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Añoranza por la papa

¿Se perdió la papa? (Foto tomada de Progreso Semanal)
¿Se perdió la papa? (Foto tomada de Progreso Semanal)

Como cada año por esta época, los cubanos esperamos la cosecha de papa. Su aparición en los mercados siempre moviliza a la gente, sobre todo en los últimos calendarios, cuando la producción ha ido menguando y no ha sido posible guardar cantidades suficientes en frigoríficos para vender pasada la etapa de recolección ni distribuir a la totalidad de las provincias.

Y por supuesto, es difícil prescindir de un alimento que tiene altos valores nutricionales y está enraizado a nuestra cultura culinaria. La multiplicidad de sus usos la convirtieron en la reina de la cocina: es buena y sabrosa hervida o frita, en puré o como acompañante y extensora de otros productos, incluyendo carnes y granos.

Sin embargo, la papa no alcanza para todos. El incremento de los costos de los insumos en el mercado mundial —asediado por la crisis económica y la especulación de los precios— conllevaron a la drástica reducción de las siembras en la actual campaña: 3 mil 201 hectáreas, el 57,3 % de la anterior, que fue muy inferior a las que se realizaban antes del 2010; y es solo el 17,4 % de la mayor (1990).

Estas plantaciones —se hicieron en los mejores suelos y con excelentes productores de Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara y Ciego de Ávila— contaron a tiempo con el llamado paquete tecnológico: semillas, fertilizantes, plaguicidas, combustibles, sacos para la cosecha y el balance de agua para el regadío, y de acuerdo con los rendimientos planificados se deben obtener 65 mil 700 toneladas del tubérculo.

La recolección, que comenzó el 19 de febrero en áreas plantadas con simiente reproducida en el país (conocida como semilla nacional) ya está extendida por las seis provincias y debe tener su pico a finales de este mes y principios de abril.

Se comercializa de forma liberada, a peso la libra, en los territorios donde se produce, además en La Habana y Santiago de Cuba (esta última recibirá unas 3 mil toneladas desde Matanzas). Del total se destinará una parte para las siembras de la campaña venidera y el resto se distribuirá entre consumo de la población, turismo e industria.

El clima afecta

Está demostrado que los cambios climáticos influyen en la agricultura; en el caso de la papa, tiene un efecto directo en el comportamiento de los rendimientos. Las altas temperaturas a las que estamos sometidos en los tradicionales meses de invierno limitan la tuberización del tubérculo y dan frutos de poco tamaño y menor cantidad por cada plantón.

Este razonamiento, el Máster José Luis Román Quesada, jefe del Departamento de Viandas del Ministerio de la Agricultura, lo avala con la experiencia de los productores y los datos aportados por especialistas del Centro de Agrometeorología, quienes llevan controles rigurosos de las temperaturas nocturnas y diurnas; este febrero, mes decisivo para el crecimiento de la papa, fue el más cálido de los últimos 30 años.

“Para crecer óptimamente, la papa requiere entre 15 y 20 grados Celsius de temperatura, y diferencias de 10 grados entre las del día y la noche; la energía que la planta absorbe mediante la fotosíntesis la convierte en sustancias de reserva (las que nos alimentan) durante la noche; si hay calor constantemente como ha sucedido este año, las plantas no paren abundantemente, los frutos no se desarrollan y bajan los rendimientos agrícolas”, explicó José Luis.

También comentó que en Cuba se hacen plantaciones con simientes reproducidas en el país (19,5 % del área total), las cuales alcanzan como promedio cinco toneladas menos en su rendimiento, se guardan durante más de siete meses en frío y al momento de sembrarse están fisiológicamente envejecidas, mientras las importadas (este año se compraron en Holanda, Francia y Bélgica) provienen de la cosecha de la propia temporada.

Los hombres inciden

Román Quesada admitió que persisten problemas inherentes al trabajo del hombre que afectan esta producción. Argumentó que un equipo multidisciplinario recorre sistemáticamente las plantaciones y han detectado falta de agilidad de algunos productores para resolver los problemas que se presentan durante la campaña, como rotura de las máquinas de riego, ponches de gomas de diferentes equipos, deficiencias en la preparación y nivelación de los suelos, y adaptación de los ciclos de riego.

“El regadío es fundamental para los cultivos en un país tropical, porque sirve como regulador de la temperatura; lo normal es que se haga cada cuatro días, pero como el clima no se comporta igual hay que acortar ese ciclo puntualmente para lograr buenos resultados.”

Citó el ejemplo de la CPA Sexto Congreso, de Colón, en Matanzas, que haciendo bien este trabajo obtuvo rendimientos por encima de los planificado: 18 t/ha con semilla nacional.

No obstante, a la CPA Amistad Cuba- México, de Alquízar, que tradicionalmente hace plantaciones adelantadas y logra excelentes cosechas, no le fue posible rebasar las 13 t/ha en las áreas de semilla nacional. Elogió también la labor de las cooperativas de la provincia de Matanzas, en algunas de las cuales han aparecido plagas y enfermedades, que han controlado a tiempo y hacen una excelente campaña; citó a la UBPC El Sordo, la que más área siembra en todo el país (218 ha) y enfrentó la situación más complicada.

Reconoció la labor de los especialistas del Instituto Nacional de Sanidad Vegetal, quienes tienen montado un sistema de vigilancia y alerta de plagas y enfermedades que funciona muy bien, gracias a lo cual es posible aplicar en el momento preciso los medios biológicos o plaguicidas que exige cada situación.

Un cultivo rentable

Los gastos de esta campaña papera rondan los 15 millones de dólares, de los cuales unos 4 millones 400 mil corresponden a la semilla importada; en las épocas de mayores producciones se llegaron a invertir hasta 40 millones de dólares para cada cosecha.

Aun con sus interioridades y diferentes semillas, la papa sigue siendo rentable para las unidades productoras, afirmó el funcionario; el pago de 45 pesos por cada quintal se mantiene como un incentivo, y además, que es un cultivo bonito, dura alrededor de tres meses, deja fertilizantes y plaguicidas residuales en el suelo que aprovechan los siguientes sembrados, y hay cultura de su tecnología entre los hombres que le dan vida. Quienes ya no pueden cultivarla porque en el futuro se mantendrán similares cantidades de áreas que este año, sienten, como los consumidores, añoranza por la papa.

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