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El CIBA: Bioalimentos y más ciencia

El asesoramiento directo de los investigadores en el campo ha favorecido el desarrollo del ganado menor
El asesoramiento directo de los investigadores en el campo ha favorecido el desarrollo del ganado menor (Foto: José Luis Martínez Alejo)

Por José Luis Martínez Alejo y Delicia Leyva Morales

Un clima laboral agradable facilita el equilibrio entre la ciencia y el amor al trabajo en el Centro de Investigaciones de Bioalimentos (CIBA), situado en la periferia de la ciudad de Morón, al norte de la provincia de Ciego de Ávila.

Así han ganado reputación los trabajadores de la institución fundada en 1992 por iniciativa de Rosa Elena Simeón Negrín, entonces presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba, de la cual ha recibido premios este colectivo de investigadores avileños.

El Master Rafael Pérez Carmenate, delegado en el territorio avileño del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, rememora que la idea de crear el centro surgió por las disyuntivas en el suministro de concentrados de importación para los sistemas productivos pecuarios en Cuba.

Por eso, en todo el país se aceleraron las investigaciones hacia la búsqueda de alternativas de alimentación del ganado vacuno, porcino y avícola, a partir del mejoramiento biotecnológico de los sustratos de los residuos de la industria azucarera, en estado sólido o líquido.

La superación del personal, una constante en el CIBA (Foto: Cortesía del CIBA)

La diversificación de la estrategia científica del CIBA posibilitó a su personal el estudio de las potencialidades forrajeras de los restos del plátano y la conservación del hollejo de cítricos, en forma de ensilaje. Luego, incorporaron la leucaena y otros follajes proteicos de alto valor biológico. Con estas opciones comenzaba a sustituirse parte de los concentrados alimenticios provenientes del exterior.

Desde el 2012 encauzan acciones dirigidas al cumplimiento de programas nacionales. “Nosotros nos dedicamos a la coordinación, gestión y ejecución de proyectos de investigación y desarrollo que tengan un impacto social, ambiental y económico”, destaca el Master Levis Valdés González, director del CIBA.

Explica que las prioridades nacionales están encaminadas a potenciar las cadenas productivas de las diferentes especies de la ganadería, el funcionamiento de plantas de tratamiento de residuales porcinos por digestión anaerobia para mitigar la contaminación ambiental y la transferencia de tecnologías sostenibles al sector campesino, entre otras misiones.

Levis Valdés, ejemplifica además que “uno de los proyectos que ha tenido impacto social en los municipios de Venezuela, Baraguá, Majagua y Ciego de Ávila, está relacionado con la transferencia de tecnologías hacia las bases productivas para el desarrollo del ganado menor (carneros, chivos, conejos, pollos), con vistas a disminuir la vulnerabilidad alimentaria.

“Le damos como una herramienta al campesino para que tenga en cuenta cuáles medidas puede implementar en su finca, con vistas a que sea más eficiente el proceso productivo”.  

Corrobora tal afirmación, la doctora Ángela Borroto Pérez, profesora titular e investigadora del CIBA: “demostramos que pueden lograrse en las condiciones cubanas de bajos insumos, producciones decorosas de leche y carne de cabra, a partir de un adecuado manejo sostenible de estos animales”. 

Dicho proyecto ha potenciado la capacitación, la prestación de servicios y la asistencia técnica a productores privados y otras personas vinculadas a la tarea, lo cual propició el incremento de los compromisos de entrega de leche y carne, por parte de la Empresa Provincial de Ganado Menor.

Y también ha progresado la campiña: “en mi finca llevamos 10 años de trabajo conjunto y logrando mejores cosechas, la siembra de nuevas variedades de frijoles y la protección de los cultivos con soluciones locales para combatir enfermedades”, afirma el campesino Alejandro Pardo, de Morón. 

El CIBA también ha avanzado en la generalización del biogas. Según Levis Valdés, “en 2006 solo había seis plantas de tratamiento de residuales porcinos en la provincia, hoy superan las 50 que todavía no son suficientes comparado con la cantidad de productores contratados.

“Las principales perspectivas para este año ─subraya el directivo─ es seguir perfeccionando la calidad de las investigaciones y comenzar la ejecución de un proyecto con ganado mayor en el sector empresarial”.

Aunque el surgimiento del CIBA devino una solución ante las carencias cuando la aparición del período especial, respecto al desarrollo sostenible de sistemas alternativos de producción animal, se fueron materializando oportunas realizaciones como la gestión en el tratamiento de residuales, la innovación, la transferencia de tecnologías y los servicios ambientales.

Los aportes científicos no se quedaron en el laboratorio, sus autores se ocuparon de extenderlos al campo durante las últimas dos décadas.   

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