Dios Barrios recayó la responsabilidad de trasladar a Cuba la orden de alzamiento y hacerla llegar a Juan Gualberto Gómez. Así patentizaba José Martí su ilimitada confianza en los sectores más humildes de la emigración cubana asentada en Estados Unidos, para su proyecto independentista. En manos de aquel hombre puso el destino de la revolución.
Para abordar este tema recurrimos al Doctor en Ciencias Históricas Joel Cordoví Núñez, vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba y miembro de número de la Academia de la Historia de nuestro país, quien señaló que “la guerra de 1895 forma parte de un proceso, y el hecho de que se inicie el 24 de febrero con un grado de organización muy superior al de la Guerra de los Diez Años (1868-1878) prueba la existencia de una labor organizativa, a partir de la experiencia de los factores que condicionaron el fracaso de esta —y de otros proyectos y empresas a lo largo de la década de los 80—, y de la existencia de José Martí, personalidad clave en la labor de búsqueda de formas más viables.
“El hecho de que la guerra se organice desde el exterior, obliga a Martí a trabajar con núcleos de la emigración cubana, en especial los radicados en las comunidades de Nueva York, Cayo Hueso y Tampa, integrados fundamentalmente por obreros, en su inmensa mayoría tabaqueros, y por panaderos, artesanos y otros elementos dedicados a los más diversos oficios”.
Verdaderos protagonistas
Martí interactúa sobre todo con los tabaqueros, pues estaban mucho más preparados desde el punto de vista cultural y muy vinculados e identificados con la realidad del país, entre otras razones, por los problemas económicos que los afectaban.
“A veces se piensa que el trabajo de los tabaqueros se inicia con Martí, y no es así, pues en fecha tan temprana como 1869 surgió una asociación. Las había patrióticas, entre ellas la encabezada por José Dolores Poyo, figura de suma importancia en la articulación del movimiento independentista en Cayo Hueso. Pero sucede que en la Guerra de los Diez Años la dirigencia de la revolución, sobre todo la del exterior, no le concedió protagonismo al movimiento obrero, cuyos miembros contribuyeron con sus escasos recursos a la guerra”, afirma el académico.
Refiere el doctor Cordoví Núñez que en enero de 1880 Martí realizó una lectura en el Steck Hall, en Nueva York, en la cual por primera vez convocó a la revolución a las capas más humildes de la emigración, pero no como un elemento más, sino en calidad de protagonistas.
“En esa ocasión les dijo: ‘Ignoran los déspotas que el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones’. Esas palabras, nunca antes dirigidas a los obreros, evidencian su fe, y la de los grupos más radicales del movimiento independentista, en los sectores populares como verdaderos protagonistas de una revolución, en medio de tantas contradicciones, conflictos políticos, contrapunteos de ideas, de ideologías…
“No protagonistas para formar parte de un conglomerado heterogéneo, amorfo, que debía encauzar una revolución, sino como piezas clave para que, concluida la guerra, tuvieran un espacio dentro del futuro escenario republicano. Y para conseguirlo era preciso prepararlos, en lo cultural y lo educacional, de modo que estuvieran en condiciones de analizar su situación y la posibilidad de los cambios a emprender una vez alcanzado el triunfo.
“También hubo propietarios de tabaquerías que colaboraron con cuotas importantes, como Eduardo Hidalgo Gato, por ejemplo.
“En Tampa, el 26 de noviembre de 1891, Martí pronunció su discurso Con todos y para el bien de todos, el cual constituía un llamado a integrarse a la revolución, sin diferencias de ningún tipo. Le siguió, un día después y en la propia ciudad, el conocido como Los pinos nuevos, un llamado a la unión entre los veteranos de las pasadas contiendas y los jóvenes, para vertebrar, articular y ejecutar un movimiento revolucionario bajo la dirección del Partido Revolucionario Cubano, creado meses más tarde con esa finalidad.
“En aquella masa no solo encontró Martí el apoyo financiero necesario, sino también hombres que no dudaron en acudir al campo de batalla para que aquel proyecto liberador se hiciera realidad”.
Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.