Con el pasado volviendo una y otra vez a su presente, Trinidad sonrió al percibir en la nuca el hálito de quien siempre refuta sus afanes de eterna juventud: el tiempo. Por ahora acabó la travesía de este señor empeñado en marcar con fechas su paso imperioso. Quiso demorar la llegada por temor a no hallarla despampanante como antaño, pero, después de 500 encuentros, solo le quedó la certeza de que aquel semblante jamás perdería su encanto.
Bordados en el traje de la anfitriona, las piedras dejaron de ser testigos mudos de épocas y excesos para esbozar el camino hacia el escenario donde le esperaban las felicitaciones contenidas. Allí, en plena Plaza Mayor, la gala “Auténtica Trinidad: un don del cielo” y la Asamblea Solemne evocaron abolengo, historia y folclore.
Ambos eventos fueron prestigiados por importantes figuras, entre ellos: Esteban Lazo, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Adel Yzquierdo, Vicepresidente del Consejo de Ministros y Eusebio Leal Spengler, director de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales.
Antonio Enrique Lussón, también vicepresidente del Consejo de Ministros, Manuel Marrero Cruz, Ministro del Turismo, Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, Jorge Luis Cueva Ramos, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y los Comandantes del Ejército Rebelde Belarmino Castilla y Víctor Dreke fueron especialmente invitados a la celebración.
José Ramón Monteagudo Ruiz, Primer Secretario del Partido en la provincia, Teresita Romero Rodríguez, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular y autoridades trinitarias, también presidieron los festejos por el medio milenio.
De simbolismo colmó los espacios la Asamblea Solemne al agasajar atributos que sellan la exclusividad de la tercera villa fundada. El Escudo de la Concepción, la bandera de la urbe, el grillete represivo, el paraguayo empuñado por el mambí Lino Pérez, la pistola de Alberto Delgado y la presencia del Che en el Escambray resultan joyas valiosas que lució la dama para, una vez más, poner al descubierto sus esencias.
Un cierre acompasado y sublime confirió la retórica de Eusebio Leal Spengler al alegórico encuentro: “Trinidad es una ciudad histórica por múltiples razones. Hermosa por su arquitectura, cálida y espléndida por su gente (…) Agradezco en nombre de la nación a quienes han trabajado y luchado por el esplendor del Patrimonio, al presidente del gobierno, a la inspiración y fortaleza de nuestro Partido, a la obra del pueblo trinitario que todo lo merece y aquellos que hoy, en el marco de las nuevas leyes y oportunidades, han hecho florecer la ciudad para colocarla en el centro de las miradas”.