Mientras en La Habana el espectáculo palideció, víctima del bajo nivel de los Húsares de Polonia y del adormecimiento de nuestra puesta en escena, la IV Serie Mundial de Boxeo de la AIBA (WSB) registró algunos acontecimientos dignos de comentar allende los mares…
En la llave B, la misma de los Domadores, Kazajistán demostró que su reciente fiasco ante Azerbaiyán (1-4 peleas) fue puro espejismo: sin alinear a sus estrellas, solo al ucraniano Sergiy Derevyanchenko (75 kg), las Promesas de Astana barrieron a Rusia, quipo que viajó hasta Almaty sin sus mejores hombres. De esta forma, la franquicia kazaja se aseguró oficialmente un puesto en la postemporada.
La única sorpresa de este grupo ocurrió en la capital azteca, donde los Guerreros locales vencieron 3-2 a los Fuegos de Bakú y conservaron matemáticas opciones de clasificación. No deseo herir sensibilidades, pero tal desenlace se antoja ficticio, porque los azeríes apenas dependieron de uno de sus titulares: el peso pluma Gairbek Germakhanov (11-3), quien por cierto perdió.
En el apartado A, los Truenos de Italia apabullaron a los Halcones del Desierto argelinos (5-0), mientras que los Nocauts de EE.UU. asestaron un duro golpe (4-1) a los Cóndores argentinos. Ese resultado reaviva la posibilidad de que cubanos y norteños sean contendientes por el pase a semifinales, en un match anhelado por la WSB —fiel recuerdo de los tradicionales topes entre ambas naciones— y que despertaría muchísimas emociones en la afición.
El tope entre Ucrania y Alemania debió posponerse, motivado presumiblemente por la crisis política que vive la nación de los Otamans, vigentes submonarcas del evento. Ahora son cuatro las series suspendidas en este grupo, y en tres de ellas aparecen involucrados los teutones.
Sobre lo acontecido en el coliseo de la Ciudad Deportiva hay poco que apuntar. La presentación de nuestros púgiles fue buena, pero la poca monta de los rivales de turno aconseja contener los elogios. La franquicia polaca está demás en la WSB, no tiene nivel para competir, ni recursos financieros para robustecer sus filas. En realidad, está afectando la calidad de una lid clave para la AIBA.
Bastante se ha comentado sobre la pobre asistencia de público a la velada del viernes último. No pocos afirman que el pugilismo ya no gusta tanto en Cuba. Algo de cierto ha de haber en ello, no lo dudo, pero defiendo otro criterio: a nuestra afición no le atrae cualquier boxeo, ni asistirá al coliseo capitalino solo para bailar o disfrutar de luces y pantallas; a los seguidores de este deporte le apasionan las peleas de verdad, le encanta sentir presión y vivir la experiencia de ganar, cuando la posibilidad de perder es cierta. Desea que sus ídolos triunfen ante contrarios de rango mundial y olímpico.
Cuando desembarque en La Habana un oponente de altura —aspiro que lo hagan Kazajistán y Azerbaiyán—, o se diluciden los puestos de honor de la WSB, estoy convencido de que no cabrá un alpiste en el recinto de Vía Blanca y Boyeros. Y de que tampoco faltará la ovación para nuestros fajadores, quienes una y otra vez han dedicado las victorias a su pueblo.
Puntualizo dos ideas más: el INDER, la Federación Cubana de Boxeo, el Proyecto XL.cu y RTV Comercial han trabajado para que cada duelo en casa sea bello, moderno, distinto, cubano. Ha sido costoso, pero muy bien valorado por el público y la teleaudiencia, como alternativa a lo feo y monótono de la mayoría de los eventos deportivos organizados en casa. Sería una lástima que decayera.
Respecto a las preocupaciones por la salud de los boxeadores les dejo algunos datos: en cuatro temporadas no se ha producido una afectación de gravedad sobre el ring; y en la presente apenas han ocurrido cinco KO en 190 peleas.