Por Gabino Manguela Díaz, Juanita Perdomo, Manuel Valdés Paz y Gretel Díaz Montalvo
Reordenamiento, disponibilidad o reducción de plantillas infladas, no importa cómo lo llamemos, pero nadie recibirá con buen talante la decisión de quedar disponible de su puesto de trabajo. Para la gran mayoría será un auténtico quebradero de cabeza, de ahí lo imprescindible de que ese proceso se ejecute con total apego a sus preceptos y principios.
A la par, el ambiente del reordenamiento, ese en que nadie sabe quién se queda, quién se va, ni a dónde irá a parar en caso de quedar disponible, de seguro que también constituye momento de zozobra para no pocos trabajadores.
Aunque la función principal del movimiento sindical en el desarrollo del reordenamiento que se ejecuta en el país es la de ser garante de la transparencia y justeza del proceso, algunos casos evidencian su falta de protagonismo en asunto de suma importancia en la vida del trabajador.
Tal fenómeno se pone de manifiesto, por ejemplo, en momentos de flagrantes violaciones, en que trabajadores fueron declarados disponibles por errores administrativos y no estuvo presente la gestión sindical para combatir el mal proceder, y en la no asistencia de varios sindicatos nacionales a los despachos programados con funcionarios del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) para analizar la marcha de los procesos aprobados para cada sector.
En enero no asistieron Industrias, Salud, Comercio y Gastronomía, Azucarero, Construcción, Alimentaria y Pesca, y Comunicaciones; mientras en marzo los ausentes fueron Comercio y Gastronomía, Energía y Minas, Transporte, Construcción, Salud, Educación, Agropecuario e Industrias.
Por demás, luego de unos tres años de comenzado, se comprueba en algunas entidades y organismos mayor cantidad de disponibles que los que inicialmente indicara el Ministerio de Economía y Planificación, lo que debería promover el más estricto análisis, pues resulta extremadamente difícil asumir a priori o “desde arriba”—como dirían algunos— lo que será el número de disponibles.
La percepción general es que no siempre prevalece la transparencia que exigen los mecanismos establecidos, e incluso algunos precisan que no han de haber ni paternalismos ni amiguismos, ni tampoco literales ajuste de cuentas, situaciones en que el accionar y la presencia del movimiento sindical se pueden considerar como vitales.
La reducción de plantillas es un hecho ineludible
Rafael Guevara Chacón, funcionario del Departamento de Empleo y Salarios de la CTC nacional, destacó que a partir de decidirse en el país la necesidad de actualizar el modelo económico, una de las acciones puestas en práctica de inmediato fue el análisis de la estructura del empleo a nivel nacional.
“Esa composición en el año 2009 era de un 51 % de trabajadores que no aportaban directamente a la producción y los servicios, y un 49 % de directos, lo que obligaba a desinflar plantillas y a ejecutar un proceso de disponibilidad laboral, siempre en función de la idoneidad demostrada”, subraya.
Téngase en cuenta que hasta el tercer trimestre del 2013 habían incorporados a la economía 4 millones 918 mil trabajadores, cifra inferior en alrededor de 40 mil 200 a la de un año antes, dado los aumentos que ya se evidenciaron en el sector no estatal.
Tal realidad en la composición laboral hizo ineludible la aplicación del reordenamiento, siempre bajo el principio de que nadie quedaría desamparado a su suerte, un precepto basado en la más absoluta voluntad política de nuestro sistema social.
Sin embargo, en procesos de este tipo, aun y cuando se ejecuten de la mejor manera posible, la realidad puede echar por tierra cualquier previsión, de ahí la importancia de la labor sindical y de resortes que podríamos llamar de contención a excesos y desmanes factibles de producirse.
“Realmente, la compleja misión asignada al movimiento sindical en este tema creo que se ha cumplido, y en la práctica ha sido positiva la participación de los sindicatos”, aseguró Guevara Chacón.
“En el país siempre se habló de pleno empleo y con este proceso hay que hablar de empleo necesario, destacó. Antes no se movían las plantillas independientemente de si aumentaban o no los planes de la economía; y el estudio, por ejemplo, constituía una forma de ingreso. Ahora variaron las prioridades, aunque no cambiaron los principios.
“La disponibilidad se inicia por los ministerios de Turismo, Agropecuario, Azucarero, de la Alimentaria y Pesca, y Salud, y a partir de entonces se ven involucrados la mayoría de los sectores, en mayor o menor medida.
“El pasado año se desarrollaron 39 procesos de reordenamiento laboral en 20 sectores de la economía y hasta el momento, el 52 % de los declarados disponibles recibieron una ubicación definitiva”.
Reordenamiento, un fenómeno continuo
“Es fundamental asumir el reordenamiento como un fenómeno continuo, como parte del sistema de trabajo diario de la propia entidad, partiendo del criterio de que si cambia el nivel de actividad, hay que mover el número de trabajadores para acometer el nuevo plan”, destacó Roberto Betarte Mazorra, funcionario de la esfera de Asuntos Laborales y Sociales de la CTC nacional.
Betarte Mazorra indicó que no todos los organismos y entidades ven la reducción de plantillas como una necesidad, por lo que hubo que determinar nacionalmente la composición que debía existir entre directos e indirectos en los centros laborales: 80 % directos y el 20 % indirectos.
De haber surgido de la empresa tal decisión —hubiera hecho falta condiciones que quizás no existían—de seguro el proceso mismo se hubiese comportado de mejor forma.
Refirió, además, que en estos momentos hay procesos de reordenamiento —por ejemplo en el Ministerio de Industrias— donde trabajadores que cobran su garantía salarial no son reubicados a pesar de que en las direcciones municipales de Trabajo respectivas existen plazas vacantes.
“En ese mismo organismo —dijo— un número importante de disponibles no están reconocidos en las direcciones municipales de Trabajo por no contar estas con listas actualizadas. Ello constituye un gasto innecesario a la economía nacional, pues la citada garantía salarial forma parte del presupuesto estatal y no de la propia empresa”.
¿A dónde iré a parar?
En muchos centros esa disyuntiva ha constituido una verdadera espada de Damocles para sus colectivos, mucho más cuando parece no existir total claridad sobre cómo acometer el proceso.
Por ejemplo, el mal trabajo prevaleció en el análisis de la idoneidad para el reordenamiento en la empresa municipal de gastronomía de Matanzas, lo que originó la aplicación de medidas disciplinarias, entre ellas la democión del cargo del director y otras sanciones a miembros del consejo de dirección.
Al final el propio colectivo paga los platos rotos por la irresponsabilidad administrativa, pues allí no se tuvo en cuenta la llamada idoneidad demostrada y hoy exhibe un evidente deterioro en indicadores como promedio de trabajadores y gasto de salario por peso de valor agregado, con la lógica afectación del fondo salarial.
En el lugar quedó claro que el proceso, a pesar de disposiciones y reglamentos, puede tornarse frágil, pues si alguien no está de acuerdo con algo, solo puede apelar cuando comprueba una violación de procedimiento.
Sin embargo, ¿cómo demostrar el mal trabajo del comité de expertos si este solo puede decidir con la evaluación del desempeño y esta no existe, o no fue realizada con toda la objetividad posible?
Para Isdalis Rodríguez Rodríguez, secretaria de la CTC en Matanzas, el proceso es vulnerable en tanto el sindicato no profundice en los asuntos que el trabajador no percibe, no conoce o no ve.
“Pero ello pudiera perfeccionarse —dijo— si el sindicato está al tanto de cada paso desde que se crea ese comité de expertos y hasta el final, pues tenemos la potestad de preguntar por dónde marcha el proceso o qué procedimientos se tuvieron en cuenta a la hora de decidir quién es el idóneo, cuál el disponible”.
El susto de un posible fin
Quizás como salidos de la imaginación fantástica, se dan casos de entidades donde sin ser informado ningún proceso de reducción de plantillas, se expande “el murmullo” de su desaparición. Así fue el caso de la empresa gráfica de Camagüey en este primer semestre del actual año.
Luis Lemes Hernández, impresor, consideraba que la situación era muy incómoda, porque “este es el trabajo de uno y empezar en otro que no conoces, luego de tantos años, es complicado”.
Melba Guerra de la Vega, directora general de la entidad, explicó que hay un problema de falta de materia prima, “pero no tengo nada oficial en mis manos que hable sobre una extinción, solo se conoce que la empresa gráfica y todas las demás de la industria ligera están en reordenamiento”.
Como decimos en buen cubano, el colectivo de la empresa gráfica camagüeyana “se puso las pilas”. Explicaron su deseo de aplicar nuevas alternativas, de rescatar producciones perdidas con el tiempo, aunque mantendrían algunos encargos estatales y los impresos comerciales del territorio.
En este caso se hizo patente un aspecto fundamental en el tema del reordenamiento y es la necesidad de una exhaustiva información de todo lo concerniente al proceso, en especial las razones que lo sustentan y los propósitos que persigue, algo que faltó en esta entidad camagüeyana.
Para alegría del colectivo de esa empresa, varió lo que parecía su final. Podrían continuar su labor ahora como taller, aunque sin una definición de la cantidad de trabajadores que abarcarían. Entonces Gladys, la encuadernadora, supo que podría esperar su cercana jubilación en su fábrica.
Reordenar con orden
En su visita a la empresa Héroes del 26 de Julio, en Holguín, del sindicato de Industrias, los reporteros de Trabajadores comprobaron la positiva gestión sindical desplegada en función del reordenamiento laboral.
Allí a Danilo Suárez Pérez, técnico de control de la calidad en esa entidad, le notificaron que quedaría disponible, y estableció de inmediato una reclamación al órgano de justicia laboral de base.
Pero no fue necesario celebrar la vista correspondiente porque en el análisis previo del caso el sindicato hizo valer el derecho de mantenerse en la referida plaza, atendiendo a que esta no desaparecería y él reunía los requisitos exigidos para ocuparla.
También muchos otros encontraron respaldo sindical en el proceso de reubicación dentro de la propia industria, como Bernardo Castellanos Ricardo, quien se desempeñaba en el cargo de técnico productivo de mantenimiento y ahora es operario de despacho.
No basta —aunque es bueno que así sea— que cada vez que el sindicato ha dicho no estar de acuerdo, el proceso se detenga, como tampoco es suficiente conocer que la normativa que lo rige es aún perfectible. El reordenamiento laboral, dijo uno de los entrevistados, es algo permanente, que deberá suceder cada vez que surjan las condiciones para ello, de ahí que el olfato sindical, la gestión de los sindicatos, también deberá ser constante.
En la medida en que prevalezca la “limpieza” del reordenamiento laboral aumentará su aceptación, pues en un colectivo siempre se sabe quiénes son los mejores, los más sacrificados, los que más trabajan.