Moderno y seductor por su estética y funcionabilidad, el bulevar de la ciudad de Ciego de Ávila constituye uno de los más bellos proyectos —si no el más— de su tipo, de los construidos en diferentes urbes del país. Inaugurado en diciembre del 2008 como parte de la reanimación urbanística de esa localidad, el suntuoso paseo, paradójicamente, ha sido condenado a perecer, víctima de la indisciplina y el maltrato social.
Visitantes de diferentes partes del mundo han elogiado la novedosa vía peatonal de cuatro cuadras, en cuyo diseño participaron prestigiosos arquitectos y creadores de la plástica en Ciego de Ávila. Erigida en la calle Independencia, desde el legendario Parque Martí hasta la avenida de Los Locutores, allí se recrean sobresalientes valores patrimoniales, en tanto se acentúa el eclecticismo que prevaleció en esa región desde su fundación en la década de los 40 del siglo XIX, y posteriormente ampliado bajo el furor del desarrollo agrícola y ganadero a inicios de la pasada centuria.
Escenario desde su apertura de importantes acontecimientos culturales, entre ellos la Feria Internacional del Libro, y acreedor del primer premio del Salón Provincial de Arquitectura, el paseo avileño fue planeado con elementos alusivos a esa singular tendencia urbanística y con determinados acentos de la modernidad visual, construidos con metales —luminarias, ceniceros, bancos, áreas techadas para el descanso, entre otros—, y cuenta con un alumbrado —aéreo y soterrado— que puntualiza y contrasta el ambiente caribeño sugerido por las variadas plantas sembradas en enormes jardineras y por la diversidad de colores, cálidos y fríos, utilizados no solo en las piezas integradas al conjunto, sino también en las fachadas de las edificaciones existentes a cada lado de ese tramo de aquella calle conocida por su importancia comercial.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la unidad básica de aseguramiento y construcción de Comunales —que tuvo a su cargo su construcción— y del empeño de la Empresa Eléctrica y la constante vigilia de dos de sus más connotados creadores, el arquitecto Even López y el artesano José Alberto Pérez, buena parte de los ceniceros especialmente diseñados para ese espacio público han sido robados o destruidos, en tanto varias de las luminarias soterradas fueron dañadas y en algunas partes aniquiladas las cadenas existentes entre las columnas que funcionan como separadores.
Personas inescrupulosas, que laceran de ese modo el paradisíaco lugar para el paseo de locales y visitantes, igualmente vierten desechos de alimentos sobre el pavimento multicolor, dejan marcas sobre los bancos y paredes de los edificios integrados al regio conjunto en el que también existen fuentes, esculturas y un sistema de amplificación de sonido con música instrumental que realza el apacible ambiente de aquella zona del centro de la ciudad.
Preservar ese hermoso bulevar no solo depende de la gratitud y la buena voluntad de los avileños, sino, ante todo, de una mayor exigencia por parte de quienes tienen el deber de velar porque hechos tan perversos como estos no pongan en riesgo la existencia de una obra considerada como joya de la arquitectura y el arte…