“¿Si no fueras fotógrafo?” La respuesta fue categórica, casi sin tiempo para el respiro: “¡Fotógrafo!” La sentencia no podía ser otra cuando han pasado más de tres décadas de la vez primera en que en un cuarto oscuro quedó fascinado con el mundo de las imágenes.
Marcelino Vázquez Hernández acaba de recibir el Premio Nacional Juan Gualberto Gómez en la especialidad de gráfica y, quizás, su modo sencillo y diáfano de concebir la vida no le permitieron en los primeros instantes creer en el fallo del jurado que realizó la valoración de su obra.
Fotógrafo de la Agencia de Información Nacional (AIN); amigo y compañero de decenas de colegas; profesional consagrado al reflejo de la vida económica, política y social de nuestro país. Así lo demuestran las coberturas: asambleas nacionales, cumbres, eventos deportivos en Cuba y en el extranjero, marchas, visitas de jefes de Estados y el VI Congreso del Partido.
El primer flashazo “a oscuras”
Tenía 18 años cuando comenzó en la AIN como ayudante de laboratorio, luego de haber llegado de Angola, donde cumplió servicio como soldado durante seis meses, en la región de Funda. Una vez en la patria, había llegado el momento de tener un vínculo laboral.
“Estudié obrero calificado en radio y televisión, pero eso nunca me gustó. ¡Por eso te digo que yo descubrí la fotografía! Empecé como si fuera algo normal y según aprendía me gustaba. Rogelio Moré y Venancio Díaz, mis primeros profesores aquí, me enseñaron de una manera peculiar.
“‘Usted no entra al laboratorio hasta que no sepa esto, lo otro…’, me decían. Y lo primero fue montar el rollo en las antiguas cámaras. Incluso, recuerdo que Moré me explicó, lo hizo un par de veces, y después agregó: ‘Te vas para tu casa y regresas cuando lo sepas montar con los ojos cerrados’. Las cosas había que hacerlas de manera perfecta, luego se daba otro paso. Así él había aprendido”.
A través del lente: ¡Fidel!
En 1982, cuando murió Raúl Roa, Pablo Pildaín —uno de los fotógrafos que en aquella época laboraba en la AIN— le pidió que lo acompañara a la Universidad de La Habana, donde se iba a celebrar un acto. “Estando ahí llegó Fidel y Pildaín se me acercó: ‘Encárgate de hacer este trabajo’. Tuve suerte, la foto me quedó bien a pesar del nerviosismo. Sin embargo, esa fue la extraoficial. Mi primera cobertura fue cuando vino el reverendo norteamericano Jesse Jackson, donde también estuvo Fidel”.
Hacer retratos, un vicio…
En el laboratorio le tomó “el gusto” a la fotografía. Hoy confiesa que “era su vida”, y que nunca se apuró para salir a trabajar a la calle. Estudiaba de manera autodidacta, y se formó como técnico medio en Fotografía, en la escuela de Diseño Industrial.
“En aquel tiempo, como yo era quien imprimía en papel, todo pasaba por mis manos, y cuando eso ocurre, necesariamente aprendes. Tanto en composición como en iluminación, Moré y Venancio fueron mis grandes maestros.
“Ambos discutían de forma profesional y cuando se imprimían las fotos, me preguntaban cuál era la mejor. A veces coincidíamos, no así en otras. ¡Y llegó un momento en que yo era el único que revelaba sus fotos! Ellos llegaban, soltaban los rollos y se iban para otro trabajo”.
Años después, Marcelino ingresó en la universidad, en el primer curso de Comunicación Social, pero nunca se graduó, pues no terminó la tesis. “Quería hacerla sobre el retrato, algo que me gusta. En esa época lo hacía mucho, era una especie de vicio, que de alguna manera había heredado de Moré”.
La foto que siempre pierde
Inquieto, de poco diálogo, titubea cuando pregunto sobre la cobertura más difícil. Piensa una y otra vez y no la precisa. Pero cuando indago en la foto que por algún motivo siempre deja escapar, señala con sentimiento:
“La he perdido, dos, tres veces…, por ver lo que está pasando. Eso me ha ocurrido cuando Industriales tiene un juego decisivo. He reaccionado rápido, pero ha sucedido”.
La AIN y el deporte: de lo más preciado
A la Agencia de Información Nacional le debe prácticamente todo lo que ha alcanzado en el plano profesional. Allí ha hecho su vida —excepto algunos años que laboró en el Palacio de Convenciones— y a este lugar le dedica todas las horas que sean necesarias.
“Aquí me formé y aprendí a hacer todo tipo de foto. Esa diversidad me gusta; ahora mismo vengo de una conferencia de prensa en el MINREX y por la noche estaré en una entrega de condecoraciones, pero pudiera ser otra actividad. ¿En cuanto al deporte?, me encanta, sobre todo la pelota, en la AIN también aprendí a amarlo, pues desde un inicio cubrimos este tipo de eventos”.
Para los noveles fotógrafos, un consejo
“Estudiar todos los días, eso significa buscar el porqué de las imágenes, por qué se hicieron de una manera o de otra. Siempre estudio lo que veo, me detengo en la iluminación, en la composición. Muchas veces, en callado, analizo una foto, un cartel, una pintura, una imagen de cine o televisión. Ya se ha hecho costumbre en mí”.