Al tanto, durante la última semana, de todas las noticias relacionadas con la Ley de Inversión Extranjera, Ernesto Molina Molina* cuenta como economista con las herramientas suficientes para afirmar a Trabajadores que siente satisfacción “porque se trata de una tremenda concepción y se ha realizado un estudio cuidadoso de lo que el país necesita”.
Aun cuando refiere que habrá que esperar tres meses para leer su articulado completo en la Gaceta Oficial de la República, el especialista en Economía Política y Pensamiento Económico —profesor durante cerca de cuatro décadas de la Universidad de La Habana, y desde hace unos años del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García, del Ministerio de Relaciones Exteriores— está convencido de que la nueva norma jurídica llegó para quedarse.
Crecimiento económico, diversificación de producciones, ampliación de relaciones y mercados internacionales, introducción de nuevas tecnologías, posibilidades de contratación de fuerza de trabajo son en síntesis, según su opinión, algunas de las ventajas de la Ley, aprobada el pasado 29 de marzo por los diputados, luego de un amplio proceso de análisis: democrático y participativo.
Al compás de la economía mundial
“La vida ha demostrado que un país sin crecimiento económico no se desarrolla —subrayó Ernesto—. El crecimiento no es desarrollo, pero el desarrollo sin crecimiento no es posible”.
Puso el ejemplo de países como China y Vietnam, con unas tasas de crecimiento elevadas, que en un tiempo relativamente breve se desarrollaron con mucha fuerza, pues contaron con la inversión extranjera; que en tiempos de la globalización ya no debe ser considerada un complemento de la inversión nacional, sino una necesidad estratégica.
“Es decir, hoy las cadenas productivas son de carácter internacional; un producto empieza a generarse en un país y se termina en otro. Entonces, hay que tratar de integrarse, buscando ser un buen eslabón, lo que implica ciencia, innovación tecnológica. Es importante estar delante de otros y que cuenten con usted porque puede hacer algo de alto valor agregado.
“En ese caso, Cuba no accedería a cualquier tipo de inversión extranjera. Debe, además, tener en cuenta sus fortalezas, en qué esfera es más capaz tecnológica y científicamente”.
Recordó que cuando se inició la inversión extranjera en nuestro país —en 1982, mediante el Decreto-Ley 50— existía la concepción de que la mayoría de las acciones debían estar en manos del capital nacional o el Estado, y señaló que ya esto no es decisivo. “A veces se puede admitir que el ciento por ciento sea de capital extranjero, el problema es que esté invertido donde al país le convenga, y eso está muy bien concebido en la Ley actual”.
Una medida inteligente
Manifestó la necesidad de dar algún incentivo a los inversionistas extranjeros. “Liberarlos de impuestos durante ocho años es algo importante. Eso explica que uno de los países BRICS** se haya decidido a hacer una inversión tan grande en el Mariel.
“Brasil ha desafiado a los Estados Unidos, ¡qué atrevido ha sido! Los BRICS están cambiando el unilateralismo y hoy está surgiendo en el mundo una multipolaridad. Por tanto, contamos también con China, Rusia, Sudáfrica”.
Molina aseveró lo que pueden significar los recursos humanos calificados. “O sea, el inversionista extranjero sabe de la posibilidad de tener una fuerza de trabajo altamente preparada y ello, junto a la reducción de impuestos, favorecerá que hayan quienes se atrevan a desafiar a los Estados Unidos e invertir aquí. Sin duda, ha sido una medida inteligente”.
Buscar fuentes de financiamiento
Cuba tiene en la actualidad una capacidad tecnológica relativamente vieja, pues nuestra industria hace mucho tiempo que no se renueva, aunque alguna tenga determinada tecnología de avanzada. Sin embargo, ese proceso ha sido muy lento y así el país no puede crecer de forma rápida.
Según Molina, el financiamiento externo puede revertir tal situación, sobre todo en aquellos sectores necesarios, y en la elaboración de la nueva Ley, evidentemente, se ha hecho un estudio de cuáles son las esferas más importantes, a fin de diversificar el sector productivo.
Explicó que una pequeña economía como la nuestra debe tener capacidad de exportación para poder importar. “El país en 500 años nunca ha tenido soberanía alimentaria; siempre ha importado alimentos. En la época de la república neocolonial lo hacía de los Estados Unidos, y este a su vez nos exportaba inflación (productos por encima de su verdadero valor). En la actualidad esto lo siguen haciendo en el mundo.
“Para nosotros es fundamental fortalecer la moneda, hoy el peso cubano está muy devaluado, y sin la inversión extranjera la nación demoraría mucho tiempo en desarrollar una economía fuerte. Lógicamente, la tasa de acumulación sería muy baja si no contáramos con fuentes de financiamiento externo.
“Por otra parte, no podemos depender de la economía de un principal aliado en los negocios —recordemos lo que ocurrió cuando el derrumbe del campo socialista—. Tenemos que buscar fuentes de financiamiento en cualquier lugar del mundo, en todo aquel que se atreva a invertir en Cuba. Entonces, a partir de aquí, se estudiará el tipo de inversión y si nos conviene. Por ese camino crecerá nuestro producto interno bruto con más seguridad”.
Sectores a beneficiar
El destacado economista enfatizó en la necesaria diversificación de la producción de caña, aspecto que desde siglos pasados fue planteado por algunos pensadores. De igual manera, expuso los beneficios medioambientales del cultivo, su capacidad para producir oxígeno y, de la misma manera, consumir CO2, (anhídrido carbónico), tan perjudicial por contribuir al calentamiento global.
Resaltó el papel de vanguardia del país en esta industria y consideró oportuno y beneficioso que el sector pueda encontrar financiamiento externo, porque además, el precio del azúcar ha aumentado. En ese sentido, dijo que una ventaja grande es la fuerza de trabajo, con una fuerte tradición. “La cultura de Cuba está vinculada con la industria azucarera, ese es un camino que puede explotar la nueva Ley de Inversión Extranjera”.
Entre otros sectores, mencionó el alimentario en el aspecto más abarcador, donde no solo se pueden producir los comestibles que la nación necesita, sino abastecer al turismo en toda el área del Caribe, sin utilizar productos químicos, lo cual hoy es muy apreciado.
También se refirió al campo de la Biotecnología y la industria farmacéutica, esferas muy competitivas, donde en la actualidad ocho grandes compañías tienen el monopolio de los medicamentos. En contraposición, aseguró que nuestra nación hace algo que no interesa a las naciones desarrolladas: investigar las enfermedades que azotan al Tercer Mundo, como es el caso del cólera. En ese sentido, destacó que hay mercados emergentes interesados en hacerle frente a tal situación, con los cuales podrían establecerse convenios.
“Entonces algo muy particular que ha tenido la concepción de esta Ley es, precisamente, que identifica aquellos sectores que más conviene desarrollar con apoyo de la inversión extranjera y en los cuales, indiscutiblemente, contamos con determinadas fortalezas”.
*Graduado de Economía (1969) y Doctor en Ciencias Económicas (1997). Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) y miembro de la Academia de Ciencias de Cuba. Tiene publicados varios libros.
** Países BRICS: una nueva relación internacional que nombra a los principales mercados emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.