El cantante, investigador y compositor de Folk, Pete Seeger, considerado como una de las principales figuras de ese género musical y un activista por los derechos humanos, falleció en Nueva York a los 94 años, informan este martes distintos medios de Estados Unidos.
La muerte, ocurrida ayer lunes en el New York-Presbyterian Hospital, donde permanecía ingresado desde hacía una semana, fue «por causas naturales», según indicaron familiares.
La carrera de Seeger, para quien la música folk tenía un sentido comunitario y era un vehículo de la acción política, cantó para el movimiento obrero, en defensa de los derechos civiles y contra la guerra del Vietnam, apoyó la lucha por el medio ambiente y clamó contra las campañas belicistas.
Fue mentor de jóvenes que empezaban en el folk, como Bob Dylan, Don McLean y Bernice Johnson Reagon, y sus 90 cumpleaños se celebraron en el Madison Square Garden con un concierto en el que Springsteen le presentó como «un archivo vivo de la música americana y de su conciencia, un testamento del poder de la canción y la cultura».
Fue la gran conciencia de Estados Unidos a través de centenares de canciones, que documentaban las injusticias, las luchas y los sueños de la sociedad civil norteamericana en el siglo XX.
Hijo de un musicólogo y una violinista, Seeger se empapó de todo ese ambiente al tiempo que se aficionaba a instrumentos de corte rural como el banjo, que más tarde se convertiría en su seña de identidad sonora.
Antes de dedicarse de lleno a la música, Seeger quiso ser periodista y estudió en Harvard, donde pronto dio rienda suelta a su activismo político y fundó un periódico de corte comunista.
Fue perseguido por las autoridades norteamericanas por sus ideas políticas y su antigua pertenencia al Partido Comunista, en el que ingresó en 1942. Tuvo que pasar por los interrogatorios del comité del Senado que presidió el senador republicano McCarthy, de marcado carácter conservador, durante la famosa caza de brujas para detener a sospechosos de ser agentes soviéticos a mediados de los cincuenta. Seeger se negó a declarar, acogiéndose a la primera enmienda de la Constitución.
Sentenciado a un año de prisión en 1961, una corte desestimó la acusación. Las organizaciones civiles y la comunidad folk más comprometida vieron en él a una especie de héroe.
Durante los sesenta, se involucró en la lucha por los derechos civiles de los negros. De hecho, uno de los himnos del movimiento, liderado por Martin Luther King Jr., fue una de sus canciones We shall overcome, que realmente era una variación que hizo de un viejo canto espiritual del góspel. Y, antes de que la Guerra de Vietnam se convirtiese en un asunto nacional, en parte porque no paraban de llegar ataúdes con jóvenes soldados caídos en suelo vietnamita y por el rechazo al reclutamiento, Seeger se opuso con vehemencia a la intervención militar estadounidense.
Amante de las esencias del folk, fue reacio a la modernización del género, lo que le llevó a tener una audiencia cada vez más reducida. Sin dejar nunca de componer y recuperar composiciones tradicionales, cantó para el movimiento obrero, apoyó la lucha por el medio ambiente y clamó contra las campañas belicistas. Destinó los beneficios que le reportaba la canción We shall overcome a organizaciones que apoyaban a los afroamericanos más desfavorecidos en el sur.
Nunca separó su ideario político de su música, llegando a dedicar un disco a las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española.
Su vínculo con Cuba estuvo determinado por su excelente versión de La Guantanamera, del cubano Joseíto Fernández.