Una jugada apretada

Una jugada apretada

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El chequeo de la calidad del arroz es vital, pues de ella depende el pago a los productores y el prestigio de Sur del Jíbaro. Foto: Roberto Carlos Medina
El chequeo de la calidad del arroz es vital, pues de ella depende el pago a los productores y el prestigio de Sur del Jíbaro.
Foto: Roberto Carlos Medina

Una mezcla de realidades da pie a los arroceros de Sur del Jíbaro para “batirse” con su récord de producción, alcanzado en 1988, cuando completaron las 70 mil 600 toneladas para consumo. La experiencia y calificación de los hombres, el aprovechamiento de su infraestructura, de inversiones y maquinarias nuevas son la base de ese empeño.

Ello permitió cuadruplicar la producción de arroz en solo cuatro años; en el 2010, lograron 15 mil toneladas y al finalizar el pasado 2013 se acercaron a las 60 mil, lo que unido a un rendimiento industrial de 66,5 %, les aseguró una de las mayores cosechas de su historia, al crecer 29 % con respecto a la anterior.

Según las fuentes consultadas, la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, de Sancti Spíritus, es la que mejor respuesta ha dado al financiamiento y a los recursos asignados como parte del Programa Arrocero, que en todo el país estimula la obtención del cereal para, cada vez más, disminuir la dependencia del mercado exterior y mejorar la remuneración a los trabajadores. Esta fue la única entidad que cumplió su plan de producción al cierre de diciembre pasado.

La arrocera espirituana conserva la base tecnológica creada en la década de los 80, con siembras en terrazas planas, sistemas de riego y drenaje, y la aviación para las plantaciones, fertilizaciones y fumigaciones. El monto para las inversiones y el mantenimiento que la revitalizan ascendió a 15 millones de pesos el anterior calendario.

Primero el hombre

Una premisa que conservan en esta parte del sur espirituano es la de atender al hombre, porque de su inteligencia y trabajo depende la eficiencia del sistema tecnológico y productivo. Rige la disciplina y la organización, pero también han creado condiciones para que los obreros se sientan más cómodos, aun en sus agotadoras faenas.

Así, cada cierto tramo del vial, arrocera adentro, aparece “la casita del lote”, una pequeña instalación donde descansan los anegadores en los horarios de merienda y almuerzo —se hacen allí mismo, con buena calidad y variedad—, al igual que sucede en “las novias”, esa suerte de cocina ambulante que anda con los pelotones de corte y preparación de tierras para garantizar la alimentación.

Eneida Labañino Griñán lleva siete años como cocinera en un pelotón de combinadas y a su salario de más de 2 mil 200 pesos como promedio mensual, suma otros beneficios laborales. El operador de combinada Mario Pérez elogió la productividad y el confort de “su Laverda”, con la cual puede cortar más de mil quintales por día.

La organización y control en los almacenes y talleres es otro elemento a favor del colectivo, si se tiene en cuenta que han renovado más del 60 % del parque y que solamente en el 2013 recibieron 410 equipos entre remolques, cosechadoras, tractores e instrumental para los laboratorios, un hecho inédito en los anales de la entidad.

La permanencia del personal, esencialmente del técnico y calificado (10 % de la fuerza laboral), aun en los tiempos difíciles del período especial, signa la actividad arrocera en este territorio, lo que permite irradiar experiencias y conocimientos a los productores que se incorporaron a partir de la entrega de tierras ociosas y se han diseminado por la provincia, dándole relevancia al aporte del sector cooperativo y campesino en la producción del cereal.

El ingeniero Fernando Cárdenas Granado, quien trabaja en el laboratorio del secadero Los españoles, explicó el rigor con que se controla la calidad del grano que llega hasta la industria, la cual determina el pago final a los productores.

El proceso inversionista llegó a los siete secaderos (con capacidad de 900 toneladas diarias) y a los cinco molinos, que desde el sur y hasta el norte de la provincia, se encargan del procesamiento del arroz que cosecha Sancti Spíritus y del que llega de Ciego de Ávila y Villa Clara. Rodobaldo Rodríguez, director de la UEB Los españoles, explicó que logran el 94 % de eficiencia en el proceso, resultado de las reparaciones y cambio de motores en esta unidad.

Más técnica, más rendimientos

De la calidad de las siembras y del cumplimiento de cada paso de la tecnología dependerá el resultado de la cosecha. Yoel Hernández Castillo, administrador de la UBPC Sur del Jíbaro, en pleno corazón de la arrocera, aseguró que la combinación de la técnica con el uso óptimo de los recursos los llevó a las cuatro toneladas por hectárea (ha) en la campaña recién finalizada, pero los potenciales de las variedades que cultivan duplican esa cifra.

“Ahí está la mayor reserva que tenemos, porque ya logramos menos pérdida de granos en el corte y hemos recibido equipos que nos permiten elevar la preparación de tierras y las plantaciones; en esta etapa de frío debemos llegar a las mil 560 hectáreas.

“Estamos trabajando en el rescate del programa varietal; hasta el pasado año sembrábamos una sola variedad: la LP-5, pero ya probamos la LP-7, que contribuyó a la elevación de los rendimientos y probaremos la IA-Cuba22; si surge algún problema con una de ellas nos queda el resto para no perder toda la cosecha”.

Esta UBPC, como el resto de las cooperativas que forman la empresa, es rentable; logró cerca de 3 millones de pesos de utilidades al cierre del 2013 y un salario promedio que superó los 2 mil 300 pesos mensuales.

Una deficiencia histórica de Sur del Jíbaro era el derroche de agua, amén de contar con el mayor embalse del país. Yoel afirmó que con las medidas de ahorro aplicadas en la entidad, ajustándose a las normas y con un estricto control, disminuyeron el consumo en más de 4 mil metros cúbicos por ha; ahora bastan unos 17 mil como promedio en las campañas de frío y primavera para asegurar los rendimientos propuestos. En la arrocera han reparado la mitad de los sistemas de riego y drenaje, y parte de los viales.

Otras medidas de ahorro se aplican en el área energética de los molinos. Ariel Veitía Pérez, jefe de producción del Ángel Montejo, explicó que hacen el secado del grano con una caldera que, mediante la quema controlada, se alimenta de la propia cáscara del cereal; la ceniza la venden a la Empresa Refractarios Habana, y por ese concepto han dejado de consumir 8 mil 500 litros de diésel y obtenido ingresos de 10 mil 200 CUC.

De todo cuanto hacen en Sancti Spíritus para recuperar el programa de variedades contó a la prensa Pedro Meneses, director de la Estación Experimental de Granos Sur del Jíbaro, quien reconoció que el abandono de la producción de semillas llevó a la siembra de una sola variedad, un peligro inminente para esta producción. Ahora existe una estrategia para la obtención de simientes que debe de mejor calidad y diversidad.

Tanto en Sancti Spíritus como en Ciego de Ávila y Villa Clara, trabajan para la introducción de cuatro variedades, que responden a ciclos cortos y medios, la adaptación a suelos salinos y buenos potenciales de rendimientos.

Enfocando a un récord

El Máster en Ciencias Orlando Lorenzo Linares, director de Sur del Jíbaro, consideró que el aumento de las plantaciones en 2 mil hectáreas más que el año precedente, las atenciones agrotécnicas al cultivo y la inyección de recursos son decisivos en los resultados de la entidad; sin embargo, reconoció deficiencias que deben superar en “esa jugada apretada” que significa “tirarle” al récord histórico.

Aseguró que el cultivo se propaga por áreas con condiciones para la aplicación de la ciencia y la técnica, y se entregan recursos a los productores que obtengan resultados más rápidos, pero no siempre se aplica el paquete tecnológico en tiempo ni los hombres se vinculan al área con eficiencia.

No se nivelan los suelos ni se hace adecuadamente la preparación de tierra para las plantaciones. En el 2013, solo el 41 % de la semilla que emplearon era de óptima calidad, algo que han superado para las plantaciones de este año. Valoró que aún puede lograrse mucho más con una mejor atención al hombre: organización del trabajo, de la maquinaria y vinculación al área.

Sur del Jíbaro reporta afectaciones por no contar con medios especializados para la transportación del cereal entre los secaderos y los molinos, lo que impide el tiempo de reposo establecido en los primeros, algo que conspira contra la calidad del arroz.

Criticó el modo en que se exige por el uso de la electricidad que la entidad financia, pues a veces sobra en una unidad y falta en la otra, pero la Empresa Eléctrica no permite la transferencia entre ellas, por lo que catalogó ese hecho como “falta de autonomía”.

Linares selló la despedida en la finca La Jibarita, donde producen unas 500 toneladas de guayaba, que aportan a la industria para la producción de compotas; estas, además de mangos, maíz, frijoles, leche y carne vacuna, muestran la diversidad de una empresa que este año enfoca a su récord histórico con posibilidades de acertar.

El país logró en el 2013 una producción de 336 mil 336 toneladas (t) de arroz listas para el consumo, el 100,3 % de lo previsto en octubre de ese propio año, cuando ajustaron las cifras directivas que inicialmente eran de 394 mil 200 t. Se incumplió la entrega a Comercio Interior y se cumplió el resto de los compromisos. Los rendimientos agrícolas fueron de 3.41 t/ha, 0.49 t menos que lo planificado. Este año deben llegar a las 375 mil t de arroz consumo. Cuba importa alrededor de 400 mil t, el 60 % del consumo nacional.
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