Por calles, parques, casas y centros laborales anduvo Trabajadores digital husmeando en los sueños que habitantes de la ciudad de Matanzas desearían se hicieran realidad en el 2014.
Curiosamente, la mayoría de los consultados aspira a que el equipo de beisbol pueda coronarse campeón del clásico cubano, un éxito no conseguido hace más de 20 años desde que Henequeneros, el equipo dirigido por Gerardo Siles Junco, lo consiguiera por última vez, entre 1990 y 1991.
Sin embargo, con el nombre de Matanzas nunca se ha logrado la titulación en serie nacional alguna, un punto al que los muchachos comandados por el otrora estelar jardinero Víctor Mesa pudieran llegar en la edición 53 de las series nacionales de la Isla.
“Si seguimos el orden de los dos últimos torneos, ya fuimos terceros, segundos y ahora nos toca ser campeones… Ya pasamos a la segunda fase… Este es el año de los Cocodrilos”, asegura Ramón Suárez, de la peña deportiva Martín Dihigo.
Pero si el deseo de ser campeones en la pasión de los cubanos domina las aspiraciones de los matanceros y mantanceras consultados, en segundo lugar se ubicó un reclamo interesante:
“queremos una ciudad más bonita, con la sala White y el teatro Sauto funcionando y menos huecos en las calles”, coincidieron.
Lo ciertos es que la ciudad de Matanzas, la primera urbe moderna de Cuba, recibió el 12 de octubre pasado los 320 años de fundada lacerada por un marcado deterioro de su casco histórico y áreas aledañas, pese a que en ese mismo mes le fuera concedida la condición de Monumento Nacional de la República de Cuba, mérito que sin dudas reconoce su auténtica valía arquitectónica.
“Matanzas me llora en alma, la sufro, la añoro, la extraño, si no hacemos urgentemente por ella, podríamos perderla”, confiesa desde la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería número 8, el reconocido arquitecto Ramón Recondo, declarado Hijo Ilustre de la ciudad y amante de la excepcionalidad arquitectónica de una urbe que quiere, ha dicho, desde que estaba en el vientre de su madre.
En tercer lugar, emergió el tópico de los salarios y el elevado costo de la vida. “Ahora solo se comenta que el 2014 vendrá más duro, que la cosa se pondrá mala, pero uno siempre mantiene la esperanza de ver resultados en los cambios que el país está haciendo. Pero ahora mismo me he gastado 300 pesos aquí y apenas he comprado lo que necesito para la cena de fin de año”, confiesa el maestro Julio Agustín Rodríguez, desde el mercado de oferta y demanda La Plaza.
La cuarta aspiración matancera domina las esperanzas de los trabajadores del sector no estatal, que hacen votos porque se oficialice la venta de ropas y otros artículos importados, y se creen las infraestructuras de abastecimiento mayorista, para facilitar la labor de los cuentapropistas.
“Quedan muchas cosas por resolver para que nuestra labor sea mejor. Y esperamos que el Estado continúe perfeccionando una opción laboral que llegó para quedarse”, aseguró Gladis López, secretaria del comité sindical de la calle Medio, la principal arteria matancera.
El quinto deseo invocado para la Matanzas tiene que ver con la reconstrucción del Ateneo, la instalación polideportiva de mayor relevancia de la provincia, hace cuatro años convertida su sala principal en escombros, desde que la institución colapsara en mayo del año 2009.
“Nos están privando del espectáculo del baloncesto, ahora los partidos se realizan en espacios de la EIDE (escuela de iniciación deportiva) donde no hay condiciones ninguna ni podemos ir masivamente allí”, dijo Juan José Pérez desde el parque René Fraga, un sitio donde Allen Jemot, el mejor jugador del equipo de casa ahora inactivo, acude regularmente a encestar su canastas con amigos como él.
Otras aspiraciones encontró Trabajadores en su deseo de conocer qué esperan matanceros y matanceras de su ciudad en este 2014 que a punto está de iniciar, con la sempiterna posibilidad de cambiar, para bien, en la dirección que se desee.