Casi pisándole los talones al milagro de los hermanos Lumiére, surgió el cine italiano. Cuando estos fraternos ofrecieron al mundo la magia del cinematógrafo (patentado en febrero de 1895), imagino estarían convencidos de que la historia les inscribía en una de sus páginas. Más que eso, crearon la manera de eternizar cada episodio de la humanidad desde la imagen de una película.
En ese contexto afloró la creación de los cineastas en Italia con un sinnúmero de cintas que, para 1930, ascendían a 9816. Con muchos aportes a esta manera de hacer arte, Italia se agenció un espacio en los gustos del público del orbe que pervive hasta hoy.
Por estos días, los aires silban un acento poco campestre en los bucólicos paisajes espirituanos. Hasta allí llega la proyección de más de una decena de cintas italianas como parte del festival de cine de esa nacionalidad que desanda las distintas comunidades montañosas del territorio.
El Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y la Asociación de Amistad Italia-Cuba apoyan el desarrollo de la tercera edición del evento, que romperá la inercia de locaciones como Pitajones, San Pedro, El Algarrobo, Tunas de Zaza y el Cacahual, hasta el próximo 30 de marzo.