues las entidades arguyen limitaciones con el presupuesto destinado a la capacitación. Está claro que no lo planifican y eso, más temprano que tarde, es un boomerang.
“En cambio, el sector privado es más receptivo. Así lo demuestran en nuestros intercambios, y los dueños de los paladares vienen solitos; así como los de cafeterías, quienes han mostrado gran interés por capacitar a sus trabajadores”, resume Ricardo.
Hasta de tránsito apurado, el cliente valora el servicio que recibe; y el éxito futuro en estas prácticas lo alcanzará quien asuma de forma más responsable y culta estas prestaciones.