Contrario a lo que pudiera pensarse, el XX Congreso de la CTC no ha terminado, más bien continúa con otra etapa decisiva, en la que debe materializarse lo acordado; implementarse los documentos rectores, como los Estatutos y otras directivas relacionadas con el funcionamiento sindical, y lo más importante: fortalecer la labor de la organización, sobre la base de lo analizado durante el proceso, los miles de planteamientos realizados y las líneas de trabajo que han quedado bien definidas.
Si me preguntaran que ha sidolo más significativo de la trascendental reunión de los trabajadores cubanos, no dudaría en afirmar que el amplio espíritu democrático que primó al abordar el muy amplio abanico de temas y asuntos. Pudiera agregarle también la expresión de opiniones “valientes”, para calificarlas de algún modo, a tenor con los señalamientos críticos que profundizaron la mirada hacia lo interno.
Muestra de ello fue el preámbulo de la aprobación, en sesión plenaria, de los nuevos Estatutos. Cuando muchos —entre los que me incluyo— pensaron que sería solo un simple trámite de levantar los brazos y votar positivamente, la realidad fue bien distinta. Surgieron numerosas propuestas de cambios para perfeccionar ese documento rector, y algunos capítulos, previa valoración adecuada y justa, quedaron modificados. Alienta haber apreciado que no primó una vez más la falsa unanimidad, tan criticada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, y que algunas propuestas de ajustes fueron ratificadas por mayoría y no por el 100 % de los votantes.
Solo la realización en la tarde-noche del pasado jueves de 17 encuentros entre los delegados y las direcciones de los organismos de la administración central del estado y los sindicatos respectivos, justifica plenamente la movilización hacia la capital del país de unas mil 400 personas desde todas las provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud, independientemente del extraordinario valor de las restantes sesiones de trabajo.
Me consta la satisfacción de quienes participaron en ellos, de un lado y de otro. Es que pudieron abordarse, sin medias tintas, temas y asuntos medulares de cada sector de la economía y los servicios, con una visión intimista y precisa. El lenguaje fue coloquial y primó el respeto en el intercambio de opiniones y el planteamiento de no pocos problemas, entre los cuales tuvieron prioridad los relacionados directamente con los trabajadores y su entorno laboral. Lo que no tuvo respuesta, quedó registrado por parte de los directivos estatales para darle la atención debida.
En las comisiones de trabajo los asistentes al evento valoraron con profundidad los aciertos, dificultades y deficiencias que afronta el funcionamiento sindical; el papel de los trabajadores en las transformaciones y el fortalecimiento de la economía; la representación y defensa de los derechos de los afiliados, y el trabajo político-ideológico.
Más allá del valor estratégico de los temas tratados, los planteamientos, formulados sobre la base de informes introductorios concisos, permitirán delinear de la mejor manera posible el sendero por donde transitar para contar con sindicatos más sólidos y creíbles y acompañar de mejor manera los empeños renovadores.
Razones obvias pusieron la cuestión económica en el centro de los debates. Los delegados e invitados fueron informados “de primera mano” sobre el estado de la implementación de los Lineamientos. Justa decisión, pues los trabajadores tienen en sus manos la fuente principal creadora de riquezas.
Corresponde a los delegados e invitados informar a los demás integrantes de sus colectivosde lo abordado en la importante reunión. Lo discutido no debe quedar entre las paredes de las salas del Palacio de Convenciones. El efecto multiplicador, imprescindible en este caso, tiene que superar el alcance de los medios de comunicación y precisa del aporte de cada uno de los asistentes al evento.
Por muchas razones, la reunión prosigue, pues resulta esencial la materialización en la práctica, sobre todo en la base que es donde late el sindicato, lo definido teóricamente en infinidad de encuentros, asambleas y sesiones de trabajo.
El XX Congreso de la CTC por encima de todo —y es lo más trascendental— ratificó la unidad sólida de los trabajadores cubanos, la voluntad de defender siempre la Revolución y sus conquistas, y de seguir avanzando en pos de un socialismo próspero y sostenible.