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Conducta, el cine sirve para expresar la vida

Foto: Otilio Rivero Delgado
Foto: Otilio Rivero Delgado

¿Qué es Conducta? Por estas fechas ya casi todo cubano debe saberlo: es de lo que todos hablan en la calle, es lo que más se ve gracias al “cine-móvil-flash”.  Esta película ha sido la culpable de que muchos hombres y mujeres hayan llorado, reído, odiado, de que sus gargantas se estrechen por el amasijo de sentimientos encontrados que estimula una realidad cruda, marcada por la soledad, la supervivencia o la esperanza; pero también ha sido la responsable de un estado febril provocado por la emoción de ver la verdad contada con claridad y sin tapujos, a lo cual reverencian cuando se levantan de sus asientos.

Tal vez suene absoluto y pierda la objetividad en ello, pero concuerdo con muchos que aseguran que Conducta, el último estreno de ese cine hecho en Cuba y para los cubanos, ya se cataloga como el mayor acontecimiento del 2014 y lo mejor desde Fresa y Chocolate.

Es un filme que atrapa desde el primer cuadro con un niño tremendo en su personaje que cuenta lo complejo de un entorno, a través de una historia, que se aleja del “happy ending” llena de mensajes subliminales y símbolos patrios que a veces se dejan a un lado.

El director y guionista Ernesto Daranas, junto a un equipo estelar, se acercó a esa Cuba real, a esa otra Habana, la cual el tiempo ha vejado y quiso, con el apoyo de jóvenes de la Universidad de las Artes, que “las palabras sonaran”.

“Traté de recordar cómo me impresionaban a mí esos lugares –asegura Daranas –, tirarme del malecón e intentar llegar a la boya y como de niño uno ve esos espacios. El desafío era narrar lo que siente un pequeño cuando va a afilar una chapilla y el tren le pasa por arriba, cuando está en una azotea, cuando se tira al agua. Se trabajó sobre esa base para que el público lo sintiera.

“La película llegó de una forma extraña y rápida. Tenía una deuda con los muchachos míos de la facultad de cine porque desde hacía cuatro años que no podía darles clases y cuando tuve la oportunidad de hacer una nueva película pensé en armar una especie de taller e invitarlos.

“Trabajamos juntos desde la elección del tema. Luego empezamos a concebir un guión que no existía y formamos el casting con más de siete mil niños de la Habana Vieja principalmente. Una de las cosas que más me gustó de trabajar con esos niños de la calle que no tienen formación es que traen mucha verdad en términos de vivencia”.

Pero también llevan consigo una dosis de responsabilidad, sobre todo en el trabajo con los animales.

“El primer cuidado lo tuvimos con los niños porque ellos tienen que manipular a los perros en muchas ocasiones. Escogimos dos cachorros que no estaban entrenados, pero creamos primero esa relación con los pequeños y después se hizo el entrenamiento con especialistas.

“Logramos una empatía que se refleja en la secuencia en que Yuliet abofetea a Chala y el perro se le tira porque interpreta eso como una agresión real. También contamos con un equipo técnico para el montaje de esas secuencias de peleas, en las cuales los perros fueron encebados para que no se pudieran morder y se adormecieron para que no tuvieran mucha acción”.

Esta película parece cargada de personajes muy reales, ¿es así?

“Hubo un conjunto de referentes para armar a Carmela; es un personaje diseñado desde una persona real, que fue maestra de mi hijo varón, y con dosis de otras maestras mías y de algunos de los muchachos que están en la película que me llevaron a conocerlas. Por ejemplo hay dos profesores retirados del Cerro que me ayudaron muchísimo. Y Chala curiosamente parte de una niña y de dos niños que son la base del personaje”.

¿Por qué Conducta como título?

“Cuando comencé a filmar no sabía ni como se llamaría ni terminaría. Al principio le pusimos Carmela, como título de producción, pero mientras avanzamos en el rodaje un día conversaba con Armando, que interpreta a Chala, y me dijo que para él el centro del personaje es que siempre mantiene una misma conducta. Esa palabra la mencionó varias veces y la anoté en la portada del guión, y en la posproducción la vi y le pregunté al editor si le gustaba como título y me dijo que sí”.

Esa realidad que muestra en el filme puede ser catalogada como cruda y sensible, pero al final siempre sobresale una mirada esperanzadora. ¿Responde a un acto consciente?

“Realmente la realidad es mucho más dura que lo que se muestra en la película, lamentablemente es así. Pero el desafío era cómo hablar de eso y no dar respuestas porque el cine no las da, y mostrar lo que realmente importa y no puede perderse. Creo que una de las cosas que conduce a eso es sentir que muchos de los personajes de la historia comparten sentimientos, nuestra manera de pensar, de sentir, y eso es lo que genera esa empatía. Además, al tratar de reflejar la realidad o la verdad de la realidad, en este momento en el que las cosas son complejas, no tiene sentido pisotear la esperanza de las personas, hay que tratar de levantarla sobre la dignidad y los valores porque si no comenzarán a echarse a bajo muchas cosas”.

Pareciera que le motivan los temas relacionados con la marginalidad.

“Pienso que a veces no nos damos cuenta de que estamos dentro de esos márgenes. Han pasado 25 años de una crisis que inevitablemente determina un deterioro que abarca todos los estratos de la sociedad y se extiende a todos los márgenes. Obviamente hay una marginalidad que no es tan específica ni tan aislada como se pretende, sino que abarca a una gran parte de la sociedad, por lo menos en mi caso es un tema ineludible porque nos comprende de una forma u otra a casi todos, porque en algún momento del día pasamos a formar parte de un margen”.

Rebelde le llamarían algunos por su estilo alejado de los cánones del cine, ¿ese es su objetivo?

“Yo no pienso, lo confieso, en tesis, objetivos o en superobjetivos son trabas que comen el cerebro, la creatividad, la espontaneidad. Si hay un deseo sincero de expresión, a partir de eso se logran los mejores caminos de la consecuencia de la practica artística y no a la inversa”.

El cine polémico, de herejías gusta mucho entre los cubanos. ¿Cree que hacen faltan más muestra de este tipo?

“Entre los jóvenes que tienen un enorme talento sí hay miradas de sinceridad a esa realidad. Hay diferencias y lo bárbaro de esto es que hayan, para que tengamos todos una manera diversa de vernos y acercarnos. Lo único que no nos puede pasar es que no haya sinceridad en esas miradas, por eso lo único que cuestiono es cuando esa visión no parte de la realidad interior del realizador y  se expresar en términos formales. Siento que hay una inquietud social, una búsqueda de expresar la realidad desde su experiencia, desde sus herramientas y sus vivencias y percepciones de la vida.Lo más difícil en este negocio es contar bien una historia”.

A pocos días de su estreno, ¿su obra superó expectativas?

“No lo tengo claro, me sorprendió, no pensé que fuera así porque la película no expresa la crudeza de la realidad, sino más bien una veracidad de la realidad que es mucho más compleja, más difícil en muchos aspectos. Es que el cine no existe para igualar la vida sino para expresarla”

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