Fernando González Llort echa por tierra ciertos mitos acerca del héroe. O quizás existe para probarnos que el heroísmo no es asunto de apariencias. Cuando salió por las puertas del salón de protocolo de la terminal 1 del aeropuerto “José Martí” para hablarle por primera vez a los medios, tenía el sencillo aspecto de un cubano común y corriente, ajeno por el completo a los micrófonos y las cámaras.
Serenamente emocionado, preguntó si acaso él debía hablar primero y se mantuvo a una discreta distancia, arropado por su esposa, Rosa Aurora, su madre Magali y sus dos hermanas, Lourdes y Marta, con sus respectivos compañeros.
Para quienes hemos seguido periodísticamente el caso, la parquedad de Fernando resulta casi legendaria. Él es ese poeta de las acciones –como alguna vez definió Cintio Vitier a los Cinco- que se excusa por no escribir poemas y del que debimos conformarnos con saber algo a través de muy escasas entrevistas y solo algunos textos personales suyos que alimentaron nuestro trabajo en estos años.
Pocos pero contundentes, sus análisis transparentan un pensamiento claro, profundo, coherente, principista, que ahora se confirma en la mirada limpia, como la de un niño, recta como la de un hombre honesto, cuando habla a los micrófonos, al fin en la Patria.
Las primeras palabras son para sus hermanos. Y para Cuba, donde más las esperan:
DECLARACIONES A LA PRENSA DE FERNANDO GONZÁLEZ LLORT
(Transcripción de Cubadebate)Yo creo que en medio de estos momentos que son realmente bien emocionantes para mí, se impone decir algunas palabras y agradecer a varias personas. Hay tres personas que no están aquí y son las primeras a las que le quiero agradecer, que son mis hermanos Gerardo, Ramón y Tony. Cuando no existía movimiento de solidaridad todavía verlos a ellos y compartir con ellos los momentos difíciles fueron siempre una fuente de energía para nosotros en la lucha, y por lo tanto mi primer agradecimiento es para ellos que no me están escuchando, no me van a escuchar, no me van a ver, pero me van a leer y yo quiero hacerles llegar el mensaje de agradecimiento. Porque es un tema del cual ni siquiera hablamos entre nosotros cuando tuvimos la oportunidad de vernos juntos, pero no saben ellos ni siquiera cuánta fuerza y cuánta energía nosotros obtuvimos en aquellos momentos de verlos a ellos, de ver la actitud de ellos, de ver la manera en que ellos enfrentaron las situaciones y después de conocer, durante los años en prisión, cómo ellos enfrentaban las situaciones individuales en las que se encontraban. Por lo tanto mi primer agradecimiento es para mis tres hermanos y eso incluye también a René que está aquí porque fuimos parte todos de aquel momento.
Yo creo que se impone agradecer también al pueblo de Cuba a todos nuestros compatriotas que durante tantos años nos han acompañado en esta lucha y que nos van a seguir acompañando, estoy convencido de eso hasta que Gerardo, Tony y Ramón estén aquí de regreso.
Yo quiero aprovechar esta oportunidad para pedir disculpas a todas aquellas personas que nos escribieron mostrándonos su apoyo, su solidaridad, especialmente a los niños y a los jóvenes que nos hicieron llegar muchísimas cartas y que materialmente nosotros no teníamos tiempo para responder todas y cada una de ellas.Yo sé que algunas personas se pueden haber sentido en algún momento quizás defraudada porque no recibieron una respuesta personal a su correspondencia; les quiero pedir disculpas, les quiero pedir que nos comprendan, que materialmente no había posibilidades de escribirles a tantas personas individualmente, pero que todas esas cartas, especialmente la de los niños y las de los jóvenes fueron siempre un estímulo tremendo, un estímulo sin comparación ninguna para enfrentar cualquier situación a las que nos vimos sometidos.
Agradecer a todo el pueblo por la solidaridad, agradecer a las autoridades cubanas, a todos los compañeros y las compañeras que por tantos años han estado trabajando por sacar a delante la campaña y la lucha por la liberación de todos nosotros.
A los compañeros del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, que estuvieron pendientes en los últimos meses a todo este proceso del regreso mío, a todos los detalles de cómo se iba a producir y estuvieron luchando porque se produjera de la manera más expedita posible y de la manera más natural posible.
Agradecerles a todos, a la prensa que ha hecho un trabajo muy bueno para dar a conocer la verdad del caso y llevar la verdad lo más lejos posible. Hay mucho por hacer todavía, yo creo que todos lo sabemos y todos están en la mejor disposición de hacerlo, no me cabe la menor duda de eso.
Yo sé que la felicidad hoy es compartida por todos, es una felicidad que es difícil de describir, estar aquí en Cuba, estar aquí con la familia, es una felicidad que es inmensa y a la misma vez le falta un pedazo, y es el pedazo que queda reservado para que cuando en este mismo lugar estén Ramón, Gerardo y Tony, entonces la felicidad será completa.
Mientras tanto el papel nuestro será hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que esa realidad llegue lo más pronto posible y podamos entonces reunirnos los Cinco, y reunirnos todos con nuestras familias y con ustedes, y entonces disfrutar realmente de la verdadera felicidad total cuando estén los cinco aquí.
Pregunta sobre el impacto de salir de la cárcel y llegar a Cuba:
El impacto de salir de la cárcel en el caso mío específico, yo no puedo decir, a ver, no es la misma condición de René, que René salió y fue inmediatamente para la cárcel, o sea, yo salí de la prisión y a mí me estaba esperando un grupo de personas de inmigración que me retuvieron, me arrestaron prácticamente, entonces, yo no experimenté la salida de la prisión como la salida hacia la libertad, yo experimento la salida hacia la libertad cuando me bajé de la escalerilla del avión, porque incluso hasta ese último momento yo venía esposado en el avión, y las esposas me las quitaron en el momento en que el avión tocó tierra aquí. Yo no sentí la sensación de la libertad al traspasar la puerta de la prisión, que es posible la experiencia que sientan otros, la sensación de la libertad mía es cuando el avión aterrizó aquí y me bajé por la escalerilla, esa es la verdadera sensación de libertad para mí.Sobre su encuentro con Raúl:
Primero que nada es un honor para mí, y honor que agradezco además, un gesto que agradezco que el compañero General de Ejército, Raúl, se haya tomado el trabajo de venir hasta acá a recibirnos a saludarnos, realmente es un gesto que agradezco y que me llena de gratitud y que me compromete también a la misma vez, en la lucha y a darlo todo por el regreso de mis otros hermanos,. Es realmente un gesto que lo llena a uno de humildad y de gratitud.
Cuando se retira junto a su familia, sin darnos tiempo para otras preguntas, nadie protesta. Qué más quisiéramos todos que llevárnoslo para un programa en vivo, sacarle una exclusiva sobre lo que no llegamos a conocer de su mundo en esos injustos años de encierro, de los sentimientos que lo acompañaron en el regreso, de lo que quisiera hacer en el primer minuto en su tierra y con gente.
Pero todos entendemos que Fernando merece decidir cuándo lo hará. Y ahora no es el tiempo de responder cuestionarios. Es la hora, su hora, de absorber los olores de la Patria, de la familia y de la casa, de sus amigos y compañeros.
Quien haya leído aquel libro del español Marcos Ana, que permaneció largos años en una cárcel, recordará que lo más difícil es acostumbrarse a la libertad, al vértigo que les provocan los espacios abiertos y el bullicio de la vida que corre por las calles, a quienes han permanecido muchos años presos. Y ya sabemos que los de Fernando, como los del resto de sus hermanos, fueron y aun son, crueles, injustos, demasiados.
Ya habrá tiempo de contar y cantar la libertad. Primero es preciso que le dejemos gozarla libremente.
(Trabajo tomado de Cubadeba y la transcripción del Mensaje fue realizada también por Cubadebate)