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“Como mismo el verbo se organiza en verso”

Cárdenas es iniciadora de una técnica del movimiento única: la combinatoria. Su más reciente estreno, Tributo a El Monte.
Cárdenas es iniciadora de una técnica del movimiento única: la combinatoria. Su más reciente estreno, Tributo a El Monte.

Polémica, audaz y contundentemente afianzada dentro del multicolor panorama nacional de las tablas, la Compañía Rosario Cárdenas, surgida de la experiencia desarrollada por la destacada coreógrafa, bailarina y directora artística —a partir de 1989— en Danza Combinatoria, se acerca a su primer cuarto de siglo, con sobresalientes experiencias en el trabajo aleatorio del movimiento danzario contemporáneo y en su constante investigación sobre el estudio del cuerpo en su globalidad somática.

Atendiendo la brillante trayectoria nacional e internacional de su fundadora y directora general, Rosario Cárdenas (La Habana, 1953), considerada como una de las grandes figuras de la escena coreográfica cubana desde finales de los años 1980, durante el recién concluido 2013, un jurado convocado para tal fin por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas le confirió el Premio Nacional de Danza, lauro que desde entonces motivó mi interés de dialogar con ella sobre su sistema pedagógico y su particular estilo de creación coreográfica, el cual distingue como “danza combinatoria” —de ahí el primigenio nombre de su agrupación—.

“El estudio del cuerpo y su honestidad gestual me han hecho sentir la danza como camino de reconocimiento de sí mismo. A lo largo del trabajo de mi compañía, he dirigido mis entrenamientos hacia la búsqueda del equilibrio interior del cuerpo en su estado natural y a la vez dominio de la cultura donde se abre plena la imaginación. Me han inspirado sobremanera las posibilidades de crecimiento personal, guiada por el camino de la educación somática. Este trabajo mío, conducido hacia el cuerpo como un todo unificado que vive y se expresa en la totalidad de su entorno, ha marcado una diferencia notable entre los nuevos bailarines que llegan de la escuela y aquellos que ya trabajan conmigo desde cierto tiempo”, puntualizó la infatigable artista, cuya carrera se inició en la Compañía Nacional Danza Contemporánea de Cuba, donde incursionó durante dos décadas.

Asimismo expresó que las posibilidades del arte danzario se unen con la necesidad y posibilidad “que posee el cuerpo humano de integrar un mensaje de salud a su sistema sobre las bases de una concepción holística del cuerpo. Este es un móvil central en mis investigaciones con el fin de potencializar la creatividad, las posibilidades de movimientos, obtener mayor confianza en sí mismo y evolucionar según las propias necesidades personales. Cada bailarín es una persona, no un instrumento, punto donde establecemos una interrelación en y para la creación artística que hace del proceso creativo una construcción vivencial de la experiencia”.

Acreedora de la Distinción por la Cultura Cubana (1993) y del Diploma Nicolás Guillén de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (2011), asegura que su danza se expande en la investigación-acción, “es decir contiene la práctica, la observación y la teorización que surge de la acción y regresa a ella modificándola. Yo como coreógrafa expongo el concepto y trazo el rumbo de la búsqueda artística. Creo los códigos y hago de ellos un espacio flexible. Al mismo tiempo, estimulo la respuesta del bailarín a partir de su percepción”, precisa.

La directora general de la Compañía Rosario Cárdenas —principal anfitriona de los encuentros de Biodanza desarrollados en Cuba—, reconocida además en la Université Paris VIII por sus investigaciones teóricoprácticas sobre las competencias y especificidades de la danza contemporánea cubana, reconoce que alguna vez ha podido parecer fuerte o chocante en sus opciones expresivas, “y quisiera se comprenda que esto se debe a mi interés por enriquecer los códigos del camino de la danza en nuestro país. No quiero quedarme en la repetición virtuosa, sino romper todo canon establecido en pos de conjugar danza con teatro, plástica o antropología, así como cine y música de nuestro tiempo, para que la poesía del cuerpo se expanda por vías no convencionales. Quien se asoma a ella con una mirada convencional puede que la aprecie, pero también es posible que la rechace”.

La más reciente y controversial propuesta coreográfica de Cárdenas, Tributo a El Monte —inspirada en el ensayo homólogo de la destacada etnóloga, investigadora y narradora cubana Lydia Cabrera (La Habana, 1899 –Miami, 1991)—, afirma que esa obra “no es simple, no es lineal, no es descriptiva, tampoco es una ilustración de simbolismos religiosos. Se coloca en la reinvención y desde la fragmentación combinatoria como escritura y construcción coreográfica. No se trata del Eleggua con el garabato, ni el Changó con el hacha, ni alguien que va con un saco a cuestas por un matorral… sino asumir la poética expansiva del impulso vital, de las vibraciones de ese imaginario que es también huella de nuestra identidad y al cual no tenemos por qué negarle o alejarlo de la contemporaneidad como algo establecido, único y repetitivo. La danza elige, no el modelo del otro, sino la irradiación de un pensamiento-otro. Eso explica la lógica de intercambio que nutre, universaliza y torna fértil a las poéticas de la danza”.

Graduada de la Escuela Nacional de Danza y del Instituto Superior de Arte; además de Titular de Diploma del Estado Francés (profesor de danza contemporánea), Cárdenas desarrolla, desde la vertiente estética de su estilo, una danza que incursiona, desde la modernidad, en la cultura tradicional de América Latina.

“Hay tantas posibilidades de manifestarse en la danza, como personas existen para expresarse a través de ella. La combinatoria se conceptualiza como mismo el verbo se organiza en verso. Se nutre de la música, la poesía, las artes visuales, las ciencias, el cine, la arquitectura, el movimiento cotidiano, la nueva medicina, el teatro, las raíces afrocubanas, y otras fuentes de cultura y espiritualidad. Es danza, performance, poesía y, sobre todo, comunicación corporal, la forma primaria de transmitir sentimientos desde los albores de la humanidad. Participar de la danza combinatoria es recibir arte y salud”, asegura.

Acreedora además del sello del Laureado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, esta infatigable artífice ha concebido más de 90 obras para su compañía y otras instituciones nacionales y extranjeras; ente ellas títulos como Del espectro nocturno, Bajo raíces, Noctario, María Viván, Dador, Ouroborus, La Stravaganza, Zona-Cuerpo. Sobre el trabajo cotidiano “en nuestro aquí y ahora”, expresa que “estamos viviendo una realidad transformada, donde ya no existen las mismas atenciones que antes recibíamos de las instituciones, lo cual implica una urgencia de nuestra renovación como artistas, y cambios estructurales capaces de comprender y asimilar nuestro hoy en su totalidad y por parte de todos”.

La intrépida creadora, cuyo estilo ha ganado palmas en varios continentes, afirmó que “danzar no es solo el acto de relación frontal que sucede entre los intérpretes que animan el escenario y quienes los contemplan desde plateas y balcones. El danzante posee como primer espacio de expresión a su propio cuerpo, cuerpo anatómicamente entendido en su desnudez, cuerpo natural y a la vez dominio de la cultura donde se abre plena la imaginación”.

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