Hay que volver la mirada hacia la Asociación Culinaria de Cuba, porque la preparación de sus afiliados debe socializarse, no solo entre los cocineros, sino alcanzar a todas las personas dedicadas a la elaboración de alimentos, un sector que crece en Cuba a raíz de las transformaciones resultantes de la actualización del modelo económico.
Porque la cocina es una de las expresiones culturales de los grupos humanos y es, por tanto, expresión de identidad, que en el caso cubano refleja la mezcla de prácticas tradicionales de personas provenientes de otras latitudes, las cuales incorporaron sus costumbres y dieron forma a nuestra nacionalidad.
Entonces, el fomento de una cultura culinaria se inscribe, y ocupa un importante espacio, en los esfuerzos por preservar las raíces identitarias de la nación.
“De ahí la trascendencia de la intención de integrar a ese propósito a nuevos actores comunitarios, en aras de estimular el rescate de platos y bebidas para preservar en el imaginario popular esas tradiciones, devenidas también una atractiva opción turística”, comenta Miriam Membrado Pérez, vicepresidenta de esa Asociación en la nororiental provincia de Las Tunas.
En ese sentido, la organización aquí dio un paso más al firmar convenios de colaboración con la Federación de Mujeres Cubanas, una organización de masas con arraigo en la comunidad; instituciones como Educación y medios de difusión masiva.
El pacto enrumba sus acciones al objetivo de convertir a la Asociación en el principal centro consultor en materia de cocina, una aspiración viable por la profesionalidad de sus afiliados, cuya formación le permite asumir el liderazgo que procuran.
“Así, enfatiza Miriam, estaremos en condiciones más favorables para defender las mejores tradiciones de la cocina cubana, y trasmitir a toda la sociedad buenos hábitos de alimentación y las nuevas tendencias que se se manifiestan actualmente en este campo.”