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El susto de un posible fin (+Fotos)

Melba Guerra de la Vega, directora general, asegura que en sus manos no hay ningún documento que enuncie un cierre, pero ella se encargará de que cada trabajador tenga un futuro asegurado. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez.
Melba Guerra de la Vega, directora general, asegura que en sus manos no hay ningún documento que enuncie un cierre, pero ella se encargará de que cada trabajador tenga un futuro asegurado. Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez.

Desespero, inseguridad, miedo son algunas de las sensaciones que aún hoy sienten los trabajadores de la empresa gráfica de Camagüey Felipe Torres Trujillo, quienes se encargan desde hace tres décadas de imprimir, primero el periódico provincial, y luego las libretas y modelos del Ministerio de Salud Pública del territorio. Y es que desde inicios del año, las esperanzas laborales se han desgastado por el “rumor” de una posible “extinción” que recorrió cada uno de sus rincones.

“Todo empezó cuando la energética fue a contratar la electricidad de los meses siguientes y le dijeron que no se podía. Al cabo de los días se empezó a hablar de eso (la probabilidad de cerrar) y nos enteramos del pequeño plan productivo. Tiempo después vino una comitiva de la Unión Poligráfica y se reunió con el consejo de dirección y explicó que iban a cerrarnos”, así recuerda Eliodoro Pérez Peralta, secretario de la sección sindical, el comienzo del posible fin.

“Ya de último se reunieron con los trabajadores – continúa explicando Eliodoro, quien se desempeña como jefe de mantenimiento – y estuvieron presentes miembros de la CTC municipal y el sindicato de industria provincial y se formó la cosa. La compañera de Recursos Humanos, que dirigió la reunión, no pudo explicar ni responder porque no estaba preparada para ello. Solo repetía lo mismo y tuve que interceder para poder escuchar a los obreros. No fue un proceso como se tenía que hacer, en casos como estos lo primero es verlo con los trabajadores no en el Consejo de Dirección”.

¿Razones convincentes?

Cuando se trazaron los nuevos lineamientos de la política económica cubana, la población tuvo a bien comprender la necesidad del cambio. Y los casi 60 trabajadores de la poligráfica agramontina, pertenecientes a la industria ligera, percibieron la importancia de reorganizarse a corto plazo para eliminar el sobredimensionamiento de estructuras y plantillas, así como acometer las transformaciones técnico-productivas y gerenciales requeridas.

Claro, que el ímpetu no podía alejarse del buen diálogo y entendimiento por parte de todos, ya que es un proceso engorroso. Pero comenzó el 2014 y los augurios provocaron que muchos de los obreros se asustaran y decidieran marcharse, “antes de que me boten” decían, porque no simpatizaban con una medida tan drástica y sin mostrar los síntomas decadentes que lo justifican.

A Xiomara Sabido Acosta, especialista jurídica de la industria, se han acercado muchos operarios y “les damos la certeza de que no  va a quedar nadie desamparado y se tendrá en cuenta el nivel escolar, que en algunos es de sexto grado. Además, se les van a ofertar algunas plazas según la idoneidad.

“Pero están preocupados porque si la fuerza se hubiera organizado, como dicen los lineamientos, se hubieran reducido los gastos y esto no pasaría. Se habló de convertirnos en una unidad empresarial de base, pero en documentos seguimos como empresa y estamos con la incertidumbre”.

Melba Guerra de la Vega, directora general de la entidad, explica que “lo que sucede en la actualidad es que hay un problema de falta de materia prima, pero no tengo nada oficial en mis manos que hable sobre una extinción, solo se conoce que la empresa gráfica, y todas las demás de la ligera, están en reordenamiento. Ha habido una afectación inmensa en la poligrafía del 40 % de las materias primas de importaciones y nos dieron trabajo nada más hasta tres meses del año para producir alrededor de un millón de libretas e impresos comerciales. Aunque anteriormente cada uno diseñaba el plan y la Unión, de acuerdo con la demanda del país, distribuía  las producciones que son de encargo estatal, “mandadas a hacer” a nivel central.

“Al cierre de este trimestre los más de 35 compañeros que están sin respaldo serán interruptos por falta de materia prima”. Ese grupo, como señala la resolución 34 del 2011, si no es posible reubicarlo, percibirá por un mes el 100 % de su salario hasta encontrar un nuevo puesto laboral, pero los que no deseen ocupar las ofertas, igual recibirán por un mes su sueldo íntegro.

“El resto del personal se encargará de trabajar con el respaldo de materia prima que quede en la empresa – aclara Melba–, pero sería por un período limitado”.

¿Llegan soluciones de arriba?

Durante este primer trimestre, a muchos afectaba el probable fin, como a Luis Lemes Hernández, impresor, quien consideraba que esta situación era muy incómoda porque “este es el trabajo de uno y empezar en otro que no conoces, luego de tantos años, es complicado”.

Pero ya tenían la experiencia de la década de los 90 cuando  montaron hasta cinco talleres de diferentes manifestaciones, con la única intención de no clausurar. Los tiempos han cambiado, pero el amor de estos hombres que llevan entre 15 y 30 años allí, es superior.

“Nosotros estamos de acuerdo en aplicar otras alternativas, pero no puede ser justo que seamos la única del país que cierre”, señala Eliodoro. Y con ese precepto se reunieron con autoridades de la provincia y parte de la directiva nacional de la Unión, para explicar sus razones y deseos, alzaron su voz en cada reunión y ante cada persona que podía hacer algo por ellos.

“Estamos tratando de ver si podemos rescatar algunas de esas producciones que se fueron perdiendo como blogs, agendas, tarjetas de presentación. Claro, se mantendrían algunos encargos estatales, y los impresos comerciales del territorio, cosas que no las puede asimilar una empresa de mayor complejidad”, devela la tecnóloga en poligrafía Melba.

Mientras más se acercaba el punto final de esta investigación, al parecer, más se alejaban los nubarrones del posible ultimátum. Del sindicato provincial de trabajadores de industria llegó la sentencia de la Unión Nacional de que todo cambiaba, se le había dado para atrás al proceso, se pensaría mejor y gracias a las reclamaciones lógicas de los camagüeyanos podrían seguir como taller o algo, pero sin una definición de la cantidad de trabajadores.

A lo mejor ahora Gladys González Hechevarría, una de las encuadernadoras que se encarga de la presilladora manual, pueda esperar la fecha de su ya cercano retiro. Pero, ¿será este el verdadero fin del problema?

Elidoro muestra la línea de presillado que se mantiene sin utilizar porque llegó a la empresa con problemas técnicos, por lo que deben hacerlo manualmente.
Desde hace más de una década redujeron el espacio que dedicaban a almacenar, por lo que ahora los pasillos y el comedor sirven de depósitos.
Gladys González presilla diariamente cerca de siete mil u ocho mil libretas manualmente.

 

 

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